—Desvía esa mirada tonta, mira hacia el árbol —señala Betty, la cual está a la espera de que bajé los escalones —. Tienes más de 10 minutos divisando la dirección donde se fue tu ex —rueda sus ojos, impaciente.
—Quedamos como amigos —solté de la nada.
—¿Qué has dicho? —bravea, sacando de su cartera un marcador…
Me levanto en alerta cuando deduzco su intención.
—Oye cálmate —alzo mis manos en derrota para tranquilizar la situación—. Te lo explicaré en medio del trayecto para ir a casa.
—Igual te daré con una olla si es posible —determina, yéndose al estacionamiento del malecón. Bajo rápido los escalones, y sigo sus pasos dejando unos metros de distancia por seguridad.
Mi día ha dado inicio a una nueva tortura. ¡Vaya vida!
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—Fue por ese motivo que me citó en el malecón —termino de explicarle a Betty lo sucedido con Niall y como se llegó a entablar una conversación donde quedo como acuerdo una amistad o bueno es lo que yo creo que él entendió.
Betty no ha dicho ni una palabra y eso me asusta, por el bien de mi salud física decido no verla y quedarme en silencio. Ya estamos a unas cuadras de llegar a casa cuando por fin la escucho hablar.
—Ten cuidado —asiento con la cabeza—. No sabes que tenga planeado, es extraño que en el supermercado haya tenido un comportamiento de imbécil y ahora venga con que solo necesita tu amistad—bufa—, porque el niño mimado de mamá no logra superar el pasado.
—Entiendo, también me puse a pensar aquello —dije, pensativa —. No te preocupes, no dejare que me haga daño —sonreí.
—No me digas que no me preocupe cuando eres una joven ingenua e inmadura —reprocha.
—Oye eso me dolió —situó mi mano en mi pecho, indignada.
—Si no hubiera tenido razón tu reacción debía haber sido otra, pero como te veo ahora mismo me aseguro que no me sigo equivocando —sonríe la descarada, mientras se estaciona en mi casa.
—Te odio tanto —suspiro, irritada.
—Me amas, gomita —ríe, luego se acomoda mejor en el asiento y me mira—. Sin mí y tu madre estuvieras perdida, agradéceme en vez de hacer un puchero de niña malcriada.
—Ya no necesito escuchar tu voz por hoy. Gracias —salgo del auto, molesta porque tiene toda la maldita razón, le lanzo la puerta que al cerrarse me percato que la lance con mucha fuerza. Me asomo por la ventana del auto, apoyando mis brazos en el vidrio. Betty me mata con la mirada—. Lo siento, no fue mi intención.
—Desaparece de mi vista —me señala con su dedo meñique—. Y no olvides no hacer nada estúpido con esa cucaracha mal pisada.
—Verás que esta vez yo seré mejor que él —le regalo una sonrisa ladeada, la cual en respuesta ella se ríe negando con su cabeza. Dirijo mi mirada al cielo y suspiro. Gracias padre celestial, por darme una mejor amiga que no comprende lo que es tener empatía.
Bajo la mirada, disimulo una sonrisa agradable y me despido sin antes darle las gracias por acompañarme y traerme a casa. Betty, solo asiente y me bota al decirme que ya me largué, por esta vez le hice caso.
Entro a la casa, todo está en silencio, concluyo en que mi mamá aún no llega del trabajo. Subo las escaleras, entro a mi habitación y lo primero que hago es sacarme el incomodo vestido que apretujaba a mi modesto cuerpo. Me pongo un short de tela y una top suelta. Salgo y bajo las escaleras para encaminarme a la cocina, mientras tanto me hago una coleta mal hecha. Que alivio es estar en casa a solas.
Llego al refrigerador en busca del tarro de helado de sabor a vainilla y chocolate, agarro una cuchara y subo de nuevo a mi habitación. Ahora que me detengo en la entrada, me doy cuenta que mi hogar de cuatro paredes esta hecho un desorden, trato de medio arreglarlo tirando todo hacia una esquina fuera de mi vista, digamos que arregle algo. Subo a mi cama sentándome en el centro, cruzo mis piernas y situó el helado en el centro.
Iba por mi segunda cucharada cuando recordé como Niall ha cambiado a otro nivel. Ya no es aquel chico empalagoso e inmaduro, actualmente desborda seriedad y madurez, claro no en su totalidad, pero a diferencia de la mía él me ganaría. Maldito hombre, lo odio.
Es difícil descifrar lo que estoy sintiendo. No sé porque estoy pensando en él en estos momentos, cuando debería estar en busca de otro tema o buscar alguna serie para entretenerme. No sé porque mis vellos se ponen de punta al recordar su rostro. No encuentro un motivo lógico para el latir desesperado de mi corazón.
Sacudo mi cabeza al percatarme hacia donde van mis pensamientos.
Aprecio y le tengo un cariño especial a Nick, llegó a mi vida de una manera inesperada. Si por un momento olvido el daño causado y rescató lo bueno, puedo afirmar que me ayudó en gran parte en reconstruir esa esperanza por el amor y cariño que te puede dar otra persona, el quitar ese miedo del que uno se aferra al no querer amar de nuevo.
Al comparar entre Niall y Nick. Pienso que Nick, posee una ventaja mayor, él aceptó su error, busca remendarlo y mejorar. Niall, cuando me hizo daño se desapareció 3 años, sin pedir una disculpa, la esperé tantos días, pero jamás llegó; mató mis ilusiones de comprender que sucedió, arreglarlo y continuar nuestra relación.
Al final, la única afectada en todo este lio seré yo. Dirán: “solo salte de ahí, no te compliques”. Ya quisiera que esas palabras sean fáciles como lo es pegar un curita en una herida.
El sonido de llamada provocado por mi teléfono me hizo despabilarme de mis pensamientos. Agarro el aparato y alzó las cejas al ver quién es. Al parecer llamé a uno con mis pensares. Deslizó mi dedo por la pantalla para responder y digo:
Aubrey: Hola, Nick.
Nick: Hola ¿Cómo estás? ¿Qué tal va el día?
Despegó el aparato de mi oreja para ver y confirmar si no me equivoqué de persona. Me extraña que pregunte cómo va mi día. Me rascó la nuca y respondo:
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Editado: 03.10.2022