Akira, cojeando por la herida en su pierna, finalmente llegó al refugio donde se encontraban Bip, Bop y los aldeanos liberados. Silveri, la joven curandera, la recibió con preocupación.
"¡Akira! ¿Qué ha pasado? ¡Estás herida!" exclamó Silveri, apresurándose a examinar la lesión.
Akira le dedicó una leve sonrisa. "No es nada grave, Silveri. Logré liberar a todos los prisioneros, gracias a la distracción de Bip y Bop."
El anciano, que había estado supervisando el cuidado de los aldeanos, se acercó a Akira con su armadura de caballera felina en las manos.
"Mi querida Akira, has demostrado una vez más tu valor y coraje. Toma, esta armadura te pertenece," dijo, entregándosela.
Akira la tomó entre sus manos, contemplándola con gesto pensativo. Después de un momento, levantó la mirada y hablo con determinación.
"Abuelo, te lo agradezco, pero creo que es hora de que esta armadura tenga un nuevo dueño. Prefiero mantener un perfil más discreto de ahora en adelante."
El anciano asintió con comprensión. "Entiendo. Entonces, ¿qué es lo que propones?"
Akira sonrió levemente. "Me gustaría convertirme en un justiciero enmascarado. Alguien que luche por la justicia, pero sin llamar demasiado la atención. Quiero ser un símbolo de esperanza para nuestro pueblo, sin tener que revelar mi identidad."
El anciano reflexionó unos instantes y luego devolvió la sonrisa. "Me parece una excelente idea, mi querida Akira. Enmascarada, podrás continuar tu lucha contra la Orden Malbada sin exponerte tanto."
Akira asintió, resuelta. "Así será. A partir de ahora, seré una justiciera enmascarada, la defensora de los débiles y oprimidos."
Con su nueva determinación, Akira se preparó para continuar su viaje, dispuesta a enfrentar los desafíos que se le presentaran en su cruzada por la justicia. Ahora, no solo era la última caballera felina, sino también la misteriosa justiciera que velaría por el bienestar de su pueblo.
Entendido, aquí está la continuación del Capítulo 7 con la inclusión de Silveri:
Después de dejar atrás el refugio, Akira, Bip, Bop, Silveri y los aldeanos liberados continuaron su viaje hacia el norte, buscando un lugar más seguro para establecerse. La caballera felina, ahora convertida en justiciera enmascarada, marchaba a la cabeza del grupo, alerta a cualquier posible amenaza.
Silveri caminaba junto a Akira, preocupada por la herida en su pierna, pero confiando en la fortaleza de su amiga.
A medida que avanzaban, el paisaje se volvía más agreste y montañoso. Las sombras de las altas cumbres se proyectaban sobre el camino, dando una sensación de misterio y peligro.
De pronto, escucharon un estruendo en la distancia, seguido de gritos y alaridos. Sin dudarlo, Akira se apresuró en esa dirección, seguida por Bip, Bop y Silveri.
Al llegar al lugar, se encontraron con una escena sorprendente: un grupo de criaturas humanoides, de aspecto feroz y bestial, atacaban a unos viajeros que trataban desesperadamente de defenderse.
Sin perder un momento, Akira se lanzó al combate, desenvainando su espada y enfrentando a las criaturas con agilidad y destreza. Bip y Bop, a su vez, utilizaban sus habilidades de distracción y evasión para ayudar a los viajeros, mientras que Silveri se ocupaba de brindar primeros auxilios a los heridos.
En medio de la batalla, Akira logró vislumbrar el rostro de uno de los viajeros: era un anciano de barba blanca, de semblante sereno a pesar del caos a su alrededor. A su lado, una joven de rasgos suaves y mirada atenta luchaba con determinación.
Cuando las últimas criaturas fueron derrotadas, el anciano se acercó a Akira con una sonrisa.
"Muchas gracias, joven justiciera. Tu ayuda, y la de tus amigos, ha sido invaluable. Me llamo Shan y esta es mi discípula, Mei."
Mei, la joven, hizo una leve reverencia. "Es un honor conocer a tan valiente defensora de la justicia."
Akira, sorprendida por el reconocimiento, respondió con cautela: "Es un placer. Yo soy... la Caballera Felina Enmascarada."
Shan asintió con aprobación. "Entiendo. Veo que tu propósito es mantener tu identidad en secreto. Respetamos eso."
Bip, Bop y Silveri se acercaron, emocionados por la hazaña de Akira. "¡Eso fue increíble! ¡Eres la mejor justiciera que hemos visto!"
Akira sonrió bajo su máscara, enternecida por la admiración de sus amigos. Luego, se volvió hacia Shan y Mei.
"¿A dónde se dirigen ustedes?" preguntó.
Shan respondió: "Nos dirigimos hacia el norte, a un antiguo monasterio en las montañas. Allí esperamos encontrar respuestas y ayuda para nuestra difícil misión."
Akira miró hacia el norte, donde las cumbres se elevaban imponentes. "Tal vez pueda acompañarlos. Nuestros caminos parecen ir en la misma dirección."
Shan sonrió. "Será un honor tener a la Caballera Felina Enmascarada como compañera de viaje."
Y así, el grupo emprendió rumbo hacia el norte, enfrentando nuevos desafíos y peligros, mientras Akira se preparaba para su siguiente aventura como la misteriosa justiciera que protegería a los inocentes.
Mientras el grupo continuaba su viaje hacia el norte, guiado por el anciano Shan y su discípula Mei, Silveri comenzó a sentir una creciente inquietud.
Akira, ahora conocida como la Caballera Felina Enmascarada, parecía acaparar toda la atención del grupo. Shan y Mei la trataban con respeto y admiración, y Bip y Bop no dejaban de elogiar sus hazañas.
Silveri, quien se consideraba a sí mismo como el "elegido" destinado a salvar a todos, empezó a sentir celos de la nueva protagonista. Él quería ser el centro de atención, el héroe que todos admiraran.
Una noche, mientras el grupo descansaba alrededor de la fogata, Silveri se acercó a Akira.
"Oye, Akira, ¿no crees que deberías dejar que los demás también participemos en las tareas? No puedes hacer todo tú sola, ¿sabes?" dijo en tono ligeramente recriminatorio.