El Futbolista y yo

5

Entre a la casa con frío, me saqué la chaqueta y mis zapatos, aún sentía las manos calientes de Damián en mi cintura.

 

—No crees que te demoraste mucho despidiendo —Mire a mi padre

—Yo…

—Me cae bien ese chico —Asentí 

—Okay 

—¿Te gusta?

—No, pero me gustaría que fuera mi amigo 

—Veamos que sucede 

 

Si una cosa odiaba era despertarme temprano los domingos, a duras penas me despertaba a almorzar, sabía que tenía que levantarme, pero no quería.

 

—Oye Lombardo, te ves linda dormida —Me volteé 

—Déjame dormir 

—Claro que babeas un poco 

Levante la cabeza mirando al molesto visitante, el sueño se me quito y me tape de inmediato 

—¿Qué haces aquí?

—Tu ama de llaves me dejo entrar, dijo que aún dormías, y que no había nadie más —Me volví a costar dándole la espalda

—Oye 

—Tengo sueño Damián déjame dormir si quieres puedes dormir también te hago espacio eso si no te acerques 

—¿Quieres que me acueste contigo? —No dije nada —Vamos Lombardo 

—Odio levantarme temprano 

—¿Temprano? Pero si es las dos de la tarde

—Okay, voy —Comencé a salir lentamente de la cama, me puse un saco y me puse mis lentes —Te detesto —Se rio de mí, mi estómago gruño 

—¿Qué fue eso? 

—Tengo hambre 

Salimos de la habitación y caminamos hasta la cocina, abrí el refrigerador y saque el emparedado de pavo y las papitas, lo mire.

—¿Quieres un poquito?

—No muchas gracias, Lombardo

—Bien porque no pensaba compartir —Alzo una ceja —Odio compartir mis cosas, ¿trajiste tus cosas? 

—Sí, señora —Dijo, puse el plato con las papas, el tomo una papita 

—Oye es mía —Sonrió 

—Solo unita —Asentí 

—Voy por mis cosas, vuelvo, no te comas mis papas —Lo amenacé 

Corrí a mi cuarto por mis cosas y regresé rápido, Mari estaba ahí conversando con Damián.

—Tu amigo es muy lindo, Sophie —La mire —Pero me sorprende que haya podido levantarte, tus padres regresaran tarde y tu madre dijo que no comieras papas 

—¿No le dirás verdad?

—A otra con esos ojitos —La miré —¿Siempre tienes que salirte con la tuya? —Negué 

—Nunca me salgo con la mía

—Hay tú —Sonreí y fui a sentarme junto Damián —Fue un gusto joven 

—Un gusto igual 

—¿No te comiste mis papas?

—No como crees —Lo mire analizándolo 

—Bien, empecemos así poder regresar a la camita 

—¿Te gusta dormir? 

—Los domingos sí, la cama está calentita, además me quede haciendo varias cosas de mi estúpido ensayo

—No lo olvidarás, ¿verdad?

—Tengo el humor negro cuando me levanto temprano 

—Son las dos, pues para mí temprano es las cinco

—Haber señor Ricci, no me dirá que eres un horrible madrugador —Sonrió —Oh pobre de ti, qué tipo de personas se levanta temprano

—La que tiene mucho que hacer 

—Aburrido —Me miro 

—No lo soy créeme —Se acercó a mi tanto  

—Entonces sigamos con esto, la última parte del tomo, si seguimos así, acabaremos en tres semanas todo el curso —Saco la hoja —Mira, te imprimí esto para que llenes, si leíste te irá bien 

—¿Serás profesora cuando te gradúes? Porque te iría muy bien

—No sinceramente

—Entonces 

—Aún no lo he pensado —Asintió. No sabía mi destino, mis padres nos habían dado carta blanca para elegir lo que quisiéramos, pero llegado el momento obligaron a Alejandro a estudiar algo relacionado con empresas. —Pero si necesitas clases en un futuro pondremos un precio 

—Créeme si creo que voy mal, te llamaré de inmediato   

—¿Y tú? Serás jugador profesional

—Sí, y no, estudiaré algo aparte de jugar 

—¿Qué?

—Voy a crear mi propia empresa 

—¿De qué? 

—De computadoras y autos

—¿En serio? Si son igual al tuyo, créeme que seré tu primera cliente y lo recomendaré, es más, le diré a mi hermano y a mi padre que los compren también y conociendo a mamá les diré a sus amigas y así, ocasióname te irá bien, pero si son antiguos, creo que puedo hacerme coleccionadora de autos 

—¿Cómo es que te gustan los autos?

—Papá solía arreglar los autos que teníamos, y Alejandro y yo lo ayudábamos, vivíamos en Verona. Un día un hombre vestido de negro vino y le dijo algo a papá, él y mamá partieron, cuando regresaron dijeron que deberíamos mudarnos a Roma, el abuelo estaba enfermo y quería por una vez conocernos. Le dejo todo a mi padre y murió, no regresamos a casa, papá dejo de tener tiempo para arreglar carros, aprendí mucho, así que no te libraras de mí, lo compartiré en mis redes sociales.

—Siempre tienes buenas vibras hacia las personas

—Nunca me equivoco, además no escuchaste, siempre me salgo con la mía, quiera o no y si digo que serás el próximo Bill Gates de los autos lo serás, he dicho

—No puedes salirte siempre con la tuya 

—¿Quieres ver?

—Apostemos —Lo mire y alce una ceja —O ¿tienes miedo? 

—No, no tengo miedo, ¿Qué quieres apostar? Te advierto nunca pierdo 

—Si te gano te casarás conmigo —Sentí el pavo pasarse entero por mi garganta, me pare y abrí él refríe buscando algo para tomar —Y si no — lo mire — viajarás conmigo por el Mediterráneo 

—En ninguna gano yo —Dije bebiendo más del agua —Pregunta ¿Por qué quieres que me casé contigo? Apenas nos conocemos y dudo mucho que nos podamos conocer más, nos graduamos este año, cada uno tomara un rumbo diferente 

—Considero que, si una persona confía en ti sin tener garantías, vale la pena —Alce las cejas —¿Tú qué piensas? Ve lo como un plan D, si no te casas con nadie, yo me ofrezco

—Qué sacrificado de tu parte —Aleje sarcástica —¿Y el viaje? 

—¿Qué pasa con eso? Necesitaré que me levantes el ánimo —Vire los ojos —¿De corazón?

—Idiota 



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En el texto hay: nerd, futbol, futbol y mucho amor

Editado: 09.03.2024

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