Todavía está oscuro cuando llegué a casa, mis padres estaban en la sala conversando con una vecina, ambos levantaron la cabeza en mi dirección y saludaron. La vecina me ve y me sonríe.
—¿Cómo estás Monita? —sonrío al escuchar el apodo que casi todo el mundo me dice.
—Muy bien —respondo alegremente.
Ella estrecha sus ojos y me devuelve la sonrisa, ella conoce a Damián y siempre dice que es de esos chicos a los que no puedes dejar ir.
—Nist mañana tenemos que ir a visitar a tu tía —interrumpe mi padre y de pronto la burbuja que tenía a mi alrededor se rompió.
—Ahhh —me limitó a decir y luego intento sacar una escusa—, mañana quedé con Mel, ¿podríamos ir después?
Antes que él tenga tiempo a responder subo las escaleras, escucho como mi padre me llama a mis espaldas pero lo ignoro. Estoy cansada, caminar con tacones es realmente atormentador y cuando me dejo caer en la cama me los quito, las plantas de mis pies se sienten liberadas al tomar su posición normal en el frío suelo de mi habitación, es una sensación realmente asombrosa. Doy un largo suspiro y dejo caer mi espalda contra el colchón, no me gusta visitar a la tía, esa señora nunca me ha caído bien y siempre tiende a ser muy grosera, de manera discreta, hacia mí. Mi padre lo sabe pero es algo que le cuesta entender, además no puede obligarme a ir porque ya no soy una niña y posiblemente voy a contestar de mala manera, lo mejor que puedo hacer es huir de ir a visitarla. Solo necesito una coartada. Sostengo el celular en mis manos y busco a mi mejor amiga, cuando la encuentro le escribo un mensaje.
Ayúdame, mañana tenemos que visitar a la tía.
Espero su respuesta y no tarda en llegar.
No te preocupes lo tendré cubierto.
Sonrío, ella siempre es tan buena conmigo. Siempre hemos sido buenas amigas, nos separamos durante un tiempo porque se fue del colegio pero nos volvimos a encontrar en la universidad, claramente los mensajes y las llamadas nunca faltaron.
¿Cómo te fue hoy?
Pregunta ella, siempre es tan curiosa.
Me llevó a un restaurante y luego fuimos a caminar, todo estuvo normal.
No le digo sobre la propuesta que él hizo, porque ella lo único que haría sería confundirme más. Sé que ella diría que le dijera que sí. Hablamos un rato más sobre cosas de las Universidad, mañana iremos a algún lugar, todavía no esta decidido pero mañana habrá una escusa ingeniosa de parte de Mel. Me coloco la pijama y me despido de ella y le envío un mensajes de buenas noches a Damián, recibo uno de vuelta con corazones y caritas dando besitos. Me quedo dormida con una sonrisa en el rostro.
***
No podía tener más mala suerte, dejo caer la cabeza en la mesa del comedor. Mi padre esta mañana había llamado a los padres de Mel y estos dijeron que ella estaba enferma, maldigo internamente, ¿por qué no me dijo anoche que estaba mal?, no sé los motivos pero no puedo enojarme con ella, no es culpa que agarre de repente una gripe. Suspiro pesadamente cuando mi madre habla.
—¡Nistha desayuna rápido! —me reprende.
Levanto mi cabeza de la mesa y miro los huevos con desgana.
—No tengo hambre —murmuro en medio de un quejido.
Mi padre que se había mantenido en un segundo plano me observa con cara seria.
—Comete el desayuno —la autoridad de su voz hace que coja la cuchara de inmediato.
Mi madre vuelve a tomar de su café y seguimos comiendo en una atmosfera más que tensa. Me niego yo no quiero ir, mi madre sabe que no me llevo muy bien con mi tía y aún así me obliga a ir. Cuando dejo el plato en el lavaplatos, el timbre de la casa suena.
—Yo abro la puerta —dice mi madre antes de irse por el umbral de la cocina.
Mi padre empieza a lavar la losa mientras yo limpio el comedor, hasta que veo a mi amiga al lado de mi madre. Ella me mira con las cejas unidas.
—Hola familia Lowell —grita emocionada Mel, a mi padre se le resbala un plato de las manos.
—¿No estabas enferma? —pregunto poniendo el florero en el centro del comedor.
—Una gripe no va ha poder conmigo —dice ella levantando un brazo como si hubiera ganado una batalla. Ella está un poco pálida y tiene unas leves ojeras.
—¿A dónde van a ir? —pregunta mi padre interesado.
Miro a Mel, ella tiene que haber inventado algo, espero a que ella hable, y sin dudarlo le responde a mi padre:
—Vamos a traerle comida a GiGy —la simpleza de sus palabras hace que mi padre deje de lavar la losa y la voltea a mirar.
—¿GiGy no tiene comida? —Pregunta incrédulo Oliver.
Editado: 13.04.2019