Era una mañana tranquila en la ciudad. Los rayos del sol se colaban entre los edificios, anunciando un día más. Silveri, un joven de 19 años, se desperezó en su pequeña y modesta habitación. Miró por la ventana hacia el muro de piedra que se alzaba a lo lejos.
"Otro día sin trabajo y sin nada que hacer", suspiró Silveri mientras se vestía lentamente. "Al menos podré ir a ver al gato misterioso que siempre está allí".
Silveri solía pasar gran parte de sus días vagando por los alrededores del muro, observando al curioso felino que se paseaba majestuosamente sobre él. Era como si el gato lo estuviera esperando, con su mirada penetrante y misteriosa.
Después de un ligero desayuno, Silveri salió de su apartamento y se dirigió hacia el muro. Conforme se acercaba, divisó la figura del gato, sentado con elegancia sobre el muro de piedra gris.
"Hola, amigo. Ahí estás de nuevo", dijo Silveri con una sonrisa, sentándose en el suelo frente al muro.
El gato lo observó sin moverse, sus ojos color ámbar brillando con una inteligencia que parecía ir más allá de lo común en un animal.
"Si tan solo pudieras hablarme", suspiró Silveri. "Me pregunto qué harás aquí, día tras día, mirando al otro lado".
De pronto, el gato abrió la boca y, para asombro de Silveri, habló con una voz grave y profunda:
"Estoy esperando al elegido. Aquel que cruzará el muro y cambiará el curso del mundo".
Silveri se quedó boquiabierto, incapaz de creer lo que acababa de escuchar.
"¿El elegido? ¿Qué quieres decir con eso?" preguntó, sintiendo cómo su corazón latía con emoción.
El gato lo miró fijamente y, sin decir más, saltó del muro y desapareció entre las sombras de los árboles al otro lado.
Silveri se quedó allí, solo, con la cabeza llena de preguntas. ¿Qué significaba todo eso? ¿Sería él, acaso, el elegido que el misterioso gato había mencionado? Una mezcla de nerviosismo y emoción lo embargó mientras miraba fijamente el muro, preguntándose qué nuevas aventuras le depararía el futuro.
Parte 2: Cruzando el Muro
Silveri pasó el resto del día rondando cerca del muro, esperando ansiosamente a que el gato regresara. Pero el felino no volvió a aparecer.
Cuando caía la noche, Silveri se sentó en su pequeña habitación, sintiéndose más frustrado que nunca. ¿Habría sido todo una ilusión? ¿Realmente había hablado con ese gato?
"Tal vez debería olvidar todo esto y seguir con mi vida", se dijo a sí mismo. Pero algo en su interior le decía que no podía dejar pasar esa oportunidad.
Al día siguiente, Silveri volvió a recorrer el muro, buscando desesperadamente alguna señal del gato. Y entonces, justo cuando estaba a punto de rendirse, lo vio: el felino apareció de entre los arbustos, observándolo fijamente.
"Sígueme", dijo el gato en su voz grave, y sin más, comenzó a caminar hacia el muro.
Silveri no lo pensó dos veces y corrió detrás del gato. Cuando llegaron al muro, el animal se detuvo y lo miró.
"Estás listo para cruzar y convertirte en el elegido. ¿Estás dispuesto a aceptar este desafío?"
Silveri sintió cómo su corazón latía con fuerza. ¿Realmente era cierto? ¿Sería él el elegido que el gato había mencionado? Sin dudarlo, asintió con la cabeza.
"Sí, estoy listo".
El gato sonrió, mostrando una sonrisa enigmática.
"Entonces, cruza el muro y descubre tu destino".
Sin más, el felino saltó al otro lado, desapareciendo entre la espesa vegetación. Silveri tomó una profunda respiración y, con una mezcla de miedo y emoción, comenzó a escalar el muro.
Cuando llegó a la cima, se detuvo por un momento, admirando el sorprendente paisaje que se extendía ante él. Era un mundo completamente diferente al que conocía, lleno de árboles frondosos, senderos sinuosos y una sensación de magia en el aire.
"Aquí voy", se dijo a sí mismo, y saltó al otro lado, dispuesto a enfrentar lo que le deparaba el futuro.
Parte 3: Encuentro con los Caballeros Felinos y el Maestro
Silveri aterrizó en el suelo del otro lado del muro con un suave golpe. Miró a su alrededor, maravillado por la belleza y la sensación de magia que impregnaba este nuevo mundo.
Escuchó un ruido entre los arbustos y, de pronto, el gato misterioso apareció frente a él, esta vez acompañado de tres figuras felinas vestidas con brillantes armaduras.
"Bienvenido, elegido", dijo el gato con su grave voz. "Estos son los Caballeros Felinos de la Orden Esmeralda, quienes te guiarán en tu camino".
Los tres caballeros se acercaron a Silveri. Uno de ellos, un enorme gato de pelaje negro, dio un paso al frente.
"Yo soy Sable, el Caballero Felino de la Espada. Es un placer conocerte, elegido".
Luego, una gata de cabellos rojos se presentó:
"Yo soy Rune, la Caballero Felina del Arco. Esperábamos tu llegada".
Por último, un gato de aspecto serio pero amable, habló:
"Y yo soy Rex, el Caballero Felino del Escudo. Juntos, te ayudaremos a cumplir tu destino".
Silveri estaba abrumado por todo lo que estaba sucediendo. ¿Elegido? ¿Destino? Era demasiado para procesar.
"Yo... no entiendo. ¿Qué espera de mí esta Orden Esmeralda?" preguntó con vacilación.
El gato se acercó a él y lo miró a los ojos.
"Tú eres el único que puede ayudarnos a restaurar nuestro reino caído. Tienes un poder único dentro de ti, y juntos, te ayudaremos a descubrirlo y a cumplir tu misión".
Justo en ese momento, una voz profunda y sabia resonó en el claro.
"Así es, mi joven amigo. Tú eres el elegido que hemos estado esperando".
Un imponente gato de pelaje dorado y ojos sabios se acercó a ellos.
"Yo soy el Maestro de la Orden Esmeralda. Y juntos, te guiaremos en tu viaje para recuperar nuestro reino".
Silveri sintió cómo el peso de esas palabras lo abrumaba. ¿Él, un simple joven sin rumbo, salvar a un reino? Era casi imposible de creer.
Pero al mirar a los Caballeros Felinos y al Maestro, que lo observaban con expectativa, supo que no tenía otra opción más que aceptar este desafío. Tragó saliva y asintió con determinación.