El Futbolista y yo

6

Miré el reloj, mientras esperaba con los nuevos cuestionarios, y el banco de preguntas, era la tercera cajita de jugo que tomaba, empecé a recoger mis cosas.

 

—Lombardo, Damián, dice que no puede venir y que…

—Dile al idiota de tu amigo, que no soy su chiste, y que estudié esto —Le di las hojas —Que lo veo la otra semana 

—No mates al mensajero 

Vire los ojos y tome mis cosas, salí de la biblioteca, camine hasta la salida, mi ira escalo más allá del Everest, porque mientras como idiota lo esperaba él estaba besuqueándose con la rubia de la otra vez. Apresure el paso y cruce la acera para ir a tomar el autobús, revise mi reloj, Zec se había marchado con su nueva cita y no podía llamarlo.

Además, esta mañana la señora, la de la biblioteca, dijo que no tenía los libros que solicite, bufe; redirigí mi camino hasta llegar a la biblioteca de la ciudad, el lugar era muy amplio.

Deje en la entrada mi maleta, saque la lista de libros que necesitaba, tuve que caminar hasta la parte de atrás para buscarlos, sinceramente no soy miedosa, pero sentía que en cualquier momento el payaso de IT saldría y me comería o un fantasma horrible me haría desaparecer, iba a tomar el libro cuando otra persona también lo tomo.

—Yo lo vi primero —Fue lo que dije 

—Sí, creo que sí —Voltee a ver y era un chico alto de cabello castaño —Pero yo solo quiero una página 

—Ten —Se lo extendí —Tengo que consultar si quieres puedes sentarte en mi mesa mientras tanto, me llamo Sophie

—Alberto, un gusto, no te he visto por aquí

—Mi colegio tiene biblioteca, pero parece que alguien ya solicito estos ejemplares 

—La mía también, pero alguien los solicito y no regresaron, pero aquí hay más silencio

—Cualquier fantasma estaría feliz —Sonrió, llegamos a su mesa y tomo su celular de debajo de un libro y tomo una foto a la hoja —Bien, Sophie, es todo tuyo 

—Gracias, yo lamento lo de antes

—No te preocupes —Miro alrededor —Parece estar lleno, ¿gustas? 

 

El tiempo pasó volando, cuando me di cuenta ya estaban cerrando el lugar, el chico y yo guardamos nuestras cosas, y salimos de ahí, mire mi reloj, podría llamar a mi papá.

—¿Quieres que te lleve? —Lo voltee a ver —Mi auto no está muy lejos de aquí

—Yo…

—Soy un chico normal, estudio en San Mauricio 

—Yo en San Antoni —Sonrió 

—Vamos, te llevo —Caminé junto a él —Así que nuestras escuelas son enemigas, juradas

—Eso dicen —Dije —Pero no hay que dejarse llevar

—Lo mismo digo, ¿en qué curso estas?

—El último, ¿y tú?

—Último —Nos detuvimos frente a un Ferrari rojo, me abrió la puerta, subí, él me imitó —Bien dígame, señorita, ¿A dónde?

—Al Norte camino a Milán 

—Enseguida 

Paramos frente a mi puerta, tome mis cosas

—Muchas gracias 

—No hay de que —Sonrió —Yo no sé si sea correcto, pero puedes darme tu número 

—Yo, creo que sí, me divertí mucho —Me dio su teléfono y escribí mi número 

—Bien chica de la biblioteca, nos veremos 

—Adiós 

 

Atender a clases cuando la voz de tu licenciado parecía haber sido creada para arrullar a un pelotón era un reto, la campana me salvo de que mi cara se estrellara contra el pupitre. Guarde mis cosas con pesadez, que bueno que era mi última clase, salí rumbo a mi loker, saque varias cosas y guarde otros, revise mi horario, tenía clases con Damián en tres minutos, le dije que no lo vería hasta la otra semana, cerré mi loker y él estaba parado ahí mirándome.

—Lombardo —Alce una ceja 

—Idiota —Frunció el entrecejo 

—Mira, lamento no haberte dicho… 

—No tenías porque un mensaje no puedo ir y ya —Lo mire —Ahora fíjate estoy ocupada 

—Sophie, por favor, mira, tengo prueba el viernes, además —Lo miré 

—No te pregunte 

—No seas mala

—No soy mala, solo que no soy tu burla, tengo cosas que hacer e hice una promesa, no será mi culpa, no cumplirla porque en lo que a mí concierne estoy haciendo todo lo que puedo para que vuelvas a jugar 

—Bueno, tal vez nunca juegue de nuevo —Lo mire —El entrenador busco un remplazo para mí, ¿Qué no lo sabías?

—¿Debería?

—Tu amigo me remplazará —Mi mente viajo por todos mis amigos 

—Yo no sé de quién me hablas 

—Vitelo

—¿Lorenzo? —Me reí —Vaya, no es que juegue, lo hace, pero no es que bestia como juega, además nunca ha tenido la titularidad en San Mauricio —No se rio —Lo siento Damián, ¿entonces por eso no viniste?

—El entrenador me llamo y pensé que me diría que podría jugar, pero solo me dijo que tendría un remplazo si no veía resultados sería permanente. —Mis labios se fruncieron —Y luego yo solo —Lo mire esperando que siguiera —Necesitaba olvidarlo, así que yo no vine a clases ayer —Mire sus ojos, tenía unas horribles bolsas debajo de sus ojos y estos estaban rojos

—¿Te drogas? —Negó —¿Tomas? —Dudo en responder, pero asintió —Okay, mira Damián, créeme, esto no se quedará así, pero, te aseguro que eso no solucionara nada, recuperaras tu puesto o me dejo de llamar Sophie Lombardo —Sonrió 

—Yo te tengo uno nuevo —Golpe su hombro —¿Entonces iremos a la biblioteca?

—No —Me miro alarmado —Iremos a mi casa, vamos Ricci andando 

Al salir Zec estaba junto a Lorenzo conversando, me vieron, y se acercaron.

—Creo que nos veremos más seguido —Hablo corriendo mientras miraba a Damián

—Eso escuché

—¿Nos vamos? —Pregunto Zec

—Me voy con Damián —Le tomé de la mano, sonreí 

—¿Con él? —Pregunto Lorenzo —Te dejaré conducir el Maserati

—Debemos estudiar, otro día será —Mire a Zec —Hablamos tarde

—Está bien, solo ten cuidado —Miro a Damián 

—Muchachos, milagro que los encuentro —Margarita salía con una bolsa en donde no cabía ningún libro —¿Les parece ir este finde semana a la playa? —Miro a Ricci —También puedes ir, iremos todos. Clarisa, Pedro, Sofía. Por cierto cariño —Me miro —Te has desaparecido en el almuerzo



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En el texto hay: nerd, futbol, futbol y mucho amor

Editado: 09.03.2024

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