El fuego ancestral

CAPÍTULO 8: Poder y serenidad

Justo antes de que el grupo continuara su viaje, Katashi también le dio las gracias a su maestro, quien se desvaneció con la pagoda. Después de eso, la siguiente zona correspondía a unas ruinas ubicadas en una meseta, donde aguardaba la siguiente prueba, en compañía del siguiente objeto.

—El bosque es una interesante biblioteca —comentó Andrew—. Sin embargo, es momento de ver más allá. Me pregunto qué ha sido del mundo actualmente.

—¿A qué te refieres con actualmente? —preguntó Katashi.

—No te lo hemos dicho, pero...

—Realmente pasamos mucho tiempo ahí —dijo Bill—. Tu abuelo nos puso al tanto de lo que ha sido del mundo. Y viendo la meseta que nos espera, recuerdo el pan de cada día que era ver esos ambientes.

—Me encantaría saber más de eso.

—¡Llegamos! —gritó Raiden.

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Ante esa interrupción, el grupo continuó su paso, dejando pensativo a Katashi. A pesar de sus dudas, procuró que las mismas no impidieran su paso, así que continuó hasta que llegó a las ruinas. A su vez, el siguiente espíritu espíritu se manifestó, un hombre de túnica blanca, velludo y con cabellos e incluso piel rojiza, color que también compartía su aura.

—Sean bienvenidos.

—Debes ser otro maestro —dijo Raiden.

—Así es. Mi nombre es Hideki, y hago acto de presencia para poner la siguiente prueba al elegido que está frente a mis ojos

—Estoy listo —dijo Katashi, con tanta emoción y confianza.

—Espera. Sé que ansías hallar la espada ancestral, pero recuerda, aunque con ella obtendrás un poder inimaginable, podría ser demasiado hasta para ti mismo.

—Oh, ya veo —respondió Katashi, reduciendo la emoción mostrada en su comentario anterior.

—Descuida, puedo darte la espada aquí y ahora.

—¿Qué? —gritaron todos con asombro.

—Así es, solo demuestren poder —concluyó Hideki, dejando ambigüedad en esas palabras, e invocando soldados.

Todos unieron fuerzas, contando con una facilidad que fue efímera, ya que los soldados comenzaron a ejecutar ataques violentos, pero coordinados, de modo que algunos individuos como Bill o Charles quedaron acorralados, mientras Andrew y Amy los defendían. Por su parte, Elian se puso de espaldas con Katashi para protegerlos tanto a él como a su madre, al oso y al perrito del muchacho, arrojando flechas y dando una que otra patada.

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—¡Hagan algo, no podré resistir más!

—Hacemos todo lo que podemos —respondió Akira, repeliendo los ataques.

—¿Por qué no te transformas?

—No tan rápido —señaló Hideki, haciendo aparecer un pedestal que custodiaba la dichosa espada ancestral.

—Ahí está, vamos por ella.

—Antes de eso, necesitamos atender otros asuntos.

—Tengo una idea —señaló Elian— ¡No se suelten!

Abrazando a sus defendidos, Elian comenzó a correr y aplastar a todos los soldados hasta que, al no fijarse en la dirección que estaba siguiendo, se estrelló contra uno de los muros. Aunque quedó inconsciente, no despegó sus brazos de Katashi, Akira, Arctos y el cachorro.

—Escoge, Katashi Oka. O salvas a tus amigos y alargas tu viaje, o tomas la espada de una vez por todas. Te lo advierto, en una de esas decisiones está el poder que buscas.

Lleno de tensión, Katashi volteó de un lado a otro, viendo el brillo de la espada, pero también a su madre indefensa, pues el resto del equipo también había sido acorralado. Ni siquiera los hechizos de Amy o los ataques de Andrew podían debilitar a los guerreros.

Las cosas subieron de seriedad con la conversación de Hideki, misma que pasaba a convertirse en una humillación estoica.

—Mis hermanos se han equivocado al escoger a alguien tan débil como tú, por lo que veo.

—¡Basta!

—¿Entonces qué esperas para…? —continuó Hideki, pero sus líneas fueron interrumpidas por Katashi, quien, liberó otra onda de energía azul tras ser rodeado por sus enemigos, eliminándolos en su totalidad.

En respuesta, el hombre sonrió, así que deshizo al resto de sus soldados e invitó a Katashi a tomar la espada. Sin embargo, el pedestal se desvaneció, a fin de revelar el verdadero propósito de la prueba.

—De fuerza y poder no sólo vive el hombre, y tampoco de tomar el camino fácil. El hombre vive del poder de tomar el camino correcto y arriesgarse por los seres queridos, cosa que hiciste al momento de rescatar a tu madre, sin importar que hayas perdido esta oportunidad.

—Lo entiendo, pero…

—Sobre eso, la espada era una simple ilusión que me ayudó a realizar esta prueba, espero que también puede ayudarte. Recuerda, siempre ten en cuenta el poder de distinguir la verdad de un engaño, y acertarás —señaló Hideki, haciendo aparecer al guerrero maestro, aquel que Katashi enfrentaría por vez tercera.

Para dicha prueba, el muchacho demostró lo indicado por Hideki, atención, dominio y perseverancia, atributos que le ayudaron a derrotar al guerrero una vez más. Así, el espíritu le entregó a Katashi otra luna azul que, al igual que las lunas anteriores, levitó frente a Katashi para fundirse con su colgante.

—Por favor, guarda estas lunas hasta que encuentres la espada. Ten en cuenta que simbolizan la transición de tu habilidad, como la luna menguante, y su oscuridad siendo reemplazada por una cara blanca. Sigue tu camino, que está a punto de terminar.

—Gracias —dijo Katashi, contemplando cómo su maestro se desvanecía.

En el camino, Raiden continuó analizando los escritos, hallando unas líneas que recitaban algo en particular. «Las tres fases lunares, junto con la lágrima dorada y el emblema del aullido son lo único que despertará la luz tanto de la hoja sagrada como de su futuro portador». Tras pensarlo, el chico supo que eso tenía sentido, y que el mismo se revelaría con la obtención de la espada.




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