En algún lugar de Sussex Seis meses más tarde
—¿Adónde vamos?
Hacía ocho horas que se había convertido oficialmente en Build Sumettikul, y hasta ahora le gustaba muchísimo su nuevo apellido.
—Ah, es una sorpresa —repuso Bible, con una sonrisa feroz desde el otro lado del carruaje.
Bueno, no exactamente desde el otro lado del carruaje. Build prácticamente estaba sentado en su regazo.
Y… ahora sí estaba sentado en su regazo.
—Te quiero —dijo su flamante marido, riendo ante el grito de sorpresa de Build.
—No tanto como yo a ti.
Él le lanzó su mejor mirada condescendiente.
—Crees que sabes de lo que estás hablando.
Build sonrió. No era la primera vez que tenían esa conversación.
—Muy bien —admitió él—. Quizá me quieras más, pero yo te querré mejor. —Esperó un momento—. ¿No vas a preguntar qué significa?
Build pensó en todas las maneras en las que él ya lo había querido. No se habían anticipado a los votos matrimoniales, pero tampoco habían sido precisamente castos.
Build decidió que era mejor no preguntar.
—Solo dime adónde nos dirigimos —dijo en cambio. Bible se echó a reír, rodeándolo con un brazo.
—A nuestra luna de miel —murmuró él.
Build sintió las palabras deslizándose cálidas y deliciosas sobre su piel.
—Pero ¿adónde?
—Todo a su debido tiempo, mi querido señor Sumettikul. Todo a su debido tiempo.
Build intentó regresar a su lado del carruaje (era lo que correspondía, se recordó a sí mismo) pero Bible no se lo permitió y lo retuvo con el brazo.
—¿Adónde crees que vas? —refunfuñó Bible.
—¡Eso es justo lo que no sé!
Bible se echó a reír al oírlo, soltando una carcajada sonora, efusiva, y perfecta, reconfortante al máximo. Su marido era un alfa feliz y lo hacía muy feliz. La madre de Build había dicho que él era demasiado joven, que debería haberse casado con un alfa más maduro, preferiblemente alguien que ya estuviera en posición de un título. Sin embargo, desde ese primer momento perfecto que compartieron en el salón de baile, cuando sus manos se entrelazaron y Build lo miró a los ojos por primera vez, Build no pudo imaginar otra vida con nadie que no fuera Bible Sumettikul.
Él era su otra mitad, su complemento perfecto. Serían jóvenes juntos, y después envejecerían juntos. Se tomarían de la mano y se mudarían al campo, y tendrían hijos, muchos hijos.
No quería un hogar solitario para sus hijos. Quería una multitud. Una pandilla. Quería ruido y risas, y todo lo que Bible le hacía sentir, con aire fresco, tartas de fresas y…
Bueno, también algún que otro viaje a Londres. Build no era tan rústico como para no desear que sus trajes los confeccionara Madame Lamontaine. Y por supuesto, no podía pasar un año entero sin visitar la ópera. Pero aparte de eso (y de alguna que otra fiesta; le gustaba tener compañía) quería ser padre.
Lo deseaba con todas sus fuerzas.
Y no se había dado cuenta con cuánta desesperación lo anhelaba hasta que conoció a Bible. Era como si algo en su interior hubiera estado reprimido y no le permitiera querer tener hijos hasta que encontrara al único alfa con el que se imaginaba teniéndolos.
—Ya casi estamos —dijo él, mirando por la ventana.
—¿Y estamos en…?
El carruaje, que ya había disminuido la velocidad, se detuvo y Bible levantó la mirada con una sonrisa cómplice.
—Aquí —finalizó él por Build.
La puerta se abrió, él descendió y extendió la mano para ayudarlo a bajar. Build se movió con cuidado (lo último que deseaba era caer de bruces al suelo en su noche de bodas) y después levantó la mirada.
—¿Hare and Hounds?—preguntó él, sin comprender.
—La misma —respondió Bible con orgullo. Como si no hubiese cientos de posadas exactamente iguales por toda Inglaterra.
Build pestañeó. Varias veces.
—¿Una posada?
—Por supuesto—Él se inclinó para hablarle al oído con complicidad— Supongo que te estarás preguntando por qué he elegido este sitio.
—Bueno… sí. —Una posada no tenía nada de malo. Desde fuera, parecía un lugar bien cuidado. Y si Bible lo había llevado allí era porque debía de estar limpia y ser cómoda.
—Este es el problema —dijo, llevándose la mano de Build a los labios—. Si vamos a casa, tendré que presentarte a todos los sirvientes. Claro que solo son seis, pero aun así… se ofenderán muchísimo si no les prestamos la atención adecuada.
—Por supuesto —dijo Build, aún asombrado por el hecho de que pronto sería el dueño de su propia casa. El padre de Bible le había regalado una
casa señorial pequeña y acogedora un mes antes. No era grande, pero era de ellos.
—Sin mencionar—agregó Bible— que cuando no bajemos a desayunar mañana, o al día siguiente… —Se detuvo un instante, como si pensara en algo sumamente importante— o al siguiente…
—¿No bajaremos a desayunar?
Bible lo miró a los ojos.
—Ah, no.
Build se ruborizó. Hasta la punta de los dedos de los pies.
—Por lo menos no durante una semana.
Build tragó saliva, tratando de ignorar el estremecimiento que sentía en su interior.
—Así que, ya ves —dijo con una gran sonrisa—. Si pasáramos una semana, o incluso dos, quizá…
—¿Dos semanas? —chilló Build.
Bible se encogió de hombros de una forma entrañable.
—Es posible.
—¡Dios mío!
—Te sentirías terriblemente incómodo frente a los sirvientes.
—Pero tú no —observó Build.
—No es el tipo de situaciones que a los alfas nos avergüenza — respondió él con modestia.
—Sin embargo, aquí, en la posada… —continuó Build.
—Podemos permanecer en nuestra habitación el mes entero si lo deseamos, ¡y no volver a alojarnos nunca más!
—¿Un mes? —repitió Build. A esas alturas no estaba seguro de si había palidecido o se había ruborizado.
—Lo haré si así lo quieres—dijo Bible con gesto diabólico.
—¡Bible!
—Está bien, está bien, supongo que hay uno o dos asuntos que requerirán nuestra presencia antes de Pascua.