El Fénix:el nacimiento de una leyenda

Nuevo comienzo

Despierto en una cama en un pequeño cuarto. Hay alguien en la puerta entra una mujer de unos veinte años me mira despierto me ve y sale corriendo.

Donde estoy quito las sabanas veo mi pierna vendada todo lo que veo un pequeño mueble con algunas velas iluminando el oscuro cuarto no hay nada más. Regresa la chica con un hombre de treinta años me mira y pregunta.

 

—Estas bien hijo no se como lo soportaste ¿te sientes bien?

 

Lo miro con confusión y respondo:

 

—Si estoy bien que paso ¿donde estoy? ¿donde están mis cosas?

 

Me mira sale de la habitación y regresa en segundos con mi mochila pero aun no se donde estoy antes de hablar el empieza a hablar

 

—Eres fuerte chico te encontramos por los gritos y el disparo que diste al aire

 

El señor es interrumpido por tres soldados que entraron a ala habitación. Me mira de forma amenazante antes de exclamar.

 

—Necesitamos que nos acompañes muchacho

 

El señor que ahora se que es doctor les dice a los soldados.

 

—Aun no se pueden llevar a mi paciente no se ha recuperado del todo necesita descansar.

 

Salen todos de la habitación por unos minutos trató de comprender que pasa que harán ahora conmigo me hundo en mis pensamientos hasta que soy interrumpido por el doctor que me pide levantarme me ve pelear un poco por mantenerme en pie me ayuda levantarme. Los soldados me observan.

Ahora de pie pero un poco débil el doctor me susurra con una voz muy baja.

 

—Has todo lo que te pidan entendiste

 

Aciento con la cabeza levemente el doctor me suelta mientras me piden seguir a los soldados. Salgo de la habitación encuentro un largo pasillo con diferentes habitaciones dentro de ellas también hay heridos entre ellos un chico de mi edad mirando a la puerta mientras es atendido. La enfermera me mira y cierra la puerta.

Sigo a los soldados hasta la puerta cuando se detienen entran a un cuarto a lado de lo que parece la salida. Entran a la habitación salen con ropa me miran antes de decir .

 

—Pontelo rápido

 

Lo miro son unos pantalones vaqueros, una camisa negra y unas botas viejas entro al cuarto de donde sacaron la ropa para cambiarme. Dentro de esta habitación solo hay una cama y unos cuadros en la pared no hay nada mas. Veo por la ventana es un enorme pueblo con personas corriendo de un lado al otro. Salgo de la habitación.

Abren la puerta salgo todo lo que veo cabañas de piedra y madera aparte de carretas, personas a caballo, soldados y niños jugando. Me recuerda al pueblo donde nací sigo a los soldados por lo que parece la calle principal todas las personas me miran curiosas pregunto a uno de los soldados a donde vamos  ni siquiera me mira.

Llegamos a la casa mas grande del pueblo que logre ver. Nos abre un señor de cuarenta años con una vieja armadura como las que usaban los antiguos soldados del imperio. No le doy importancia sigo mi camino, observando la casa algo rustica con muchas habitaciones y un segundo piso con personas hablando por todas partes me llevan a una habitación apartada ya no se escuchan las conversaciones de las demás persona me piden sentarme en la única silla que hay en la habitación.

Esto no va nada bien un cuarto apartado sin ventanas con soldados a mis espaldas y yo sentado en en a silla vieja en medio de la habitación. Han pasado diez minutos de puro silencio de pronto tocan la puerta, uno de los soldados abre la puerta entra el señor que nos abrió la puerta cuando llegamos me saluda con la mano respondo de igual forma se recarga en la pared antes de hablarme.

 

—Te preguntarás como llegaste aquí  cierto. La verdad te encontramos por lo gritos que hacías.

 

Guardó silencio mientras lo miro saca un cigarro lo enciende y sigue contándome lo que paso.

 

—Te encontramos con la pierna destrozada y un venado muerto supongo que lo cazaste pero eso no importa.

 

—Tenias un arma nadie sin experiencia y entrenamiento puede dispararla a menos que hayas encontrado algo en lo mas profundo de tu alma.

Tu lo conseguiste felicidades debiste pasar estrés extremo.

 

Lo miro confundido pues no recuerdo mucho le pregunto.

 

—¿Donde estoy?

 

Fuma de su cigarrillo antes de contestarme

 

—Estas en el pequeño pueblo de Los Lobos Rojos

 

Nunca había escuchado de ellos, es normal nunca me aleje mucho del pueblo. Ni mucho menos me atreví a explotar el mundo.

 

—Chico encontramos cadáveres cerca de donde estabas los conocías

 

Lo miro a los ojos debo decir la verdad es lo que me dijo el doctor

 

—Los encontré en lo que quedaba de mi pueblo me llevarían a su base. Decían que eran de los Cuervos Negros

 

Cambia la expresión del señor de estar calmada a una mas seria me pregunta con una voz mas agresiva.

 

—Dime chico como los conociste, ¿Por que te querían llevar a su base? dime

 

Debo seguir diciendo la verdad no puedo arriesgarme a que me hagan algo.

 

—Me salvaron de una manada de lobos. Intentaron matarme pero cambiaron de opinión El hombre parece mas disgustado acaba su cigarro y lo lanza a mis pies antes de preguntar

 

—Por que cambiarían de opinión, que razón les diste para perdonarte la vida

 

Trago saliva esta empeorando la situación

 

—Antes de matarme vieron que cambiaron mis ojos. Yo vi como había salían  llamas emanando de mis ojos.

 

Cuando hablaba saco un nuevo cigarro pero terminando de hablar lo aplastó con fuerza y lo arrojo.

 

—Eres muy honesto pero no me sirve, además de esa razón te pidieron algo mas

 

—Si me pudieron que les mostrara un sendero que atravesará el bosque. Dijeron que nos encontraríamos con alguien en el camino.

 

Observa a los soldados a mis espaldas mueve la mano. Uno de ellos pone su brazo en mi cuello esta asfixiándome trato de golpearlo pero es grande voy a perder el conocimiento.



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En el texto hay: sufrimiento, sangre, guerra

Editado: 17.09.2021

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