El Florecimiento de Build

Capítulo 2

Londres Nueve años después

—Te aseguro, Build —dijo la señorita Mary Filloby con una certeza poco convincente— que es una suerte que no seamos unas bellezas deslumbrantes. Todo sería más complicado.

¿Complicado en qué sentido? quiso preguntarle Build. Porque desde donde él estaba sentado (junto a la pared, con los omegas que pasaban inadvertidos, observando a los que no pasaban inadvertidos), ser una belleza deslumbrante no parecía algo tan malo.

Pero ni siquiera preguntó. No necesitó hacerlo. Mary solo respiró una vez antes de implorar:

—Mírala. ¡Mírala!

Build ya la estaba mirando.

—Tiene ocho alfas revoloteando a su alrededor—dijo Mary con una rara mezcla de admiración y disgusto en la voz.

—Yo cuento nueve—murmuró Build. Mary se cruzó de brazos.

—Me niego a incluir a mi propio hermano.

Suspiraron juntos, con los cuatro ojos clavados en lady Begonia Dixon quien, con su boca perfecta y rosa, ojos azul cielo y hombros perfectamente curvados, había hechizado a la mitad de la población de alfas de la sociedad de Londres a pocos días de su llegada a la ciudad. Seguro que su cabello también sería glorioso, pensó Build, contrariado. Gracias a Dios que existían las pelucas. Con ellas todos los omegas eran iguales y permitían que los omegas con cabello rubio apagado pudieran competir con los que lucían rizos dorados y brillantes.

No era que a Build le molestara su cabello. Era bastante aceptable. Y hasta sedoso. Lo único que no era rizado ni dorado.

—¿Cuánto tiempo llevamos aquí sentados?—preguntó Mary en voz alta.

—Tres cuartos de hora —calculó Build.

—¿Tanto tiempo?

Build asintió con desánimo.

—Me temo que sí.

—No hay suficientes alfas—opinó Mary. Su voz había perdido intensidad y tenía un toque de desaliento. Pero era cierto. No había suficientes alfas. Muchos habían partido a luchar en las colonias, y demasiados no habían regresado. Si a eso se le agregaba la complicación que representaba lady Begonia Dixon (estaba acaparando la atención de nueve alfas solo para ella, pensó Build de mal humor), la escasez era sin duda nefasta.

—En toda la noche solo he bailado una vez —observó Mary. Hizo y una pausa, y luego—: ¿Y tú?

—Dos veces—confesó Build—. Pero una fue con tu hermano.

—Ah. Entonces no cuenta.

—Sí que cuenta—replicó Build. Thomas Filloby era un caballero con dos piernas y todos sus dientes, y en lo que a Build se refería, sí contaba.

—Ni siquiera te gusta mi hermano.

No había nada que decir que no fuera grosero o una mentira, así que Build solo hizo un gracioso y leve movimiento con la cabeza que podía interpretarse de uno u otro modo.

—Ojalá tuvieras un hermano—dijo Mary.

—¿Para que te invitara a bailar?

Mary asintió.

—Lo lamento. —Build esperó un momento; pensó que Mary le diría «Tú no tienes la culpa», pero su amiga por fin había dejado de prestar atención a lady Begonia Dixon y ahora miraba atentamente a alguien que estaba junto a la mesa de limonadas.

—¿Quién es ese? —preguntó Mary. Build inclinó la cabeza a un lado.

—El duque de Ashbourne, creo.

—No, él no —dijo Mary con impaciencia—. El que está al lado.

Build sacudió la cabeza.

—No sé. —No podía ver bien al caballero en cuestión, pero estaba seguro de que no lo conocía. Era alto, aunque no demasiado, y estaba dotado con la gracia atlética de un alfa que se sentía perfectamente cómodo con su propio cuerpo. No necesitaba verle la cara de cerca para saber que era apuesto porque, aunque no fuera elegante o su rostro no fuera el sueño de ningún Miguel Ángel, seguiría siendo apuesto.

Tenía confianza en sí mismo, y los alfas seguros de sí mismos siempre eran apuestos.

—Es nuevo —comentó Mary.

—Dale unos minutos —dijo Build con ironía—. Enseguida descubrirá a lady Begonia.

Pero, por increíble que pareciera, el caballero en cuestión no parecía estar prestando atención a lady Begonia. Se paseó por la mesa de limonadas, bebió seis tazas y luego se acercó a los aperitivos y engulló una cantidad sorprendente de comida. Build no sabía por qué estaba tan pendiente de los movimientos del caballero por el salón, excepto que era una persona nueva, y que Build estaba aburrido.

Y también porque era joven. Y apuesto.

Pero sobre todo porque estaba aburrido. A Mary la había sacado a bailar un primo tercero, así que Build se quedó solo en su silla, sin nada que hacer excepto contar el número de canapés que comía el caballero nuevo.

¿Dónde estaba su madre? Seguro que ya era hora de marcharse. El aire estaba muy cargado, hacía calor y no parecía que fuera a bailar una tercera vez. Además…

—¡Hola! —dijo una voz—. Yo lo conozco.

Build pestañeó y levantó la mirada. ¡Era él! El caballero famélico que había devorado doce canapés.

No tenía ni idea de quién era.

—Es el joven Build Jakapan—dijo.

El joven Jakapan en realidad, ya que no tenía ningun hermano mayor; sin embargo, no lo corrigió. El hecho de que hubiera usado su nombre completo parecía indicar que lo conocía desde hacía un tiempo, o que lo había conocido hacía mucho tiempo.

—Lo lamento —murmuró él, pues nunca se le había dado bien fingir que sabía quién era alguien—. Yo…

—Bible Sumettikul —dijo él con una sonrisa amable—. Nos conocimos hace muchos años. Yo estaba de visita en casa de George Millerton. —Miró alrededor de la habitación—. ¿Lo ha visto? Se supone que debería estar aquí.

—Eh, sí —respondió Build, algo sorprendido ante la sociable amabilidad del señor Sumettikul. Las personas de Londres no solían ser tan simpáticas. No era que a Build le preocupara la simpatía. Solo tenía que acostumbrarse.

—Se suponía que nos encontraríamos aquí—observó el señor Sumettikul con aire distraído, mirando a su alrededor.

Build se aclaró la garganta.

—Está aquí. He bailado con él hace un rato.

El señor Sumettikul se quedó pensativo un momento y después se dejó caer en la silla que había junto a Build.



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En el texto hay: bible, bible build

Editado: 29.08.2025

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