El Fénix y la Nieve

Capítulo 34- Fuerza y debilidad

Bueno, no han dejado de hablarme ( aún cuando estoy ocupada), así que un poco más, una minimaratón de fin de semana

Espero les guste, estos dos siguen yendo a su ritmo, a veces aceleran y a veces se detienen

Tengan buena semana. Abrazo

¿Volverá a estar a suerte de nuestro lado y BN avisará o no?

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Cuando Baixue abrió los ojos, demoró un instante en recordar donde estaba y qué había pasado. Le dolía levemente la cabeza, por la borrachera de la noche anterior.

Solía beber cuando hacía negocios, pero no era común que se emborrachara, sin embargo aquella noche había necesitado embotar su cabeza porque por primera vez en muchos años se sentía perdida, sin saber qué hacer.

La caravana ya no existía y no sabía si su gente estaba bien

Samid estaba herido por su imprudencia.

Y el trato del rey con Tao Wuxian complicaba sus planes futuros.

Y ella que siempre había sido extremadamente cautelosa y no había tomado partido por nadie, lo había arriesgado todo por ayudar a un príncipe.

Y ella que se enorgullecía de no darle poder a ningún hombre sobre su cuerpo o sus decisiones, había estado a punto de entregarse a él sin pensarlo.

E incluso cuando había creído que moriría, Wu Fang había estado en sus pensamientos, casi como una plegaria.

Ella que siempre había construido un lugar seguro para sí misma en un mundo que era demasiado cruel, anhelaba algo que era imposible y la dejaba en desventaja.

Se negaba a ponerle nombre, porque lo imposible no debía nombrarse, pero aunque no sabía cuando había empezado, sabía que se había enamorado de Wang Wu Fang. Y sabía que eso no traería nada bueno para ninguno de los dos.

Se incorporó para levantarse e inmediatamente la mujer que la asistía entró a la habitación. Debía haber estado vigilando atentamente. Imaginaba que Wu Fang había dado esa orden

-Buenos días, ¿cómo se siente?- le dijo y le sirvió agua.

-Bien, gracias.

-Le prepararé un baño, y pediré que tengan el desayuno listo.

-No es necesario – dijo, quería ir a ver a Samid y luego buscar información sobre su gente y planificar su regreso.

-Su Alteza dijo que me encargara de que desayune bien y pidió que lo esperara aquí.

Ella asintió, no tenía caso oponerse, necesitaba una pausa en el juego, antes de saber qué hacer a continuación. Así que se levantó, se dio un largo baño, se cambió de ropa y luego desayunó. Todas aquellas actividades le devolvieron un poco de tranquilidad mental.

No mucho después, llegó Wang Wu Fang, se lo veía inquieto y cansado, se preguntó a qué hora había despertado.

-Buenos días, espero que hayas descansado- la saludó.

-Buenos días, sí descansé y ya estoy sobria- respondió ella y lo hizo sonreír.

-Samid pasó bien la noche, así que parece que su vida ya no corre peligro, igual podrás visitarlo porque supongo que mis palabras no te alcanzan. Uno de tus otros guardias partió esta mañana para averiguar sobre tu gente y el otro sigue aquí, de hecho está afuera porque creo que no confía en que nuestra seguridad sea suficiente y supongo está esperando tus órdenes directas- habló él casi sin parar. Se había encargado de todo lo que era más prioritario para ella. La conocía.

-Gracias, vamos a ver a Samid entonces – dijo ella y él asintió. Luego se le acercó y se quitó la capa para cubrirla. No estaba acostumbrada a los cuidados, así que por instinto estuvo por rechazar el gesto, pero era Wu Fang, así que simplemente se arrebujó en la prenda y se dejó guiar hacia el exterior para que la llevara junto Samid. Al salir su guardia la saludó y los siguió.

Fueron hacia otro de los edificios de la fortaleza, solía funcionar como espacio de reuniones y para albergar a los generales cuando llegaban pero Wu fang lo había adaptado para tratar a los heridos

-El médico dice que estará bien- le dijo el príncipe como para tranquilizarla antes de ingresar a la habitación donde estaba.

El gigante guardia permanecía en la cama, quieto y pálido, lo que era más notable dado el tono de su piel. Baixue sintió que el corazón se le estrujaba.

Lo había conocido en uno de sus viajes más lejanos, a las tierras más allá del desierto. Lo subastaban como una cosa, era un joven extranjero, fuerte, pero estaba lastimado por los azotes y con la mirada de un animal acorralado. Lo había comprado a él ya otros más, los que había visto en peores condiciones con la esperanza de salvarles la vida. Cuando se había recuperado, y a pesar de que ella le había explicado que era libre, Samid se había quedado a su lado, tenía talento para pelear así que había decidido ser su guardia. Con los años se había convertido en aquel hombre alto y fuerte que parecía ser su sombra, callado y distante era alguien en quien ella confiaba plenamente, por eso lo había dejado custodiando a Wu Fang en el templo.

Aunque cuidar la caravana entrañaba riesgos, nunca había esperado verlo así.

-Samid…- susurró acercándose a él.

-Necesita descansar, estará bien- insistió Wu Fang y puso una mano sobre su hombro.

-Samid…- dijo ella de nuevo y el hombretón abrió los ojos.

-Señora…¿está bien? – preguntó débilmente e intentó incorporarse. Ella lo empujó para que se mantuviera acostado.

-Sí, estoy bien, a salvo. Así que recupérate tranquilo y descansa- le dijo, él asintió levemente y volvió a cerrar los ojos. Luego Baixue habló con el médico que la puso al tanto de su estado y tratamiento.

-¿Estás más tranquila? – preguntó el príncipe cuando salieron.

-Sí, gracias por encargarte de él.

-También fue mi guardia personal, ¿recuerdas? Y cuidó de ti en el ataque- dijo con un tono más personal.

-Necesito escribir y enviar algunas cartas – dijo ella y evitó que las emociones le nublaran el pensamiento.




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