Fue en una noche que vi a mi mamá muy mal, que me pregunté a mí mismo; que si era posible que amaneciera viva.
Mi mamá se quejaba de mucho dolor en su estómago y decidí levantarme de madrugada, y fui orar en la sala. Y me arrodille a calmarle a Dios. Estaba llorando bastante, porque presentía que mu mamá se moría en esa cama.
Hasta el día de hoy, nunca había orado cómo lo hice aquella madrugada, una oración ferviente. Cuando ocurrió algo inesperado en ese instante, Dios me escucho, y mis dos manos repentinamente sintieron dos bolas de fuego. Porque en la oración le había pedido al señor que pusiera sus manos en mis manos para si tocar a mi mamá y poder curarla.
Estupefacto por lo que sentía en mis manos, me levanto y voy hacia la habitación, y con mis dos manos cojo los dos pies de mi mamá. Cuando siento un gran viento pasar por mis manos y los pies de mi mamá, lo que me deja más sorprendido. Y le pregunto que, si había soplado, y ella me dice que no.
En la mañana siguiente, nos preparamos para ir al médico. Cuando yo fui al baño y mi mamá se acuesta en el sofá de frente hacia una ventana.
En ese instante, salió el sol y mi mamá grito al ver que el sol se movía de un lado al otro y cambiaba de colores. Llenando la de mucha luz.
Mi mamá me llamo varias veces, pero cuando fui a la sala, ya había pasado esa luz, y vi la alegría de mi mamá por esa gran experiencia.
En horas de la tarde, fuimos la médico junto a una tía. Para mostrar todos los exámenes que se le tomaron a mi mamá, y cuando el médico reviso todo, nos llevamos una enorme sorpresa.
El médico nos dijo que todos los exámenes estaban bien.
La felicidad nos albergaba, no podíamos creer que todo estaba bien. Le dimos gracias a Dios. Y desde ese momento mi mamá comenzó a mejorar, y se en gordo...
FIN
Dios nunca nos deja solo, solo tenemos que confiar en él. Porque él es nuestro padre celestial. Y los milagros ocurrirán...