El Flautista

A salvarlos

— Luego de centenares de años solo quedamos tres hombres, así que empezamos a usar la tecnología de la clonación, pero también con los siglos el resultado fue degradándose, pronto solo quede yo.

— Por eso se robó a los niños — dijo con rabia Hermann.

— Los traje para colonizar de nuevo el mundo, hace unos 150 años mi yo de ese momento vio que las clonaciones eran cada vez menos eficientes, por eso empezó a analizar los antecedentes de los viajes en el tiempo, costo mucho, pero al final yo lo logre, tuve que hacer muchos ensayos, no quería sacrificar a los pequeños, ellos son la esperanza.

— ¿Los trajo para repoblar esto? — preguntó Wanda.

— Exactamente, usaré este controlador de mentes en ellos — mostró un pequeño chip — así olvidarían totalmente su pasado, si fueran mayores siempre serían algo... rebeldes a mi control.

— No hubiera sido mejor contar que pasaba y traer a adultos — insistió la morena.

— Tan mayores tienden a pensar por sí mismo, en cambio a estas mentes libres las instruiré, así no cometerán los errores de sus antepasados. Serán seres perfectos, cuando yo no este los androides los guiarán por el camino correcto.

— Estás loco — casi le gritó Roth.

— Solo quiero hacer lo necesario para que la humanidad se mantenga en el tiempo, no quiero que lo que hicimos se repita, ahora el ambiente esta normal de nuevo, la radiación por fin se consumió a sí misma, no hay posibilidades de que nazcan mutantes como yo, las máquinas los harán comportarse como deben.

— Quiere ser el dictador de los niños, y cuando muera dejarle ese papel a los androides, ellos debe ser libres, como todo ser humano — insistió el moreno.

— Si ustedes no están conmigo, están en mi contra. Guardias a ellos — los rodearon inmediatamente — llévenlos a la celdas, debo ir a ver a los nuevos pobladores, y formar las parejas para reproducción.

— Pervertido, son solo niños — gritó Leyna mientras tragaba de soltarse.

— Todavía, pero llegará el momento que deban tener descendencia, y hay que ver quienes pueden mezclar sus ADN sin peligro que alguna enfermedad represiva aparezca. Y ver quienes deben ser destruidos por tener demasiados problemas recesivos. Espero que no sean muchos.

— Para ti no son humanos, son solo conejillos de indias, ellos deben elegir libremente con quien quieren casarse, y si no son perfectos no tienes derecho a matarlos — dijo Hermann calmado dentro de lo que cabía.

— Debo dejar todo listo, siento que me queda poco tiempo, y no puedo permitir que nazcan seres con algún problema. Esté será mi legado a la humanidad, no quiero seguirme clonando. Llévenselos.

Los dejaron en una celda en el primer nivel, donde todo estaba más deteriorado, mientras caminaban se imaginaron el lugar, en un tiempo debió ser expendido, se notaba que se llegó a un nivel tecnológico increíble para ellos, pero los conocimientos fueron modificados para el mal.

Ya solos todos pensaban en distintas cosas, sobre todo como aprovechar la tecnología del ser que los recibió para volver a su época.

— Antes que nada debemos ayudar a los pequeños primero. Este tipo quiere tenerlos como animales, solo para que la humanidad no desaparezca — explicó Wanda.

— Lo importante es que tiene una máquina del tiempo funcional, podríamos volver a nuestro tiempo — Rolf al ver la cara de desaprobación de los demás se apresuró a terminar de hablar —y devolver a los niños con sus padres, obvio.

— No creo que los pequeños vuelvan jamás a su ciudad — dijo Leyna en un susurro.

— ¿Por qué? — preguntó el moreno.

— Sino habría quedado registrado, no van a volver.

— ¿Y si nosotros somos los que cambiamos eso? — miró pensativo Hermann.

— ¿Cómo?

— En los viajes en el tiempo se puede causar paradojas, y está pude ser una, si devolvemos a la niños un poco después, igual puede que todo quede como antes, con el cambio de que los pequeños volverán, contarán donde estuvieron y como nadie les creerá, pensaran que fueron llevados al cielo.

— O al infierno, puede que los quemen como brujos.

— Deben quedarse entonces.

— Es lo mejor, la idea de este loco es buena, pero no debe controlar su vida.

— Qué haremos es la pregunta.

— Primero buscar cómo salir, y como dejar a los niños libres, mejor será que los llevaremos a nuestro tiempo, ya me imagino la cara de todos al vernos volver con los niños.

Aprovechando que todos los androides estaban distraídos con los niños, empezaron a buscar cómo salir del lugar. Aunque la tecnología era muy moderna, básicamente funcionaban igual que la que ellos conocían. Empezaron a buscar las conexiones, ya sabían a qué hora más o menos pasaban a dejarle comida y agua, así con mucha paciencia lograron descorrer algunos paneles, una semana después pudieron por fin abrir la puerta.

— Ahora debemos desactivar a los robot, así no podrán detenernos.

Fueron moviéndose lentamente, cuidándose de ir por los lugares menos concurridos, luego entraron por las ventilas del aire acondicionado, lamentablemente al rato sintieron que las alarmas se habían activado, ya sabían que habían escapado. Por fin luego de varias horas llegaron a la sala de control central, cuando estaban por apagar a todos los androides los descubrió el mutante.

— Alto, no lo hagan ¿Acaso no quieren que la humanidad llegue a su esplendor?

— Claro que sí, pero por su esfuerzo propio, no por imposición, no somos esclavos de nadie.

— Noooo.... — pero el pequeño ser que se ayudaba de un bastón para caminar no pudo hacer nada, lo empujaron tirándolo al piso.

Los viajeros desactivaron a los guardianes, los niños quedaron sin cuidadores, se desorientaron y empezaron a correr asustados por el lugar.

— Ven lo que hicieron ¿Ahora quien los cuidará? Se lastimarán.

— Nosotros los llevaremos de vuelta a nuestra era, allá los cuidaran como se debe.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.