El Futbolista y yo

4

La locura en mi casa era diaria, mis primos correteaban por el lugar, mi tía Sara y el tío Galo habían salido a una cena romántica al igual que el tío Paco, había niños por doquier, gritaban, corrían, saltaban, mis padres sabían como mantenerlos a raya, pero yo, no sabía como ayudara a Ricci si había tanto ruido.

 

—Papá te dije que vendría mi amigo a recibir un par de clases 

—No te preocupes Sophie, estarán muy callados, y puedes impartir en el comedor —Lo miré —No conozco a este amigo Sophie 

—Crees que si tuviera un amigo en ese sentido no te lo diría

—Dímelo tú 

—No me gusta, ya te dije, es solo por el ensayo

—Bien, pero es mejor acá abajo, ya sabes por lo de Pía 

—Bien

—¿A qué hora vendrá? —Mire el reloj 

—Veinte minutos 

—Bien, a tu madre le gustará —Viré los ojos —Sophie 

—Yo quiero ser la tía soltera 

—Y créeme que me gustaría mucho eso 

 

El café era algo que amaba, aunque había tabúes sobre este en mi familia.

—Niña alguien la busca 

—Voy, Mari gracias 

—Voy a supervisar que no maten nada 

Caminé hasta la puerta y la abrí encontrándome con Ricci, afuera estaba oscuro como si quisiera llover.

—Hola —Lo hice pasar, le señalé el perchero y el lugar donde podría dejar sus zapatos 

—Espero que no te importe, mis primos están aquí y bueno, son algo…

—Ah que no me atrapas — pasaron corriendo por en frente de nosotros 

—Niños vamos que después no habrá postre —El llanto de Pía inundo el lugar 

—Yo voy a ganar, porque soy el mejor en fut 

—Jueguen en patio —Advirtió mi padre —Usted debe ser el compañero de Sophie 

—Señor Lombardo 

—Dime Lucas, el señor Lombardo era mi padre, Sophie no presentarás a tu amigo —Yo lo miré 

—Ehh —Lo miré —Este… 

—¿Este?

—Damián Ricci, señor 

—Un gusto, dime Lucas, estarán más tranquilos en el comedor, nadie entra al comedor —Los niños asintieron y salieron corriendo

—Vamos tío verás que perderás 

—Me disculpan  

—Por aquí —Indique guiándolo hasta el comedor 

—¿Tú eres? —Mateo nos interceptó —Pensé que no tenías novio —Vire los ojos 

—Que te den Mateo, es un compañero del colegio 

—Bien, un guato Mateo, soy como el otro hermano de Sophie, ¿tú eres?

—Mateo, no molestes, ha invitado de Sophie —Dijo Mónica —Después te hace llorar 

—Damián Ricci 

—Tu padre es Bastian Ricci 

—¿Bastian? —Alce una ceja 

—Bien, pasen, nadie los molestará ni Pía, un gusto —Dijo Mónica

 

Llegamos hasta el comedor, mis cosas ya estaban ahí, me senté y él frente a mí.

—Tienes una familia muy pintoresca, no pensé que serien así 

—¿Cómo pensaste que serían? ¿Qué te comerían vivo? Si hoy no es el día comerse a los invitados, si bueno es verdad que no somos las personas más abiertas del mundo, pero no somos crueles

—No, creí que tus padres estarían de viaje y estarías sola 

—Ah, eso, no mamá y papá hacen todo para llegar a casa siempre, claro que a veces sí se van largos periodos, pero tratan de que sea muy ameno eso, o que sea mayormente en vacaciones, así yo podre ir con mi tío en Grecia o pasar con ellos, aunque la última idea queda descartada 

—¿Por qué? 

—Odio las juntas

—Nunca has faltado a clases

—Es que no dejan que lo haga —Indique —Pero yo me escaparía al círculo ártico, a ver la Aurora boreal, siempre regreso a clases, ellos llegan justo antes de navidad, si es que salen, ahora comencemos con esto Damián —Me miro —¿O te digo Ricci?

—Te digo Sophie y Lombardo 

—No perdamos la costumbre, por cierto, estaba muy lejos de atinarle a tu apellido 

—Si realmente eres mala con eso

—Bien, dime que leíste lo que te di —Levanto una ceja, hay Dios, sería difícil 

 

Damián, lo había leído todo y en poco tiempo habíamos recorrido un gran camino, así a mitad de mes tendríamos todo cubierto, y yo tendría más tiempo para el ensayo, cosa que no había avanzado mucho.

—Bien, si seguimos así, solo tendremos que vernos tres veces por semana, no eres tan tonto como pensé —Me miro —Lo siento, creo que pensé en voz alta 

—Y tú no eres tan creída como pensé —Sonreí 

—Bueno, es que no me conoces bien Ricci, no se te olvide, soy un Lombardo 

—Nunca 

—Oye Sophie prometiste jugar y nos falta uno 

—Ramiro, lo sé, pero estoy…

—Yo juego, como un descanso —Me miro —¿Te parece? —Asentí 

—¿es tu novio?

—No

—¿tu amigo?

—No 

—Oh, entonces puedes jugar desconocido de Sophie —Mi pequeño primo se fue 

—No debes hacerlo si no quieres son algo bruscos, ya verás, saldrás sin tobillos

—Tranquila, Lombardo —Me puse de pie llevándolo hasta el patio

—Bien, el desconocido de Sophie, jugará con su equipo 

—Que no —Dijo uno de mis pequeños primos, mientras Damián se ponía sus zapatos —Se nota que no sabe nada de futbol 

—Ya verás que ganaremos niño — Él lo miró 

—Si perdemos tú la pagarás Sophie

—¿Yo? —Asintió —¿Por qué?

—Es tu desconocido —Vire los ojos —Te quedarás bizca —Le saque la lengua —Que madura prima 

—Como digas Adonis 

—No me digas así —Sonreí —Hay eres una molesta

—Si

—Bien Lombardo no jugarás 

—Tú no quieres que jugué —Me miro —Iré por unos ejercicios que tengo en mi habitación

—Oye, ya juegas —Asintió y se fue con mis primos 

 

Subí a mi recámara, en el pasillo puede observar cómo mis padres escapaban de todos, más vale que no saliera un hermanito de eso, mientras espera la impresora escuchaba los gritos abajo, deben haberle arrancado los tobillos, baje con los papeles, Adonis saltaba y festejaba mientras que mi otro primo pataleaba.



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En el texto hay: nerd, futbol, futbol y mucho amor

Editado: 09.03.2024

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