El Gales

Capítulo 5

Una vez terminamos de revisar el perímetro, decidimos adentrarnos al lugar, Elin sacó una linterna y luego de pasar por la sala principal que estaba quemada, grafiteada y con un aroma repugnante a orina, fuimos escaleras abajo; el silencio de los subsuelos era total, podía escuchar la intensa respiración de Elin, pero allí el aroma se volvía dulce, como una fruta podrida.

—Creo que están allí abajo  dijo Elin apuntando con la linterna una trampilla salida, —¿Por qué están tardando tanto?

Los dos bajamos rápidamente, nos topamos con un largo pasillo subterráneo con azulejos verdes en las paredes y largos tubos apagados sobre el techo. Yo no aguante el invasivo olor, me sujete de una pared y estuve a nada de vomitar, hasta que oí a Elin, unos pasos mas delante hacer una expresión de impacto seguido de decir una maldición, al levantar la mirada vi que al final había tres cadáveres descuartizados y colgados con ganchos, sillas de tortura y pedazos de carne totalmente en mal estado. 

«Es la habitación de un torturador». Pensé con miedo y entonces recordé las palabras de mi padre «El comando le pertenece a militares, durante la última dictadura». Entonces vomité.

Elin estuvo también a punto, pero me ayudó a ponerme de nuevo en pie y caminar hasta la habitación del otro lado, allí estaban mi padre y Tomas guardando el equipamiento en grandes bolsos negros.

—¿Qué carajo es todo aquello? —protestó Elin, —¿Lo sabían?

—No —dijo Mateo.

Yo me apoyé contra una pared, pensé en tantas cosas que no recuerdo y por suerte tenía la esperanza de olvidar también este hecho de mi mente. El armamento parecía de buena calidad, eran pesadas ametralladoras viejas pero se veían potentes, y eran un total de ocho, con muchísima munición, mi padre se me acercó con expresión fría.

—Toma lleva estas —me paso dos bolsos muy pesados, —se fuerte soldado.

—«Soldado, ¿qué pasó con el muchacho?» —pensé, pero solo le asentí y dije —Estaré bien.

Finalmente comenzamos el retroceso, volver por donde habíamos entrado no me pareció imposible, detrás mío venía Elin, con la expresión de seria y enojada, le agradecí por ayudarme pero ni me miró. Cuando estábamos metiendo las cosas dentro del auto, aparecieron una luces por el bosque, seguidas de unos ladridos de perro, Elin maldijo y me metió a la fuerza al vehículo, desenfundó el revólver y dijo:

—Son policías, demonios vienen para acá.

 —¿Qué hacemos con nuestros padres?

Elin se deslizó al asiento de adelante y me alcanzó una pistola pequeña, ande de darmela dijo con seriedad:

—Va a ver un tiroteo, este será tu verdadero bautismo de fuego.

Busqué en vano debajo del asiento un matafuego, gotas gordas de sudor me caían por la espalda. De pronto pudimos ver que eran tres oficiales, todos de uniforme y con dos perros de raza ovejero, uno de los policías rodeó la casa con su canino agarrado del collar, otro comenzó a adentrarse al comando, mientras que el tercero se quedó de pie con el perro. Elin hizo sonar la bocina una sola vez, dentro de la oscura edificación se escucharon dos disparos que sonaban como truenos, el oficial de pie se escondió detrás del árbol y empezó a hacer sonar un silbato. Tomas, salió primero corriendo en dirección al auto, detrás venía mi padre, pero apareció por la izquierda el segundo policía que había rodeado el lugar y le disparo a quema ropa, yo salí del vehículo con el arma en la mano y me le acerque en silencio para tenerlo a tiro seguro, le apunte a unos pocos metro y no falle bala, su ovejo salto y me caso el brazo con una mordida profunda que dolió horrores, le apunte como pude con el revólver y le tire al lomo, por un momento recordé al perro de mi madre que una vez tuve que sacrificar. Me quede en el suelo sujetándome el brazo hasta que Tomas aparecio y me alzo como un bebe para meterme en el auto, allí vi a mi padre sentado en la parte de adelante, no supe si estaba inconsciente o muerto, le agite el hombro como pude, pero no reaccionaba.

—Está muerto Amser, —dijo Tomas, intentando sujetarme —le tiraron a matar esos cerdos. 

Elin conducía a gran velocidad por la carretera vacía, el sol comenzaba a salir por el horizonte, símbolo de la muerte del diablo rojo. La pérdida de sangre comenzó a hacer que me desmayara, luego recuerdo ver a Elin en algún punto del camino intentando vendarme la herida, pero por sobre todo tuve un recuerdo que nose si fue un sueño, me encontraba con mi madre en un supermercado, yo tenía diez años y volvía del colegio, el de seguridad nos había detenido porque supuestamente habíamos robado un paquete de arroz, yo en ningún momento de nuestras compras había hecho tal cosa, mi madre lo negó con vergüenza, pero el tipo insistió en que habíamos robado, nos mostró la grabación y vi a mi madre metiendo el paquete de arroz en mi mochila, nunca volvimos a ese lugar y jamás tocamos el tema de nuevo. ¿Había robado mi madre porque era una mala persona o tan solo quería sobrevivir como todos?

Cuando recuperé la conciencia vi a Elin, estaba en mi casa con una taza de té en la mano, tenía el pelo rubio suelto, le daba una apariencia salvaje que contrastaba con su forma elegante de vestir.

—Gracias por todo Elin —le dije, tratando de sentarme.

—¿Quién es Elin?

Volví a mirarla y me di cuenta que se trataba de Antonela, supe que tenía que buscar la forma de mentirle, otra vez.

 



#10329 en Otros
#1672 en Acción
#16842 en Novela romántica

En el texto hay: mafia, disparos, mafia amor armas

Editado: 01.06.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.