El gato negro

Capítulo 3: Jade

Estábamos al frente de la casa, los padres de Mel no estaban y ella tampoco tenía las llaves, entonces Mel propuso devolvernos hacia mi casa a cambiarnos porque no nos íbamos a quedar todo el día con la ropa embarrada. Pero el problema no era devolvernos a mi casa, el problema era que mis padres no estaban y que teníamos que ir donde mi tía a pedirles las llaves a mis padres, porque se me quedaron las mías en la casa. Hay dos probabilidades; esperar a que los padres de Mel vuelvan de su reunión de trabajo que es bastante larga o esperar hasta por la noche a que mis padres vengan a dormir, porque sí, las visitas de mis padres no son de dos horas, son de prácticamente todo el día.

 

Eso pensaba yo, porque Mel es la persona más irritable y no podía soportar estar con la ropa llena de barro, así que, me obligó a que le diera la dirección de la casa de mi tía. Ella había dicho, "es fácil, llegamos, saludamos, tus padres nos dan las llaves y listo, adiós". Pero las cosas no podían ser así de fáciles.

 

—¿Cómo se llama tu tía? —Pregunta Mel al ver la bonita casa de la mencionada.

 

—Jade —respondo cuando ella toca la puerta de cristal.

 

—Pues tu tía Jade tiene mucha plata —la sorpresa en su voz es grande y aun más cuando la segunda puerta de la casa es abierta y aparece mi tía—, y muy bonita.

 

Tras el cristal puedo verla, como en nuestra familia ella tiene el cabello rubio, su casa tiene dos puertas, la segunda es la principal y la primera es de lujo, se podría decir. Nos observa de pies a cabeza deteniendo su mirada en la ropa manchada, se acerca y abre la puerta.

 

—No sabia que te gustaba revolcarte en el barro —dice ella con su refinada voz.

 

La cara de Mel cambia en cuestión de segundos, de pasar a admiración pasó a ser de desprecio, ella abre la boca con la intención de responderle pero mi tía se da la vuelta y nos invita a pasar. Mel me mira y susurra: "es una bruja".

 

Me río ante su comentario pero me ahogo con mi saliva cuando veo a mi madre, ella literalmente, me lanza cuchillos con su mirada y se pone todo aun peor cuando ve mi ropa. Mi tía se sienta al lado de mi padre y nos observa en silencio.

 

—¿Qué les pasó? —Pregunta mi padre.

 

Antes de poder hablar, Mel me quita las palabras de la boca.

 

—Fue culpa mía —interviene con drama y mi tía levanta una ceja divertida—, yo me caí y me lleve a Nist sin querer—pero no se detiene y sigue hablando está vez con más rapidez—, ¿nos podrían prestar las llaves de la casa? Por favor.

 

Mi padre se levanta y saca las llaves del bolsillo y cuando esta por colocar las llaves en la palma de Mel, mi tía habla.

 

—¿Por qué no se quedan a comer? —pregunta con una gran sonrisa.

 

—Es que estamos llenas de barro…

 

Mi tía levanta la mano y hace un ademán desinteresado.

 

—No importa, un poco de barro no le hace daño a nadie —se detiene y mira a mi madre con una sonrisa y agrega—, además el almuerzo ya va a estar, ¿verdad Deborah?

 

Mi madre le sonríe de manera forzada, ella esta demasiado enojada por el vestido, se le nota muchísimo, pero trata de disimular y responde como si nada.

 

—Sí, vamos a ver si ya está.

 

Mi tía y mi madre se levantan y se van a la cocina, ahora puedo respirar con tranquilidad, mi padre nos mira a ambas y se ríe.

 

—Parecen cerditas —dice con una sonrisa.

 

Mel con fingida indignación suelta una exclamación de sorpresa. El barro de la piel fue fácil de quitar cuando se seco pero el de la ropa se quedó, tendré que lavar muy bien el vestido para que mi madre dejé de estar enojada, pero aunque lo lave bien y quede reluciente, ella va a seguir peleando por eso hasta que encuentre un nuevo tema por el que discutir.

 

Mi tía regresa y nos dice que pasemos al comedor, mi padre se levanta y nosotras vamos detrás de él. Suelto el aire de mis pulmones cuando veo que dos sillas del comedor han sido reemplazadas por dos plásticas. Obviamente nosotras nos vamos a sentar ahí. Mel se sienta en silencio y yo me siento a su lado. Al frente se sienta mi padre y el asiento que queda desocupado supongo que ahí se sentará mi tía, mi madre trae los platos y los deja cada uno en su lugar mientras mi tía sirve los jugos, como dije mi tía se sienta al lado de mi padre y mi mamá se sienta en el lateral, la mesa es de seis puestos.

 

Empezamos a comer, la comida está deliciosa para que decir mentiras. Entonces mi tía deja el cubierto en el plato y mira a Mel.

 

—¿Cómo te llamas? —pregunta mirando a Mel.

 

Ella que esta comiendo de una manera demasiado rápido, se detiene y le responde:

 

—Mel.

 

Mi tía frunce las cejas, realmente ese no es el nombre de ella, es su apodo, pero como ya es la costumbre siempre dice que se llama Mel.




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