Puede parecer extraño que ahora salga con alguien cuando antes ni siquiera pensaba en ello, primero me centraba en mi estudio del bachiller, fue ahí donde conocí a Damián, mi primer novio y único amor. Antes mi vida parecía estar bastante aburrida y con él un chispa se prendió, una que no quiero apagar.
Mis padres primero se pusieron en contra y alegaron que todavía no era tiempo, que primero buscará amigos y que disfrutará un buen rato sano entre ellos, nada de alcohol y lugares extraños, sólo compartir momentos en cines y otras cosas comunes, pero yo ya me había cansado de estar sola, casi nadie me decía algo, y yo mucho menos hablaba con hombres, supongo que me daba algo de pena, pero con él fue diferente, porque primero fuimos amigos y un lazo de confianza creció entre nosotros, luego de eso pasó a ser algo más.
Me miro en el espejo y deslizo mis manos por la suave tela de mi vestido, hoy cumplimos siete meses de novios, me arreglo los rulos de mi cabello y me doy un último vistazo, me ha invitado a cenar en algún lugar. Voy hacía mi cama y agarro el bolso de mano. Hoy como todos los días mi madre me ha levantado temprano, y eso que es sábado. Mis tacones repiquetean contra la baldosa de las escaleras y es ahí cuando veo a Damián sentado en la sala hablando con mi madre, sonrío internamente porque a mi madre antes no le caía bien y ahora su relación parece haber mejorado a grandes escalas. Él levanta su rostro y una bonita sonrisa lo enmarca, sus hoyuelos, esos que tanto me gustan, se marcan más al mostrar sus blancos dientes y sus ojos azules muestran la misma alegría que estoy sintiendo ahora. Se levanta y se acerca dando zancadas.
—¡Qué bonita está mi rubia favorita! —exclama abriendo los brazos.
Me acerco sonriente y lo abrazo por la cintura, tiene puesto un pantalón negro apretado y una camiseta gris, hace que su piel se vea más blanca y que su cabello haga juego con él. Sus brazos me cubren y luego él con mucho cariño me da un beso en la frente. Mi madre aplaude rápidamente, ambos nos separamos y le hago un gesto a mi madre para que no diga nada.
—Bueno Sra. Lowell nos vemos más tarde —dice Damián con una gran sonrisa.
Toma mi mano y nos lleva afuera de la casa, allí está su auto aparcado, resaltando por la gran diferencia que tiene con los demás autos de la cuadra. No sé mucho de autos pero el de él es muy bonito, Damián mencionó una vez que es un Aude Q8 o algo así, él se acerca y me abre la puerta del copiloto, sin irse hacia su asiento se inclina y me da un suave beso, después me coloca el cinturón de seguridad. Sonrío como una boba cuando cierra la puerta y rodea el auto para entrar en él. Cuando lo hace repite el mismo proceso pero esta vez él se coloca el cinturón de seguridad y luego arranca el auto. Maneja por las calles bajo una suave música que ha colocado, mientras hablamos sobre cosas triviales. Sé que me va a llevar a esos lugares donde él y toda su familia acostumbra estar, muchas personas no creen que seamos novios y supongo que es por la diferencia económica que marca la sociedad. Nos es que mis padres sean pobres pero tampoco son ricos, están en ese punto intermedio en el que las mayoría de las personas están a diferencia de Damián, él prácticamente nació en un cuna de oro. —¿Entonces como llegó a estudiar en el colegio que yo estudiaba?— Siempre me lo preguntan cuando les digo a esas personas que nos conocimos en el colegio. Yo estudié en un colegio público toda mi vida y él empezó a estudiar desde décimo grado, él estaba estudiando en un colegio privado de renombre pero perdió un año, sus padres como castigo lo sacaron del colegio y lo mandaron en donde nos conocimos, fue demasiado gracioso cuando llegó, siempre limpiaba su pupitre porque estaba sucio y nunca comía de la cafetería porque las que atendían era sucias, eso decía él y por eso casi no se llevaba bien con nadie del salón. Un día nos colocaron juntos para hacer un trabajo y nos llevamos muy bien, encima de toda esa superficialidad de sentirse una persona superior encontré un buen amigo, por mí, él empezó a comer en la cafetería y también se empezó a llevar bien con los demás, cambió un poco y se podría decir que se volvió más humilde.
El auto se detiene frente a un restaurante lujoso, observo el lugar con curiosidad, he ido a varios restaurantes con él pero a este no me había traído. Sonrío enternecida, cuando me abre la puerta y con ayuda de él me bajo del auto. Él le entrega las llaves al botones y luego me guía a la entrada del restaurante, el lugar es realmente bonito con varias lámparas colgantes con gotas de cristal. Damián ya tenía una mesa reservada, así que, nos llevaron directamente hacia una mesa en el fondo, bastante tranquila y cómoda. Él me retira la silla para sentarme al frente de él, me dedica una sonrisa antes de decirle al camarero lo que vamos a comer. Siempre dejó que él escoja la comida; primero porque casi no conozco sobre los menús que hay en lugares como este, en un lugar normal podría pedir una bandeja paisa o hasta un churrasco pero aquí no, el menú es muy raro y poco conocido y la segunda cosa sería el precio, cuando veo lo que vale cada plato me agobio mucho y las ganas de comer se me espantan. En conclusión, prefiero mantenerme alejada del menú y dejar que Damián decida por los dos.
Después de unos minutos nos traen nuestra comida, y empezamos a comer, observo mi plato un poco, luce un poco extraño pero por el olor puedo deducir que es pescado, meto un trozo en boca y dejo salir un sonido de satisfacción.
—¿Está rico? —Pregunta Damián con curiosidad.
Asiento y vuelvo a comer otro trozo de pescado, no sé que tipo de pescado es, pero lo que sí note fue que la existencia de espinas es nula. Damián sonríe y empieza a comer de su plato, él ha pedido algo con carne de res. Comemos durante un corto tiempo en silencio.
—Te quiero proponer algo —dice Damián con lentitud.
Lo miro un segundo y sus ojos azules esperan una afirmación para que él continúe hablando. Muevo mi cabeza para que siga hablando.
—Deberíamos ir a vivir juntos —sugiere.
La comida que está en mi cuchara se resbala y cae al plato, él me mira y le quita importancia, ambas cejas se unen hacia arriba y espera una respuesta.
—No sé —murmuré un poco incómoda.
Sí, yo lo quiero y mucho, pero, ¡¿vivir juntos?! Me parece un poco apresurado, sé que me he imaginado con él en un futuro lejano, quizás casados y con hijos pero todo eso después de haber terminado la universidad y tener un trabajo sostenible. Ahora casi lo veo imposible, no sólo por mí, sino por mis padres, ellos simplemente no me dejarían.
—Sólo piénsalo y cuando tengas una respuesta me dices —él dice eso a la vez que sigue comiendo como si nada.
Vuelvo a coger la cuchara que había dejado a un lado y empiezo a comer. Cuando ya terminamos el plato nos traen el postre, él me ha pedido una torta de fresa con crema, las fresas es mi fruta favorita y él lo sabe. La de él es de chocolate con helado, cuando le doy un mordisco a una de las fresas el vuelve a hablar.
—Sí te vienes a vivir conmigo no tendrías que preocuparte por el arriendo, eso ya estaría resuelto —me meto la cuchara a la boca y el sigue hablando—, además el apartamento quedaría cerca de la universidad y no tendrías que madrugar tanto y podrías descansar un poco más.
Entre cierro lo ojos, él no lo va a dejar ir así sin más, se le nota que realmente quiere vivir conmigo, me muerdo el labio, sabe como chantajearme para que acepte rápidamente. Él tiene razón, la universidad queda muy lejos de la casa de mis padres, casi a una hora y media, siempre tengo que madrugar demasiado para poder llegar temprano a la universidad. Sigo comiendo en silencio, no quiero responder porque no quiero ¿dar falsas esperanzas? No lo sé, realmente muy en lo fondo quiero ir a vivir con él, pero mi parte racional me dice que esto es muy pronto y que probablemente no podamos llevar la situación. Damián también se queda callado pero su emoción se nota bastante, sus ojos irradian felicidad.
Cuando terminamos de comer salimos del restaurante y él conduce hasta un parque, allí hay una fuente y varios patos salvajes, el ambiente de ese lugar siempre me ha gustado, nos sentamos en una banca bajo un frondoso árbol. El clima está fresquito y nos ponemos a hablar sobre temas sin llegar a uno en especifico, él no volvió a hablar sobre el apartamento pero sé que me va a volver a preguntar.
Editado: 13.04.2019