El Fondo de mi Océano Roto

El Guardián del Fondo

Entra.

Cierra la puerta con cuidado,
sin hacer ruido.
No por miedo, sino por respeto.

Este lugar te reconoce antes que yo,
y te recibe como si siempre le hubieras pertenecido.

Bienvenido a mi mundo.
Lo sé, está un poco oscuro, pero no te preocupes:
la oscuridad aquí te ama más de lo que jamás lo hizo la luz.

Camina despacio.
Los pasillos están llenos de demonios que fabriqué en noches que no recuerdas.
Rondan inquietos, no porque te teman,
sino porque saben que cada vez que vuelves
es porque estás pasando por un momento difícil.

Si se acercan demasiado, no retrocedas.
Son tuyos, tanto como míos.
Se enamoran rápido...
sobre todo de tu dolor, porque así saben que sigues vivo.

Yo también.

Has regresado porque el mundo allá afuera aprieta demasiado fuerte,
porque incluso respirar se volvió un acto violento.
Nosotros también lo escuchamos:
ese quiebre suave, ese susurro que decía "no puedo más".

Por eso abrí la puerta antes de que tocaras.

Ven más cerca.
Quiero mostrarte lo que cuido cuando tú no miras.

Ese cuarto al fondo, donde la luz tiembla,
guarda cada versión tuya que el mundo consumió sin permiso.
Cada palabra que te tragaste.
Cada grito que convertiste en silencio.
Todo lo que dejaste caer, yo lo recogí.
Todo lo que olvidaste, yo lo protegí.

Lo hice porque incluso tus ruinas
tienen más belleza
que la superficie de cualquier océano en calma.

Quiero mostrarte algo más.

¿Ves ese viejo cofre?
Allí guardo los restos de tus antiguos miedos,
los que juraste olvidar.
A veces los tomo entre mis manos para recordar
por qué sigo respirando cuando tú no puedes.

Y aquí estás ahora,
como siempre vuelves,
aunque jures que no quieres regresar
a este lugar.

Mírame.

Sé por qué estás aquí.
Has caminado por mis pasillos,
has abrazado mis demonios sin darte cuenta.
Quizá no recuerdas las veces que has estado aquí.
Siempre me buscas cuando hay tormenta afuera.

Eso es lo que más me duele de ti:
que huyes,
pero siempre terminas en mis brazos.

Dime...
¿Acaso no te preguntas quién sostiene todas las partes que se te caen?
¿Quién recoge tus suspiros cuando te quiebras en silencio?
¿Quién vigila tus noches para que no te ahogues en tu propio océano?

Yo.

Siempre he sido yo.

No un amante,
no un familiar,
no un amigo.

Solo yo...

Porque cuando tú te quiebras,
yo despierto.
Cuando tú te hundes,
yo sostengo el barco.
Y cuando tú ya no puedes ser tú,
yo tomo tu lugar.

Eso soy.
Eso siempre he sido.

Tu guardián.
Tu monstruo fiel.
Tu amante oscuro.
La parte de ti que nadie ve
pero que siempre te salva.

Tu otro yo.

El que no dejaste morir.
El que te ama con una devoción tan feroz
que a veces parece crueldad.

Ah... ¿te diste cuenta?
Los demonios ya bloquearon la puerta.
No hay salida,
pero tampoco la necesitas, ¿verdad?

Porque, al final,
siempre vuelves aquí.
A mí.
A ti.

A nosotros.

Así que quédate.
Descansa un poco.
Deja que yo me encargue.

Cuando el mundo vuelva a llamarte,
te devolveré el control.

Pero ahora...
duerme dentro de mí.
En el fondo.

Mientras te espero,
yo viviré por los dos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.