Papá me mira, le explico que no iré a la cena.
—Salúdame a Damián —Dice
Me pasan dejando por la escuela y yo voy a la taquilla a comprar el boleto, al entrar el lugar esta abarrotado de camisetas rojas con franjas amarillas. La gente grita y aclama. La banda de la escuela toca tambores animando al equipo. Diviso a Camila con el resto de las chicas, cuando me las uno ella me saludan muy cordialmente. Yo me siento, el partido aún no ha empezado. Camila nos entrega banderines, ella es la capitana del grupo de novias del equipo de futbol, su novio es el portero. No sé su nombre, las demás chicas son novias de hace tres años de los chicos, al parecer el único soltero era Damián.
Los jugadores salen al campo y los capitanes se dan la mano cuando están en el centro de la cancha. Damián se ve imponente cuando están sorteando la cancha. Él saca primero, el árbitro da inicio al partido y la gente grita dejándome casi sorda.
El primer tiempo transcurre con mucha algarabía de ambos bandos, los robos de balón de nuestro equipo son increíbles, pero la pelota no ha querido entrar. En los últimos minutos, Damián roba el balón y a nota un golazo desde media chancha causando un grito de las gradas, el otro equipo no pierde tiempo y sacan el balón. Uno de los jugadores se roba el balón y por un descuido logran empatar. Vamos al medio tiempo empates.
Las chicas deciden que van a comprar algo de beber y comer. Yo me quedo con Camila.
—¿Estás bien?
—No sé si me quiera aquí —Sonríe
—Obvio que sí, no le digas que te dije, pero solo el hecho de nombrarte lo pone un poco nervioso.
Me rio y es que no lo puedo imaginar.
El partido se reanuda, el segundo tiempo es intenso y lleno de fatas a nuestros jugadores, Damián roba el balón y uno de los defensas se barre y Damián sale volando. El Árbitro pita falta y todos nos ponemos de pie. Se toca el pie y los de equipo médico entran, lo sacan de la cancha y cobran penal.
No puedo ver a Damián.
—Deben haberlo llevado a los vestidores. Ve a verlo —Dice Camila —Corre
Me deslizo hasta las escaleras y bajo hasta la salida, voy por el corredor hacia los vestuarios y me detengo en la puerta al escuchar las voces del entrenador del futbol y del médico.
—Solo fue el golpe
—¿Estás seguro?
—Sí, pero deberemos hacer radiografía y tú deberás cuidar esa pierna, tal vez un poco más y tú la hubieras roto
El médico sale, pero no repara en mi presencia.
—Descansa Ricci, debo regresar al campo, vendré cuando el partido termine
El entrenador sale y yo me escondo por inercia. Cuando lo veo curvar me acerco a la puerta y tomo aire. Lo veo por una pequeña ventana, sentado mirándose la pierna sobre una mesa de metal, se pasa la mano por el rostro con frustración. Tal vez le duele más de lo que dice. Entro despacio, él regresa la vista a mi dirección y se queda de piedra.
No digo nada, solo lo miro y reparo su pierna.
—¿Te perdiste acaso? —Pregunta osco
—Yo, vine a verte jugar y me preocupé ¿Estás bien?
Me mira.
—¿Qué haces aquí Sophie?
Me mojo los labios en un intento de ganar valor. Su mirada esta en mi rostro, tomo aire y empiezo el vómito verbal.
—Lo siento, yo me comporté como una estúpida, pero era difícil creer que el capitán de futbol y el playboy de la escuela se fijara en mí. Me dio miedo saber que mis sentimientos no eran unilaterales y preferí espantarte. No quería que me lastimaras, así que lo hice primero.
Lo miro y no dice nada. Yo no me perdonaría, así que con la poca dignidad que me queda me doy la vuelta para salir de ahí, porque es obvio que no me quiere ahí.
—¿A dónde vas? —Me giro un poco
—No quiero incomodarte, así que me voy —Niega
—Me duele la pierna, así que no puedo bajarme de aquí e ir por ti, debes venir tú
—¿Estás seguro?
—Ven aquí Sophie
Camino hasta él y me paro en medio de sus piernas, la mesa lo hace ver más alto.
—Lo siento —Repito
—Eso ya lo dijiste. No quiero nada más de ti que un espacio en tu corazón, uno pequeño, no suelo ocupar mucho espacio —Sonrió —¿Podrás dármelo?
—¿Podemos comenzar de nuevo? —Niega
—No, porque de ser así deberíamos regresar a la primaria donde ni siquiera sabias que existía —Lo miro sin entender. Él y yo no fuimos a la misma primaria —ocho años Sophie esperando a que me notaras, no lo hiciste y eso que era el capitán de futbol y el playboy del colegio.
—Yo no…
—Lo sé, te vi dar tu primer beso con Patrick Rizo. Supe que no me verías así que…
—¿Por qué no me dijiste nada?
—Tenía miedo
Noto la tristeza de sus ojos, aparta la mirada como si eso le pesara.
—Patrick Rizo solo me beso porque quería mi tarea de matemáticas y de lengua extranjera. Dijo que era muy sosa para que yo le gustara, y no fue el único. Así que preferí cerrarme a conocer a gente nueva y no dejarlas entrar. Deduje que los cumplidos solo eran una forma de manipularme para después obtener algo a cambio, así que los ignore.
—Patrick vive cerca de mi casa, creo que puedo darle una buena lección —Me quita un cabello del rostro —Eres la persona más interesante que he conocido, que esta loca, te gusta el futbol, amas dormir, no te gusta ordenar su escritorio y eres la chica de la cual estoy completamente enamorado.
Junta su frente con la mía, masajea mi mejilla. Se acerca lentamente hasta mí y me besa despacio, como si estuviera disfrutando de aquel beso. Cuando se separa tiene una sonrisa enorme en el rostro, lo rodeo con los brazos y él a mí.
—Debo saber algo —Lo miro levantando la vista, pero sin dejar de abrazarlo —El tipo que te ha estado viniendo a retirar
—Es un amigo de la infancia, mis padres son amigos desde la universidad, están aquí por negocios y bueno. Nunca lo he visto como algo más.
La puerta se abre y me separo de el de un salto. La madre de Damián esta en la puerta, luce muy asustada.