El gato que ha intentado suicidarse 7 veces (editando)

Capítulo 10

La habitación es amplia y fría, mis pies descalzos lo notan más, es algo oscura, hay una sola salida, me dirijo hacia ella, todo es tan silencioso, ni si quiera me escucho a mí misma, sigo el camino del gran pasillo, al final de este hay tres puertas blancas, me quedo quieta por unos instantes, luego observo todo el lugar desolado, camino hacia las puertas sin pensar en cual abrir.

-Tam… Tam…- Escucho un eco de voces, de varias voces, observo de nuevo el lugar lo cual da vueltas como un atroz hinoptizante, la tercera puerta se abre, en una siguiente vuelta, se abre otra puerta y así hasta llegar a la primera.

-Tam, amor- Veo a Wesley en la tercera puerta con la mano extendida-Tam, ven aquí preciosa-

-Tam… Te necesito…- Indica Stefan en la puerta de al lado- Camina hacia aquí preciosa… Ven- Stefan extiende su mano; ambos tienen la misma postura.

Una luz en particular llama mi atención, viniendo de la siguiente puerta, trae frío consigo, yo camino despacio hacia esa puerta y veo como delicadamente desaparecen Estefan y Wesley sin movimiento alguno.

Escucho de nuevo ese eco de voces y siento como el frío me abraza, me sostiene como si fuese una persona agarrándome y me trae como un imán, regreso muy rápido a la habitación inicial, mi cuerpo tiembla por unos instantes perdiendo el equilibrio, al caer cierro mis ojos por inercia, siento el impacto de la caída, los abro muy rápido y veo una luz incandescente que va mejorando a una gran lámpara cialítica.

-La tenemos de regreso- Grita una de las enfermeras.

El médico me ve perplejo –Pensé que ya te ibas- Lo indica con algo de sarcasmo- Qué bueno tenerte de vuelta, habías ido a dar una vuelta muy lejos de aquí- Me sonríe, se aleja y entrega su reanimador electrónico a una enfermera, otra le quita el gorro médico y salen todos del lugar.

Al rato entre una de las enfermeras  ya conocidas, me da una sonrisa medio lado, me traslada a otra camilla y me lleva a mi habitación inicial, sobre la mesa hay un jugo de caja, huevos y algunas galletas, la enfermera las lleva hasta el lugar y dice mirándome muy fijamente a los ojos: Bienvenida. Y se retira del lugar.

-Cariño despierta, vamos- Al abrir los ojos, detallo el lugar despacio, me miro a través del retrovisor y alguien me abraza, miro hacia mi lado derecho y es Wesley recostado sobre mi pecho, intento rechazarlo, levantando mi hombro pero me sujeta fuerte.

-Suéltame- Le espeto con desprecio.

-Eres mía, Tam- Me indica con una voz muy segura.

El hombre que va de copiloto, voltea a verme, saca un arma por un lado, la ingresa de nuevo a su traje, lleva su mano a su boca y con un dedo me indica que debo quedarme callada, Wesley se levanta, me hace una sonrisa psicópata y vuelve a recostarse en mi regaso.

Al salir de la ciudad, los de la guardía civil se pasean las calles y dejan pasar los autos con total noramlidad, yo volteo a mirarles con aungustia e intento abrir la ventana pero en mi intento Wesley agarra de mis manos, me araña e indica amenanzandome.

-Chiquita pórtate bien o sacamos la otra chiquita- Mientras que el hombre de adelante, mete la mano en su traje y me sonríe.

Yo me resigno ante mis intentos de huida y disperso mi mirada en cualquier lugar.

Esta es mi cuarta vida, una sin escapatoria y de nuevo con Wesley, una vida en la que vivimos escondidos, lejos de la luz, lejos de la libertad, lejos de casa, una donde Wesley se aprovecha de mí cuando quiere y no solo él, también quienes lo rodean, una en la que Wesley se rodea de mujeres, alcohol y dinero, no sé él a que se dedica, cada vez que intento preguntarle recibo golpes de respuesta.

 



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En el texto hay: depresion, romance, amistad

Editado: 27.08.2019

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