Continuo escuchando como esa gota sigue cayendo esa gota en algún sitio cerca de mi.
Estoy segura que desde que me encerraron en este lugar ya ha formado gran charco.
No entiendo quiénes son estos tipos o el por qué me trajeron a este lugar.
Ellos no responden mis preguntas y solo los escucho balbucear cosas sin sentido.
—¿Quiénes son ustedes?— suelto cansada y vuelvo a intentar una vez más safarme la soga atada a mis manos.
Recibo un silencio sepulcral y nada más, no responden nada, ni siquiera se inmutan en decir una sola palabra y solo percibo el olor a tabaco en el aire.
Es seguro que están fumando..
Me duelen mis manos y pies de intentar safarme de las ataduras, pero por más que lo he intentado durante horas el agarre sigue siendo igual de fuerte que antes y ya estoy agotada.
¿Quiénes son ellos?
¿Por qué me han traído aquí? ¿Qué buscan de mi? ¿Por qué no me han matado todavía?Tengo tantas preguntas y cero respuestas.
—Por favor, déjenme ir— pronuncie desesperada con un nudo en la garganta y empecé a sentir como se formaban lágrimas en mis ojos —Solo tengo 18 años, aún no he vivido nada— suelto un grito cargado de rabia y comienzo a llorar.
Escucho el estruendo de una puerta cerrándose detrás de mi y noto algunos pasos acercándose, son pasos fuertes y firmes.
¿Qué demonios? Han llegado más personas.
Los hombres que me estaban vigilando se levantan de golpe de las sillas inmediatamente y hablan idioma que apenas entiendo.
—No me hagan daño........por favor— agrego y apenas me salen las palabras en un balbuceo.
—Nosotros jamás le haríamos daño a alguien de la familia— responde un hombre y me quita el saco que tengo en la cabeza.
—¿Familia?— suelto confundida.