Salgo del restaurante con un rostro de pocos amigos, percibo que Nick me sigue, camino unos cuantos pasos sin alejarme demasiado del sitio. Me detengo, cruzando los brazos sobre mi pecho para luego voltearme y mirar de mala gana a Nick.
—¿Podemos ir al parque que está a una cuadra? —pregunta, viendo su alrededor.
Ruedo los ojos.
—Lo siento —me mira—, pero de aquí no me muevo. Si no recuerdas manipulaste a mi mejor amiga, no la dejare sola con otra alimaña de tu especie.
—Él no es así, no juzgues a una persona sin conocerla —lo defiende, si pienso con la cabeza fría diría que tiene la razón, lástima que mi cabeza ahora mismo quema como la lava de un volcán.
Sostengo mi mirada con la suya, ¿por qué no le arranqué esos bellos ojos verdes? Aunque sea me hubiera quedado con ellos como lentes de contacto. Bueno, eso sonó algo retorcido, ¿no? A veces no logro controlar mi mente. Creo que no han pasado ni cinco segundos, pero desvió mi visión hacia los autos que pasan a gran velocidad a tal punto que mi cabello vuela en el aire, por eso son los accidentes, a poca distancia se encuentra un letrero donde indica que rebajen la velocidad, sin embargo, quienes conducen al parecer les vale mierda.
—Sé que hice mal —Nick habla, sacándome de mi trance con los irresponsables conductores. De nuevo lo observo dándole mi atención, él en respuesta agacha su cabeza —. Entiéndeme Aubrey —levanta su cabeza, con una mirada decidida —, estaba ebrio, no sabía que estaba haciendo... —suspira, colocando sus manos en su cadera, pega la vista al cielo —, no te quiero perder —vuelve a fijar su mirada en mí, trago en seco, no puedo volver a caer en los mismo, no soy tan tonta. No sé en qué momento pasó, pero su mano está agarrando la mía, miro desconcertada tal acto mientras lo escucho decir:
—Yo te quiero, Aubrey —no me adora, no me ama, solo me quiere—, y solo quiero que me permitas recompensarte el daño que te hice, no puedo permitirme que sigas sufriendo por aquello, por mi culpa —acaricia mis dedos con su pulgar —. Permíteme recuperar tu amor y reconstruir tu corazón, chica linda.
¿Dijo chica linda? Eso se escuchó tan tierno, joder, maldición, mierda, jodida vida. Aclaro mi mente, desalojo toda nube de azúcar, me repito a mí misma: no puedes cometer el mismo error dos veces, pienso en la golpiza y la mirada decepcionada de Betty si hago algo que no debo. ¿Qué hago? Soy débil ante esto, necesito un jalón de oreja de urgencia, estoy cayendo al mirarlo, papi Dios ayúdame a no caer. El daño que me hizo fue muy grave, nadie perdonaría eso o ¿sí?
—Ehh... —ya valí pura mierda, suelto sus manos de una manera muy brusca, no es que lo haya hecho con mala intención, sino que mis manos están comenzando a sudar. Me esfuerzo por comunicarme por telepatía con Betty, pero es absurdo no tengo ese maldito poder.
Estoy por decir un no, no obstante, recuerdo como mi madre me enseñó que no es malo dar segundas oportunidades, que las personas si pueden llegar a cambiar, no todas... ¿y si Nick si desea remediar esto con buena intención? Solo que esta vez no se la dejare fácil. Ruego en mi interior que después no me arrepienta y que Betty no me mate por lo que voy hacer.
Me rasco la nuca, mientras lo miro con una sonrisa tensa en mi rostro. Resoplo leve para disimular el peso de duda que tengo en no saber si lo que voy a decir estará bien. Nick espera con paciencia, su mirada parece la de un cachorro al pedir perdón a su dueño cuando aquel lo está retando, eso me remueve, joder ¿tan fácil soy? Debo odiarme, pero recuerdo que soy humana. Bajo mi mano que estaba en mi nuca, rasco mi codo aun con inseguridad y digo:
—Está bien —Nick me da una sonrisa amplia que después de unos segundos se borra —. Sin embargo, tendrás que trabajar muy duro para conseguir mi perdón, Nick —asiente dispuesto—. No soy una chica fácil que solo con mirarla tierno te va a decir: "te perdono"—casi cometo ese grave error —. Quiero darte una segunda oportunidad, porque no es malo abrir la puerta una segunda vez, pero, por favor... —musito casi rogando, cierro mis ojos con fuerza al solo imaginarme que me lastime otra vez, ya me da pavor — ya no le hagas más daño a mi corazón.
—Gracias, en serio muchas gracias —suspira botando todo el aire que estaba conteniendo, me besa la frente en un movimiento rápido que no logro ni esquivar —. Lucharé por ti Aubrey Henderson y por tu corazón —afirma en un tono valiente, con una sonrisa feliz y unos ojos que brillan más de lo normal cuando el atardecer choca en ellos.
—Puedes irte, Nick —hago un gesto amable con la mano indicándole que se retire, frunce el ceño, confuso —. Los cinco minutos se han acabado —aclaro sin verlo —, tengo que hacer cosas en casa y mi tiempo aquí ya se ha sobrepasado —concluyo con una sonrisa sencilla.
—No te preocupes. Gracias —dice, limpiando las palmas de sus manos sobre su jean azul.
Se adelante un poco acortando la pequeña distancia, por sentido retrocedo. Nick finge una sonrisa muy mal hecha y me extiende su mano, la cual aprieto en modo de despedida. Se aleja ya sin tensión en su cuerpo, cuando verifico que se ha ido boto todo el nerviosismo que albergaba en mi cuerpo, limpio mis manos, saco un pañuelo de tela color celeste y lo paso por mi rostro. ¿Hice bien?
Veo a Betty caminar hacia mi dirección con los ojos entrecerrados, ya sé que se las vuele que no hice algo bien. Agarro mi cabello, lo suelto y vuelvo a realizar la misma acción, el clima no está caluroso, pero yo siento que estoy pisando el infierno. Ventilo con mis manos mi cuello, me estoy sofocando más al ver a Betty muy cerca.
—¡Dios, que calor! —comento, sin dejar de ventilarme ahora con la ayuda del pañuelo —Ufff, buen día para ir a la playa, ¿no? —parloteo sin dejar de parar, porque Betty Evans ha llegado a mi sitio con ganas de ahorcarme, su mirada delata todo, si, me quiere arrastrar por ser tan humana por querer dar segundas oportunidades.
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Editado: 03.10.2022