El Descenso al Abismo.
Kira y
Vance descendieron en los trajes de inmersión profunda 'Nautilus', sus luces de xenón apenas rasgaban la oscuridad total de la Grieta de Cabo Verde. A 5.000 metros, la presión era monstruosa, y la comunicación con La Vigilancia se limitaba a pulsos de baja frecuencia.
—Nido, aquí Kira. Presión en el límite. ¿Cuál es la situación de Seraphina? —dijo Kira, su voz distorsionada por el modulador del casco.
—Capitana, Atlas ha encendido el Protocolo de Cronos con energía geotérmica desviada. Está activo. Pero aún no ha inyectado la secuencia en el Fragmento de Arcadia. Tienen menos de una hora —respondió Nido, su voz llena de tensión.
Vance monitoreaba el escáner de artefactos. La firma de energía atlante de la Grieta era abrumadora.
—Estamos cerca, Kira. La ciudad de Arcadia está justo debajo de esta saliente de roca. Seraphina está en la última puerta.
Las Defensas de la Grieta.
De repente, la oscuridad se iluminó con destellos de energía azul. Atlas había activado las defensas externas de Arcadia: drones de inmersión automatizados, armados con descargas de pulso.
—¡Es una emboscada! —gritó Vance.
Kira no dudó. Ella era la punta de lanza del equipo. Usó los propulsores de su traje para evadir los drones, mientras disparaba dardos de sobrecarga iónica.
—Vance, necesito que neutralices la red de comando de los drones. ¡Yo me encargo de la cobertura!
Vance, a pesar de las secuelas mentales del Corazón de la Atlántida, enfocó su mente. Él no podía luchar como Kira, pero su conocimiento de los sistemas atlantes era la clave..
—¡Nido! Dame una firma de sobrecarga armónica. ¡Voy a usar el Protocolo de Cronos inactivo como cebo de frecuencia!
Vance lanzó el Protocolo de Cronos (el artefacto inactivo que recuperaron de Seraphina) atado a un micro-transmisor. Los drones, programados para proteger el Protocolo a toda costa, convergieron sobre él.
Kira disparó el pulso de sobrecarga armónica. La reacción fue instantánea: los drones explotaron en destellos de luz y escombros.
El Enfrentamiento con Atlas.
El camino hacia la base de Seraphina estaba despejado. Llegaron a una fisura en la roca que conducía a una compuerta de presión.
Y allí estaba, esperando, el propio Atlas.
El ciber-genio no estaba en un traje de inmersión; estaba sentado en un vehículo submarino modificado, con un poderoso campo de fuerza protegiendo su cabina.
—Capitana Rourke. Profesor Aelarion. No creí que sobrevivirían a la presión —dijo Atlas, su voz robótica resonando en sus comunicadores.
—¡Atlas, no puedes dejar que Seraphina use el Protocolo! ¡Destruirá la placa continental! —advirtió Vance.
—El destino de la humanidad es irrelevante para mí, Profesor. Mi única misión es el orden. Y el orden será restaurado por la nueva Atlántida.
Atlas lanzó dos torpedos sónicos. Kira y Vance se dispersaron.
—¡Vance! ¡La compuerta! —gritó Kira.
Mientras Kira evadía el fuego de Atlas, Vance vio un panel de control atlante dañado cerca de la compuerta. Si lograba repararlo, podrían acceder a la base.
La carrera final había comenzado: Kira en combate submarino contra Atlas, mientras Vance intentaba desesperadamente abrir el camino a la confrontación final con Seraphina.