Ya se había hecho de noche, situación que llevó al grupo a acampar. Mientras todos dormían, Katashi notó que Andrew estaba sentado frente a la fogata, así que habló con él.
—¿Sabes algo? Anque desconozca lo que nos depara, me está gustando lo que ha sido de tu travesía, Katashi.
—¿En serio?
—No es de buen gusto responder una pregunta haciendo otra —añadió Elian, uniéndose a la plática.
—Oh… Lo siento.
—Ven, siéntate —continuó Andrew—. Por cierto, sobre lo que habías dicho hace rato...
—Dime.
—¿Qué responderías si te dijera que tengo años de antigüedad?
—Soy consciente de ello, pero, ¿qué tan antiguo eres?
—Vengo de la era donde los caballeros moraban en bosques, pantanos y montañas.
—Por mi parte, soy de una época donde abundaban los bárbaros —comentó Elian—. Creo que Amy también, mientras Bill llegó dos siglos después que nosotros. Tu abuelo fue el prisionero más reciente.
—Pero no me explico cómo han vivido mucho, y qué es lo que el devorador tomó de ustedes.
—Nosotros tampoco lo sabemos. No recordamos más allá del momento en que esos seres nos encerraron. Sin embargo, viendo lo que el devorador hacía, vemos que es muy poderoso.
—Tan poderoso como lo es peligroso —añadió Katashi— ¿Creen que lo pueda vencer?
—Depende de cómo percibas tu esfuerzo.
—Creo que tu posición actual lo atestigua —añadió Elian.
Ese comentario dejó pensativo a Katashi, pues desde hace un largo rato que esa pregunta no recorría el subconsciente del muchacho. Dejando de pensar, asintió con la cabeza, mientras decidió continuar con la plática.
—¿Gustan que entrenemos?
—Prefiero hacer otra cosa —respondió Elian, tomando su forma bestial—. De hecho, tengo una idea para eso. Suban a mi lomo.
—¿Qué propones?
—Calma, Andrew. Me lo agradecerás.
Alejándose un poco del campamento, Elian llevó al grupo a un pequeño prado, a fin de contemplar el cielo nocturno. Para su sorpresa, las estrellas dejaban ver su esplendor completo.
—¿No es hermoso ver las luces del universo?
—Definitivamente —respondió Andrew—. Ya había olvidado su belleza.
—Ahora miren esto.
Trotando, Andrew corrió por el prado, disparando flechas al cielo, mientras Andrew sacudía su espada, emulando atacar. Mientras, Katashi seguía contemplando el cielo, en compañía de la luz de las luciérnagas que despertaron gracias al paso de Elian.
—¡Conseguido!
—Vaya —respondió Katashi—. Es precioso
—Lo que uno puede lograr con sus habilidades, ¿no crees?
Sabiendo el significado de esa pregunta, Katashi reflexionó, mas mantuvo su sonrisa. Elian y Andrew también prosiguieron con el aprecio del espectáculo generado, mas el mismo se apagó, indicándoles que debían dormir. Esa vez, el chico fue a la cama con alegría, sabiendo que su aventura tuvo otra faceta, hermosa y tranquilizante.
Al aamanecer, el grupo continuó con su viaje, dando con un gigantesco laberinto de piedras y arbustos. Dado que había más de una entrada, el grupo se vio envuelto en confusión.
—¿Cómo podemos averiguar qué camino tomar? —añadió Katashi.
—No lo sé ¿Alguien tiene una idea? —respondió Raiden.
—Quizá deberíamos volar.
Sin embargo, la estrategia fue suspendida cuando una horda de esbirros del devorador apareció, provocando que el grupo tomara distintos accesos. Elián, Bill y Amy intentaron trepar los muros, mas fue inútil, pues una barrera invisible impedía tocar la parte alta del laberinto..
Tras confirmar tal dificultad, algunos intentaron enfrentarse a los monstruos, pero el espacio era demasiado angosto, así que otros siguieron corriendo, hasta que Charles liberó a sus juguetes, infiltrándolos entre los agujeros de los muros.
—Ha llegado la hora de cooperar, muchachos. Salgan.
—¿Qué es todo esto? —dijo Raiden, viendo algunos muñecos.
—Oh, no se preocupen, son mis creaciones.
—Son preciosas.
—Cuando haces lo que te apasiona, sientes que tu vida es más tranquila y dulce, y que eso les da vida a tus queridas creaciones —concluyó Charles—. Síganlos, nos ayudarán a reunirnos.
Con ayuda de esos muñecos, todos lograron hallar los caminos correctos, esperando reunirse en un solo punto. Sin embargo, todos descubrieron un camino de rosas amarillas formándose frente a ellos, así que lo siguieron hasta que llegaron a una vasta explanada. Reunidos todos, también apareció otro espíritu, una mujer de ropas y aura anaranjada.
—¿Eres otra maestra?
—Así es, mi nombre es Hanako, y soy la que pondrá la prueba final al portador de la llama sagrada.
—¿En serio? —cuestionó Katashi, con emoción por aquella respuesta.
—Conozco el paradero de la espada del antiguo guerrero, pero si ustedes también quieren saberlo, deberán combinar todo lo aprendido en el trayecto —concluyó Hanako, haciendo aparecer copias de guerreras enmascaradas para enfrentar a Katashi.
Aquel nuevo reto fue mayor, pues las cinco guerreras no sólo coordinaban sus técnicas, también atacaban de cuerpo a cuerpo. Para ayudar a Katashi, Andrew le arrojó su espada, misma que le sirvió para esquivar los progresivos ataques de las guerreras.
Sin embargo, tras analizar que dichos golpes eran similares a los vistos en las pruebas anteriores, Katashi recordó y aplicó cada maniobra aprendida. De ese modo, pudo acabar con cada guerrera, hasta que volvió a aparecer el misterioso samurái fantasma, quien entabló unas líneas con el muchacho.
—En verdad te digo que esta prueba será la que selle el destino —dijo el espíritu, comenzando así la lucha. Esa vez, el suelo se sacudía, y los choques entre una espada y otra resonaban, hasta que Katashi asestó el golpe final.
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Editado: 20.12.2024