El Florecimiento de Build

Capítulo 4

Aubrey Hall, Kent Veinte años después

Apenas Build oyó el grito de Love, supo que algo terrible había ocurrido.

No era que sus hijos nunca gritaran. Lo hacían todo el tiempo; normalmente los unos a los otros. Pero aquel no era un grito, sino un alarido. Y no era producto de la ira, la frustración o de un equivocado sentimiento de injusticia.

Era un alarido de terror.

Build corrió por la casa, a una velocidad que debería haber sido imposible para un omega en su octavo mes de embarazo. Se apresuró escaleras abajo, atravesó el vestíbulo. Corrió hacia la puerta principal, descendió la escalinata del pórtico…

Durante todo ese tiempo, Love no había dejado de chillar.

—¿Qué sucede? —preguntó sin aliento cuando por fin vio el rostro de su hija de siete años. Estaba junto al extremo del jardín occidental, cerca de la entrada al laberinto de setos, y seguía gritando.

—Love —imploró Build, tomando el rostro de su hija entre las manos— Love, por favor, dime qué sucede.

Los alaridos de Love fueron reemplazados por sollozos y se tapó las orejas con las manos, agitando la cabeza una y otra vez.

—Love, tienes que… —Build dejó de hablar de pronto. El bebé que tenía en el vientre pesaba mucho y ya estaba colocado, y el dolor que lo atravesó por haber corrido tanto fue como si le golpeara una piedra. Respiró hondo, tratando de ralentizar su pulso, y se llevó las manos a la parte baja del vientre para intentar mantenerlo dentro.

—¡Papá! —gimió Love. Parecía que era la única palabra que podía pronunciar en medio de todos esos gritos.

Un nudo helado de terror se instaló en su pecho.

—¿Qué quieres decir?

—Papá —chilló Love—. Papápapápapápapápapá…

Build le dio una bofetada. Sería la única vez que pegaría a uno de sus hijos.

Love lo miró con ojos desorbitados y respiró una gran bocanada de aire. No dijo nada, pero volvió la cabeza hacia la entrada del laberinto. Ahí fue cuando Build lo vio.

Un pie.

—¿Bible? —murmuró. Y luego gritó su nombre.

Corrió hacia el laberinto, hacia la bota que sobresalía desde la entrada, que estaba unida a una pierna, que debía estar pegada a un cuerpo, que yacía tendido en el suelo.

Inmóvil.

—¡Bible, ay, Bible, ay, Bible!—dijo, una y otra vez, entre un gemido y un grito.

Cuando llegó a su lado lo supo. Había muerto. Estaba tendido de espaldas, con los ojos aún abiertos, pero no quedaba nada de él. Había muerto. Tenía treinta y nueve años, y había muerto.

—¿Qué ha pasado? —susurró, tocándolo con desesperación, apretándole el brazo, la muñeca, la mejilla. Su mente era consciente de que no podía traerlo de vuelta, y su corazón también lo sabía, pero de algún modo, sus manos se negaban a aceptarlo. No podía dejar de tocarlo… de empujarlo, pincharlo, tirar de él, siempre sollozando.

—¿Papi?

Era Love, acercándose detrás de él.

—¿Papi?

No podía darse la vuelta. No podía. No podía mirar a su hija a la cara, sabiendo que ahora él era el único progenitor que le quedaba.

—Ha sido una abeja, papi. Le ha picado una abeja.

Build se quedó muy quieto. ¿Una abeja? ¿Qué quería decir con «una abeja»? A todo el mundo le picaba una abeja en algún momento de su vida. La picadura se hinchaba, se ponía roja, dolía.

Pero no te mataba.

—Él dijo que no era nada —explicó Love con voz temblorosa—. Dijo que ni siquiera le dolía.

Build contempló a su marido, negando con la cabeza, sin poder aceptarlo.

¿Cómo podía no haberle dolido? Lo había matado. Apretó los labios, tratando de formular una pregunta, tratando de emitir un maldito sonido, pero lo único que logró decir fue:

—C-c-c-c… —Y ni siquiera sabía qué intentaba preguntar—. ¿Cuándo sucedió? ¿Qué más dijo? ¿Dónde estabais?

¿Acaso era importante? ¿Algo de aquello importaba?

—No podía respirar —dijo Love. Build podía sentir que su hija se acercaba, y luego, en silencio, la mano de Love se deslizó hacia la de el.

Build apretó la mano de su hija.

—Luego comenzó a hacer este ruido —Love trató de imitarlo, y sonó espantoso—. Era como si se estuviera ahogando. Y luego… Ay, papi. ¡Ay, papi! —La niña se arrojó sobre Build y enterró el rostro donde alguna vez había estado la curva de la cadera. Ahora solo había un vientre, un vientre gigantesco, enorme, con un bebé que nunca conocería a su padre.

—Necesito sentarme —murmuró Build—. Necesito…

Se desmayó. Love amortiguó su caída.

Cuando Build volvió en sí estaba rodeado de sirvientes. Todos ellos tenían expresiones de estupefacción y congoja. Algunos no podían mirarlo a los ojos.

—Debemos llevarlo a la cama —dijo el ama de llaves a toda prisa. Levantó la mirada—. ¿Tenemos un jergón?

Build agitó la cabeza mientras dejaba que un lacayo lo ayudara a sentarse.

—No, puedo caminar.

—De verdad creo…

—He dicho que puedo caminar —replicó. Y luego algo se rompió y explotó en su interior. Tomó una profunda e involuntaria bocanada de aire profunda.

—Permítame ayudarlo—dijo el mayordomo con amabilidad. Lo rodeó con el brazo, y lo ayudó a ponerse de pie con cuidado.

—No puedo… pero Bible… —Se volvió para mirarlo de nuevo, pero no pudo hacerlo. Ese no era él, se dijo a sí mismo. Él no es así.

Él no era así. Tragó saliva.

—¿Y Love? —preguntó.

—La niñera ya se la ha llevado arriba —respondió el ama de llaves, acercándose al otro lado de Build.

Build asintió.

—Señor, tenemos que llevarlo a la cama. No es bueno para el bebé.

Build se llevó una mano al vientre. El bebé estaba dando patatas como un loco. Ya estaba acostumbrado. Ese bebé pateaba, golpeaba, daba vueltas y tenía hipo y nunca, jamás, se detenía. Era muy diferente de los demás. Supuso que era una buena señal. Ese iba a tener que ser fuerte.

Sofocó un sollozo. Ambos tendrían que ser fuertes.

—¿Ha dicho algo? —preguntó el ama de llaves, guiándolo hacia la casa. Build sacudió la cabeza.



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En el texto hay: bible, bible build

Editado: 29.08.2025

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