Leo por milésima vez el último mensaje de Betty, quedamos en ver películas a través de la pantalla de mi aparato, dado que ella le pesaba el cuerpo para salir de su casa y venir a la mía, en cambio a mí me faltaba dinero. Todo se esfumo cuando ella me informó hace media hora que iba a salir con el amigo de mi exnovio, sí, me dejo vestida y alborotada para después decidir irse con aquel chico que entre comillas no es una alimaña. Ah, y tampoco le pesaba el cuerpo.
Observo la hora en la barrita superior de la pantalla del teléfono, son las ocho de la noche, estoy aquí en mi habitación, aburrida en el piso con mi laptop entre mis piernas mirando cualquier cosilla que me entretenga. No tengo hambre, no hay películas que me llamen la atención, en YouTube no hay nada bueno o es que yo no sé buscar bien, no deseo abrir mi diario...
Resoplo. ¡No sé qué hacer! Ya quiero que se acabe mi día. Me levanto sin ánimos del piso para tumbarme en la cama, inhalo el delicioso olor del suavitel entre las sábanas, abrazo las mismas y suspiro tratando de que el sueño llegue rápido. Probablemente me despierte en la madrugada, pero no me importa.
—Aubrey —el tono delicado de mi mamá, me hace abrir mis ojos los cuales ya se estaban cerrando, odio mi vida.
Repite mi nombre y toca la puerta con el fin de levantarme, percibo que no lo hace con la gana de molestar, sino porque necesita decir o avisar algo.
—Pasa —concedo, volteando mi cuerpo boca arriba, mis brazos están estirados y mi mirada pegada en el techo, ni hablar de mi cabello que esta esparcido, un desastre.
—¿Estas bien? —averigua, dando pasos lentos hasta llegar a mi lugar sin despegar su mirada de mí.
—Si, ¿por qué? —levanto mi torso, quedando sentada en el centro de la cama.
Mi madre se sienta en una esquina de la cabecera, me escrudiña sin disimular un poco su intriga. La miro, alzo mis cejas en un gesto que ella entiende, es decir, que le estoy pidiendo que hable.
—¿Quién es Nick? —su mirada curiosa se torna seria.
¿Por qué me suceden estas cosas a mí?
Rasco mi cabeza, junto mis labios en una delgada línea, miro el techo. ¿Qué le digo? ¿Qué es un amigo? Lo dudo que se lo crea, si me pregunta es porque ya deduce que no es un amigo como tal. ¿Cómo se enteró de la existencia de aquel hombre?
¡Ay, ya me jodí!
El silencio eterno se posa en mi habitación, no le respondo aun así ella me observa esperando una respuesta. De inmediato, empiezo a buscar mi teléfono, no lo encuentro, pero si lo tenía aquí hace unos minutos. Me voy a volver loca, presiento que de ahí viene la fuente de informaci...
—¿Estas buscando esto? —inquiere mi mamá, alzando su brazo derecho donde cuelga mi pobre teléfono en su mano. ¡Háganme la tumba! —. Un tal Nick te envío un mensaje diciendo que tengas buenas noches y que iba a recuperarte. ¿Qué es esto Aubrey Annalisse Henderson Scars?
Me iba a comer viva por Dios. Mi madre si tuvo conocimiento en un pasado sobre la relación con Niall, pero desde que él me hizo daño y vio como su hija sufría por un chico, me hizo prometer que no volvería a estar con un chico hasta mis 19 años. Tengo 18, o sea que he roto la promesa sin querer. Me enamore de nuevo, si es estúpido. ¿Qué podía hacer? Exacto, nada.
—Y-o-yo —balbuceo.
¡Seres Celestiales, sálvenme!
No sabía que decir, mis manos ya empezaron a sudar, mi mente estaba en blanco. Es complicado mentir cuando el mensaje es muy claro o deja la duda de que sea un amigo, un simple amigo que se esfuerza por recuperarte, claro. ¿Cómo no me percate del sitio donde deje mi teléfono? Lo peor es que no recuerdo, supongo que lo abandone en el piso porque es la única forma que mi madre lo haya recogido y visulizara el maldito mensaje.
—Responde, que me estoy enfadando, primer aviso señorita —advierte mi madre, alzando un poco su tono de voz.
Me niego a mentir, mi vida es tan horrible que si miento sé que luego me saldrá peor.
—Ehh, mamá lo siento mucho —entrecierra sus ojos, trago fuerte—. Me gusto ese chico... me enamore de él, mamá —confieso con un pavor a muerte, agacho mi cabeza.
—¿Te hizo daño? —inquiere de inmediato.
Su mirada en mí y esa voz seria que hace que huyas de ella lo más rápido que puedas me hacen temblar las piernas, debo ser sincera, pero obviare lo que me mataría.
—No como lo hizo, Niall —conteste afligida, el recuerdo de lo que me hizo invade de nuevo mi mente. Escucho un suspiro de su parte, carraspeo para continuar —. Solo me invito a una fiesta, la cual fui con Betty, lo malo es que me dejó plantada se justificó al comunicarme que tuvo problemas familiares, obvio que aquello me lo informó al siguiente día.
En fin, he mentido.
—¿Solo eso? —frunce su entrecejo, no se lo cree, detalla cada movimiento que hago desde mis pies descalzos hasta la coronilla de mi cabeza que consta con una leve capa de sudor.
Respiro profundo, me relajo soltando todo ese nerviosismo que no me dejaba respirar. Tengo que tranquilizarme por el motivo que mi madre es muy observadora, sino consigo alejar mi angustia estoy segura que mi lenguaje corporal me delata.
—Madre —digo, mirándola a la cara por primera vez en toda esta situación incómoda—, yo sé que te prometí en no involucrarme con nadie, pero él es diferente —arruga sus cejas —. Nick, me ayudó a sanar mi dolor y curó en gran parte mi corazón roto —expreso, tratando de que me crea, bueno en parte si es verdad en que me ayudó alejar el dolor que sentía por Niall, no obstante, me causo el mismo daño.
—Eso espero —aclara en un tono dudoso—. Aubrey, no quiero más lloriqueos por chicos —eso sonó a regaño.
Asiento, diciendo que no volverá a pasar. Se levanta de la cama y posa sus labios en mi frente, es un ligero beso que da calma por unos segundos. Camina hacia la entrada de mi habitación, antes de eso me entregó mi teléfono lo cual agradecí.
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Editado: 03.10.2022