El Futbolista y yo

13

Me siento sosteniéndome el pecho, no sé cuanto tiempo estoy ahí. Escucho pisadas y mi nombre, pero no me muevo.

—¿Sophie?

Las muletas son lo primero que veo antes de ver a un Damián muy contrariado frente a mí. Luce afligido, triste. Cierro los ojos y me concentro en mi desbocado corazón.

—Nada de lo que dijo es cierto —Habla, pero yo solo niego —Lo juro Sophie

Me pongo de pie y lo miro. Si resulta ser verdad habré sido una idiota.

—¿Fue coincidencia que nos conociéramos aquí? ¿Lo fue?

—Joder, sí, lo fue. Jamás pensé que para que me hablaras debía tener el peor día de mi vida, aunque ahora no sé si es el mejor o el peor.

—¿De qué hablaba? —No habla —Damián solo explícame de que hablaba

—Un sábado viene a un partido, cuando aún no jugaba, salían de perder y me acerque a los muchachos a darles ánimo. Él salió y comenzó a molestarme, me dijo que así como me había quitado mi puesto, podría quitarme a ti. Lo mandé al demonio y me dijo que podría apostar.

—¿Qué dijiste? —Toma aire, las siguientes palabras son clave —La Verdad

—Que no apostaría con él por una estupidez. Joder no. Me llamo cobarde y de todo un poco, dijo que si él quería podría llevarte a la cama y eso me enojo. Los muchachos debieron sujetarme entre cinco para que no le partiera la cara. Sophie no podría apostarte nunca ni aunque me dieran dinero o lo que sea. No podría. Te amo Sophie.

Mis hombros se relajan y suelto el primer sollozo cuando me lanzo a sus brazos casi derivándolo. No sé cómo me sujeta, pero me envuelve en sus brazos.

—No llores o tendré que regresar y darle con las muletas —Me rio —Sophie —Levanta mi rostro —No tengo mucho que ofrecerte, pero mi corazón es tuyo. Jamás te lastimará de esa manera. Te amo.

Lloro más porque yo no puedo decirlo. Solo lo abrazo más.

Después de calmarme, Damián se sienta donde estaba, la pierna se le ha cansado. Esta libre y yo en cultura física, así que no tenemos mucho problema. Me siento frente a él.

—Hoy tienes tutorías —Asiento —No me gusta verte así.

—¿Así cómo?

—Insegura —Levantó la mirada y extiende su mano hasta tocarme el rostro —¿Crees que me expulsen si le rompo la pierna?

Me acerco a él con cuidado y me siento sobre sus muslos. Beso, sus labios lentamente varias veces.

—Me vuelves loco, sabes —Sonrió sobre sus labios. Sus manos están en mi cintura

—Me debes un juego Ricci —Se echa a reír

—Te daré cada uno de mis juegos desde ahora en adelante, cada gol que meta es solo tuyo.

—Al menos mil —Besa mi cuello

—Los que quieras, si gano un balón de oro será tuyo también

Cuando llego casa encuentro una nota de mis padres diciendo que tuvieron que salir de emergencia. Alejandro no esta tampoco. Estamos solo Damián y yo.

—¿Tienes hambre? —Le pregunto

—Mi dieta —Lo miro

—¿Puedes comer Verduras? —Asiente

—Proteínas, Carbohidratos, …

—Veamos que tenemos

Voy hasta la cocina y María esta ahí. Damián la saluda y le pregunto sobre la comida. Mezcla varias cosas para Damián y a mí da lo que siempre como.

Damián me habla de su rutina, de su dieta, está muy comprometido con el deporte.

Cuando terminamos subimos a mi habitación, miro a Damián suspirar. Abro la puerta y le muestro mi cuarto, lo había ordenado.

—Vayas, ¿Pero qué paso aquí?

—Bueno, supuse que debía ser más ordenada si ibas a venir más seguido, así no te deba urticaria —Me rio

—Mira un tarro de basura, y ese escritorio se ve perfecto

—Me tardé todo el domingo en arreglarlo —Sonrió

—¿Por eso llegaste tarde?

—Sí, me dormí tarde

—¿Qué película quieres ver? —Se sienta en la cama y deja a un lado sus muletas.

Yo las tomo y las acomodo en un rincón. Me paro frente a él.

Posa sus manos en mi cintura y recuesta su cabeza sobre mi pecho.

—Pensé que te perdí esta mañana. En serio, nunca en mi vida me había sentido tan asustado. Pensé que no me creerías.

Lo miro.

—¿Me mentirías?

—No —Levanta la cabeza —pero siento que debo ir con cuidado contigo. No quiero arruinar esto

—No lo harás, mira, sé que puedo ser un dolor de cabeza, pero esta relación no solo lo mantienes tu. Ahora somos un equipo, un equipo de dos.

—Vale

—Bien

Lo beso y caemos a la cama. Me rio sobre sus labios.

—¿Qué película vamos a ver?

Tengo mucho calor, cuando miro a mí alrededor y me encuentro con Damián. Esta dormido. Apago la televisión y miro el reloj son las siete de la noche. Mi ventana me dice que él esta lloviendo, un rayo ilumina a la habitación y salto volviéndome a los brazos de Damián.

—¿Estás bien?

—Se esta cayendo el cielo ahí afuera —Susurro —Deberías quedarte

—Debo llamar a mamá o me matará

Asiento.

Lo veo hablar por teléfono un rato.

—Claro, mamá, estaré bien, estoy con Sophie. Esta bueno, mamá, yo también, Sí mamá. También te quiero.

Mi teléfono suena y lo tomo.

—Mamá

—Sophie, cariño, la tormenta no nos deja regresar. Quédate dentro y dile a María que se quede porque esto no creo que pueda parar.

—Esta bien mamá, ¿están bien?

—Si cariño, cierra puertas y ventanas, okay

—Okay mamá

Miro a Damián.

—¿Crees que sea malo?

—Debe ser, mi mamá que ama su cama se quedara en la casa de su amiga.

Suena otro trueno y me paro a prender la luz pero no enciende. Voy a la puerta.

—Espera debo ir a ver a María

Voy hasta la cocina y encuentro a María encendiendo velas.

—Hay niña, qué susto

—Mis padres dicen que te quedes que esta horrible

—Dicen que es una tormenta, ¿Sus padres?

—Está bien, me das dos de esas

—Tenga ¿Quiere comer?

—Estoy bien tranquila

Subo con las velas dos platos y un encendedor. Damián esta sentado con los brazos cruzados cuando entro y pongo las velas sobre el escritorio y las enciendo.



#3796 en Novela romántica
#1142 en Chick lit

En el texto hay: nerd, futbol, futbol y mucho amor

Editado: 24.06.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.