El gen

1. No debí salir un lunes

"—Esta muy cerca de ti Adeline— escuchaba la misma voz femenina.
Intentaba ver su rostro, pero solo era una enorme mancha blanca y comenzaba a desesperarme el no poder saber su identidad"
—Otra vez esa voz— murmure estirando mi mano he intenté apagar el despetador.
¿Qué significaba ese sueño? Comenzaba a dejar de darle importancia ya que era muy recurrente y no tenía mucho sentido.
El molesto ruido de la alarma no dejaba de sonar desde hace unos minutos ¿acaso no merecía dormir diez minutos más?
Bostezo mientras intento sentarme en la cama y despegarme de las cálidas sábanas ¡Demonios! Es tan difícil tener que levantarse tan temprano después de una gran fiesta como la de anoche, sé que debí de hacerle caso a mi conciencia y no haberle aceptado esa salida a mis compañeros.
¿Quién sale de fiesta un lunes? Nadie, absolutamente nadie.
Solo una persona consciente de que su jefe la odia y que jamás le perdonaría llegar tarde a su trabajo, mucho menos estar distraída por la cruel resaca.
Si buscas a alguien tan estricto, puntual y literalmente casado con su trabajo, ese es mi adorado jefe y justo creo que ahora es la personas que más me odia en el mundo.
¿Podría ser más afortunada? Mi jefe me odia.
Desde el día que llegué me dejó muy en claro el hecho de que no me quería aquí y desde entonces no ha habido un solo momento el que no me lo recuerde.
Todos lo adoran, pero yo no comparto ese mismo cariño, porque el maldito es como un jodido grano en el trasero nunca para de molestar.
—Señorita Miller, tenga un lindo día— saludo mi amable vecino.
El anciano se acercó y me entregó una hermosa rosa amarilla de su jardín.
—Espero que tenga razón, Don Guille— respondí y le sonreí aceptando la hermosa rosa.
Pareció confundido y ladeo la cabeza mirándome con preocupación.
—¿Continua teniendo problemas con su jefe?— preguntó y sonó inquieto.
—Es que no le agrado— respondí negando con la cabeza y traté de sonreír para no preocuparlo.
Había aceptado que posiblemente nunca le le agradaría y que solo lo vería sonreír el día que finalmente lograra echarme del lugar.
—Pero eso es imposible— comento pensativo —Todos la adoran— aseguró sonriente.
—Menos él— pronuncié resignada mientras le acomodaba su corbata.
—Hace muy mal— añade con seriedad y noto sus descontento.
Alcé mis hombros —Da igual, eso no perjudica mi desempeño en el trabajo y es lo que me importa— solté desinteresada.
Su cuerpo se relajó y lo tomé del brazo para cruzar la calle hacia su casa deteniéndose en el umbral —Esta bien— pronunció resignado y me dio un cálido beso en la mejilla antes de entrar a su hogar.
Don Guille, es como un abuelo más para mi y también es el ser más amable que he conocido, él fue la primera persona que me hizo sentir cómoda desde mi llegada.
Al principio me sentía deprimida y un poco desanimada al estar tan lejos de casa, pero el me hizo compañía y poco a poco fui sintiéndome cómoda.
Caminé hacia la acera dónde tenía estacionada mi motocicleta llegué a ella colocandome el casco y me puse en marcha hacia el trabajo rogando para que no fuera un mal día.
El camino hacia mi trabajo era poco largo, en realidad quedaba a las afueras de la ciudad duraba aproximadamente unos cuarenta y cinco minutos a mi ritmo.
Tomé la avenida principal como de costumbre hacia el centro de la cuidad y luego di el giro tomando el pequeño atajo por la carretera un poco desolada, aunque en realidad casi siempre se pueden apreciar muchos animales por el lugar.
Además debía añadir que la vista era realmente hermosa y hasta mágica podría arriesgarme a decir.
En ocasiones me detengo a apreciar lo hermosa que es la naturaleza e intento olvidar todo el caos.
—Miller M121— anuncié al interruptor esperando una respuesta o que las enormes puertas frente a mi se abran permitiéndome entrar al sitio.
La luz verde del interruptor se encendió y las puertas comienzan a abrirse dándome paso.
Ingrese saludando a los compañeros que me encuentraba por el camino mientras conducía hacia el estacionamiento, llegué al segundo piso y estacione la motocicleta quitándome el casco asegurándome de no tener el pelo tan alborotado.
El casco y mi pelo vivían en una constante lucha, se odiaban mutuamente.
Caminé por el enorme estacionamiento que tiene al menos tres plantas hacia abajo en el cuál se encuentran todo tipo de autos desde clásicos, modernos, deportivos, convertibles, híbridos y de lujo.
Me detengo frente a uno en especial el hermoso buggati negro W16 mistral el auto de mi jefe y pienso ¿que pasaría si le hago unos pequeños cambios?
—No estarás pensando en sabotearlo para que el tenga un accidente— comenta una persona a mi espalda.
Se acerca a mi mientras ríe divertido y no hace falta que me giré para reconocer de quién se trata.
—No, aunque debo aceptar que esa es una estupenda idea— respondo riendo y dándole una palmada en el brazo.
Saludo al atractivo rubio a mi lado con un abrazo como de costumbre y le alboroto su cabello no puedo permitir que se vea mejor que yo.
—Debo de confesar que cuando observo como el te trata pienso en hacerlo— pronuncia serio mientras caminamos.
Posiblemente sea uno de los pocos que en realidad saben como es mi adorado jefe ya que para el resto es como un santo y es que nadie tiene una carrera tan impecable como la suya y esa es una de las razones por las que jamás tomaría acciones en su contra.
Caminamos en silencio y el motivo es evidente, ambos tenemos una fuerte resaca por la fiesta de anoche, llegamos a el cruce de los dormitorios y el se despide tomando rumbo hacia su dormitorio.
Suspiro al llegar a la puerta —Por favor que este sea un buen turno— pronunció entrando en el dormitorio.
Tengo una terrible resaca que está acabando conmigo lentamente y de verdad ruego porque el día de hoy mi jefe olvide completamente mi existencia.
Finalmente salgo de la habitación con mi uniforme implacable y un moño perfecto.
Llego a mi escritorio y en el tengo algunos informes por terminar, aunque en realidad es solo debo afinar algunos detalles para entregarlos.
Después de una hora aproximada termino todos los informes y estoy al día con el resto del trabajo.
Sonrío victoriosa —Pensé que esto sería más difícil— suspiró aliviada.
Analizo a mi alrededor y no hay muchas personas en el lugar lo que es algo raro, pero podría tomarlo como un pequeño regalo divino.
Los presentes están tan sumidos en sus trabajos que no creo que noten que tome una pequeña siesta —¿Por qué no?— murmuro alzando los hombros.
Me acomodo en la silla de forma para que parezca estoy mirando la computadora y me pongo unos lentes oscuros que tenia sobre el escritorio, cierro mis ojos utilizando la táctica que aprendí y poco a poco voy quedándome dormid....
—¿Estuvo buena la fiesta soldado?— mierda, reconozco esa maldita voz.
Me quitó las lentes tratando de disimular y observo a mi peor tormento, mi capitán.
En tiempo récord me logro poner de pie y la diferencia de tamaño es muy notoria, es realmente un tipo alto aparte de tener un cuerpo muy trabajado y una presencia realmente intimidante.
El maldito es la tentación en persona, tan atractivo, Británico, ojos ámbar, cabello negro, labios cruelmente tentadores, mirada penetrante y una voz extremadamente varonil.
Me observa cruzado de brazos con la misma mirada de todos los días, una mirada llena de desaprobación y podría añadirle enojo e ira.
Debo despedirme, cambiar mi nombre, cambiar de aspecto, empacar todo y mudarme de pais e incluso de planeta.
—Le hice una pregunta soldado— repite con voz aspera e intenta buscar mi mirada.
Es un tipo con mucha presencia y su voz haría temblar a cualquiera.
—¿No?— respondo algo torpe.
Es un hecho de que acabo de cabar mi propia tumba.
—¿Me pregunta a mi soldado?— remarca y se me acerca tanto que puedo sentir su respiración.
Niego con la cabeza, no tengo mucho que decir, el tipo me agarró con las manos en la masa y tratar de mentirle seria la peor de las ofensas para el.
—Sigueme— ordena y me da la espalda para caminar.
¡Demonios!
El piensa matarme el mismo aquí y ahora ¿me permitirá un último deseo?
Camino a paso rápido tratando de seguirle el ritmo, espero alguna reprimenda suya o amenaza, pero solo recibo más tiempo para pensar en las miles de formas en las que podría acabar conmigo.
No me doy cuenta en que momento entramos a la sala de reuniónes y dentro se encuentran algunos de los capitanes con sus respectivos tenientes.
Al entrar todos a la sala todos se enfocan en nosotros quedándose en silencio y desvían su mirada hacia mi ¿acaso saben mi secreto?
—La esperábamos— menciona el coronel acercándose y ofreciéndome la mano.
Lo miro confundida sin entender nada ¿esperarme a mi? Esto solo significa una cosa y es que ya lo saben todo.
—Debes estar preguntándote ¿para qué?— pronuncia mi capitán entregandome una carpeta con algunas fotos y documentos.
La tomo nerviosa por su contenido y doy un respiro al ver fotografías de Mario Belcast un tratante de blancas de España.
Le hemos seguido la pista durante meses y todavía no hemos podido capturarlo ya que asuntos internos exige mejores pruebas en su contra.
En una de las fotos observo una fábrica de reciclaje abandonada a la cual han estado llegando camiones de reciclaje que intuyo no trae material para reciclar.
Hay muchos hombres en ese sitio vigilando toda la operación son al menos treinta afuera sin contar a los que deben de encontrarse dentro.
Los tipos hacen sus "entregas" cada jueves después de las ocho de la noche.
—Belcast es muy inteligente para exponerse estando allí— comento suponiendo que lo que quieren es capturarlo.
—Lo sabemos— responde el coronel.
—Tengo una fuente muy confiable dentro— anuncia el capitán —Esta asegura que el jueves Belcast se presentará personalmente para verificar las entregas— añade colocando unas nuevas diapositivas.
"Belcast ha estado haciendo negocios con un tipo ruso de nombre desconocido y ha expandido su negocio al narcotrafico"
En las imágenes se observa a Belcast con un tipo estrechando las manos en Milán, Italia por su aspecto y rasgos debe de ser el ruso ya que aparece en las siguientes fotografías.
"Tengo una fuente en la central de Italia que asegura Belcast estará en el lugar ya que será su primer entrega de este tipo de mercancía, además de que el tipo "X" es un pez aún más gordo que Belcast y este último no querría que nada malo ocurriera en su primera vez trabajando juntos"
—Estará supervisando que la operación sea exitosa y esa será nuestra oportunidad para acabar con Belcast de una vez— agrega mi capitán observando al resto.
Todos se quedan en silencio con semblantes serios algunos y pensativos.
—Sin ofender capitán, pero si Belcast no se presenta y nosotros hacemos toda una operación grande asuntos internos estará sobre nosotros— traga saliva al notar la mirada del capitán —Estoy segura de que cortará algunas cabezas— agrega nerviosa la teniente Smitt.
—Es por eso que no convoque a la mayoría de capitanes— responde el coronel con tranquilidad bebiendo de su vaso.
Todos se quedan más confundidos que antes poniéndose ante la sospecha de lo que quiere hacer el coronel y lo observan en espera de respuestas.
—Haremos de esta misión una operación pequeña y sí, puede que sea una toda locura, pero para eso hemos entrenado ¿no?— agrega el coronel observando a todos y sonríe con diversión al notar la mirada de todos.
Observan a ambos hombres como su estuvieron proponiendo una completa locura, pero nuestro trabajo suele ser así.
—Tiene todo el derecho de no querer participar teniente Smitt — menciona mi capitan con indiferencia —Solo necesitamos al menos a veinte soldados para la misión— informa.
Los capitanes presentes se observan unos a otros y algunos hablan con sus respectivos tenientes, mientras otros simplemente guardan silencio mirando a los dos hombres frente a mi.
—Por eso te estábamos esperando— suelta el coronel y dirige su mirada hacia a mi.
Todos se quedan en silencio prestando atención al coronel y nuevamente todas las miradas recaen en mi observándome con curiosidad.
—Eres una de las mejores soldados que ha tenido la central en años— menciona —Te necesito para que en esta operación seas la mano derecha de tu capitán— agrega.
Los mayorían observan atónitos y algunos me obsequian miradas despreciativas, me remuevo incómoda sujetando mi uniforme con fuerza.
—Te he visto crear salidas donde cualquiera pensaría que no existen, eres pieza clave en la misión y te necesito si las cosas llegan a salir mal— añade y me da palmadas en el hombro.
Es increíble que mi coronel haya notado eso y por unos segundos me siento halagado por mis palabras, pero tomo en cuenta de que por algo llegó a ese cargo.
—Necesitamos otra demente en esta operación ¿te nos unes?— pregunta mi capitán observándome.
Estoy dentro— respondo.
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Holis :'3
Me presento mi nombre es Darcy :')
Sí, como Fitzwilliam Darcy solamente que es mi nombre, no apellido..
Esta es mi primer obra, espero que les guste y me ayudaría mucho si dejan sus votos, también me gustaría leer sus comentarios.
La historia aún se encuentra en proceso y edición, estaré publicando los martes o sábados.
Mi instagram es im_darcys.
Por allá estaré subiendo avances y cosas relacionadas con el libro, espero verlos :')



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En el texto hay: esta es una historia con muchos secretos

Editado: 09.09.2024

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