El gen

15. Olor a rosa

La casa del capitán literalmente era una lujosa mansión moderna y sí, por el exterior era de colores oscuros como negro y gris al igual que en el interior, aunque estaba muy bien iluminada.
—Deberías de hacer el esfuerzo por portarte bien aquí pequeña traviesa— mencioné acariciando su cabeza café.
La cachorra parecía incluso más entusiasmada por estar aquí y lo demostró desde el momento que llegó brincando por todo el lugar como un conejo y moviendo su cola emocionada.
Debía aceptar que era algo deslumbrante y parecía que cada detalle estaba perfectamente pensado, aunque en realidad solo había visto una pequeña parte de la lujosa mansión.
Sin duda tenía mucho del capitán en ella...
—Te gusto mucho ¿verdad?— pregunté a la cachorra acostada cómodamente en la cama.
La habitación era grande con un gran ventanal que dejaba al descubierto una vista asombrosa hacía el enorme jardín.
Se encontraba en la segunda planta de la mansión subiendo las escaleras y era la tercer puerta de este pasillo ¿habían más habitaciones detrás de esas puertas? O solo escondían un misterio.
¿Guardará algún secreto detrás de alguna de esas dos puertas el capitán?
Las paredes eran negras y todos los muebles de un tono gris había un escritorio con una lámpara pequeña frente a la cama lo cual era perfecto para comenzar a investigar.
¿Quién le ayudó a Olivia? Tenia la ligera sospecha, pero realmente esperaba que fuera no así, ¿por qué justo ahora?
—Señorita Adeline, ¿puedo entrar?— escuché la voz de Henry el mayordomo del capitán.
Era de suponerse que tuviera subordinados en una mansión tan grande.
—Sí, pasa— respondí cortez y me senté en la cama con Kira en mis piernas.
El anciano entró al lugar con su peculiar estilo refinado y se detuvo frente a mi manteniéndose inexpresivo.
—El señor la espera para comer— pronunció con seriedad.
¿Señor? Abrí los ojos de par en par.
No había pensado en la posibilidad de que recibían el mismo trato que me daba a mi anteriormente ¿o era peor?
Me quede descorcentada cuándo el anciano salió de la habitación sin decir otra palabra ¿como bajaría las escaleras sola?
—Yo la acompañaré señorita— pronunció Dhara la hija del mayordomo en tono amable y me ayudo a levantarme de la cama.
Debí de imaginarme que habría otro comedor en la segunda planta de la mansión y donde la vista al jardín era incluso mejor que la de mi habitación.
Podía observar la enorme alberca y el jacuzzi que esperaba visitar en cuanto pudiera caminar sin morir en el intento.
—¿Y el señor Kai?— interrogue confundida al no notar al pelinegro en el lugar.
"Señor" sentí un leve escalofrío con tan solo pronunciar esas cinco letras.
—En unos minutos vendrá— respondío Henry sin mirarme terminando de acomodar la mesa.
El mayordomo cuidaba cada detalle y se aseguraba de que todo estuviera implacable.
¿Tan estricto y exigente era? No me imaginaba por el infierno que pasaban y eso en realidad explicaba la seriedad del pobre anciano.
La curiosidad me mataba y esperé estar a solas con Dhara para hacerle algunas preguntas —Debe de ser complicado servirle al señor Kai— pronuncié bebiendo un poco de agua.
Frunció el ceño confundida.
—Es todo lo contrario, señorita Adeline— respondió la chica y estaba apunto de decir algo.......Cuando las puertas se abrieron y observé la cabellera negra del capitán que hacía apto de presencia.
Comienzo a pensar que se aparece por todos lados de manera muy inesperada y suele tener ese efecto de dejarme sin habla en ocasiones.
—Puedes irte Dhara— pronunció y la chica asintió desapareciendo del lugar dejándonos solos.
El vestía muy casual y completamente de negro —¿Estás cómoda en tu habitación?— preguntó sentándose al otro lado de la mesa.
—Es perfecta, gracias capitán— pronuncié algo incómoda al notar que Henry y su esposa Margaret se acercaron a servir la comida.
Seguía sin acostumbrarme a ese tipo de cosas, crecí en otro tipo de ambiente y era algo muy refinado para mi.
El pelinegro observaba con atención hacía mi dirección y temía que se diera cuenta de mi incomodidad, maldecía que fuéramos soldados.
Era demasiado, me cuidó en el hospital y ahora se ofreció a cuidarme en su casa ¿por qué? La pregunta no me dejaba estar tranquila y me mantenía inquieta.
Nuevamente estuvimos solos, pero ninguno de los dos mencionó una sola palabra —Lo dudo— murmuró cuando terminamos de comer.
—¿Ah?— pronuncié y estuve a punto de ahogarme con el agua que tomaba.
—¿Estás bien?— pronunció en tono burlón e hizo un gesto para que Margaret se acercara y noté que traía una charola cubierta con un cloche.
—Te hace falta esto ¿no?— insinuó al momento que la mujer dejaba al descubierto el pastel de chocolate.
Abrí los ojos de par en par.
—Lo recordaste— solté con sorpresa y el asintió sonriendo ampliamente —¡Gracias!— añadí feliz casi levantándome de la mesa para abrazarlo.
Margaret me sirvió una rebanada del pastel que olía realmente delicioso y lo deguste con detenimiento y deleite cerrando los ojos al saborear el exquisito sabor.
—¿Le gustó señorita?— pronunció con nerviosismo la anciana y sostuvo con fuerza su mandil.
Asentí sonriendo —Este el mejor pastel de chocolate que he probado— pronuncié y tomé su mano —Muchas gracias Margaret— añadí genuina y agradecida.
Su rostro se iluminó con alegría —Kai me pidió que lo preparara especialmente para usted señorita— comento con entusiasmo y observó al pelinegro con mucho cariño.
La amable mujer después de eso se marchó del lugar sonriendo muy alegre e ignoré al capitán hasta terminar el postre.
En algún punto el capitán se levantó de la mesa y se apoyó en el balcón observando hacia el jardín ¿realmente ese era el mismo que me había tratado mal estos años?
¿Que cambió en él? para que ahora incluso recordara un detalle tan insignificante como ese y tuviera ese amable gesto.
—Capitán— murmure acercándome y este último se giro para verme.
Me sentí nerviosa al notar su mirada puesta en mi —¿Te sientes mal?— soltó preocupado y me tambalee un poco.
Se acercó con rapidez tomándome por la cintura evitando que cayera, lo miré directamente a los ojos y nuestras miradas se cruzaron por unos segundos —Podrías llevarme a la habitación— murmure apartando la mirada.
¿Acaso comenzaba a malinterpretar su actitud?
El me había sonreído calidamente y no pude mantener la mirada, demonios.
—Te llevaré a un lugar mejor que ese— pronunció entusiasta y me cargó en sus brazos.
¿Tan liviana era? Trague saliva cuando lo mire con discreción.
Estaba realmente muy cerca de su rostro y podía sentir su respiración, parecía que era cargada por un ángel.
Entramos en una de las dos puertas misteriosas y la habitación era igual que las demás sus paredes eran igual de negras y los muebles.
¿Que hacíamos aquí?
Observé más a detalle la habitación y noté un enorme sillón con una mesa pequeña frente a el y una pantalla inmensa, podría decirse que era un mini cinema.
—¿Qué planeas Kai?— pregunté con curiosidad notando un cuadro con una obra un poco subida de tono.
Me dejo en el sillón y buscó algo sobre la mesita que estaba en una esquina apartada del lugar ¿que busca con tanta insistencia?
¿Preservativos? Pasó la idea por mi mente y sude frío pasando saliva.
—¿Tienes frío?— preguntó tomando asiento a mi lado y negué con rapidez nerviosa—¿Qué te gustaría ver?— vi el control que tenía en sus manos y supe que era lo que buscaba con insistencia.
Tuvo sentido la razon por la que estábamos en esta habitación "distracción" el capitán buscaba que distrajera mi mente un rato.
Detalle al hombre que estaba a mi lado y me sentí un poco afortunada —Sorprendeme— pronuncié y el sonrió complacido.
No supe como reaccionar al ver que en la enorme pantalla se reproducía una de mis películas favoritas "Son como niños" podría verla mil veces y nunca cansarme de ella.
Nos mantuvimos en silencio absortos en la película y soltamos carcajadas de vez en cuando, sin duda era una película increíble.
Sin darme cuenta pronto se estaba reproduciendo la segunda película otra de mis favoritas y cuando iba por la mitad comencé a sentirme cansada, sentía cierta pesadez para mantener los ojos abiertos y terminé rendida ante el sueño.
[....]
"—Se está acercando más Adeline— escuché la misma voz femenina de siempre.
En esta ocasión la mujer pasó a mi lado caminando y la seguí confundida.
—¿Quién se acerca?— pregunté y ella se detuvo.
Miró sobre su hombro —No debes distraerte Adeline— susurró y finalmente logré observar que vestía una larga bata blanca y su cabello era muy largo de color negro.
Sentí una sensación de familiaridad al verla.
—¿Cuál es tu nombre?— solté intentando acercarme, pero una fuerza extraña me lo impidió y la mujer se alejó mientras intentaba con desesperación alcanzarla"
—¡No!— pronuncié despertando de golpe con pulso acelerado e intenté analizar dónde estaba dándome cuenta que me había dormido sobre el hombro del capitán Kai.
El capitán continuaba durmiendo plácidamente y no se había despertado por mi brusco despertar.
Esta vez sucedió algo diferente y no fue el mismo sueño de siempre, pero continuaba con la misma pregunta ¿quién es ella?
Limpié el sudor de mi frente ¿por qué siempre se aparece en mis sueños diciéndome que alguien se acerca?
Escuché como abrieron lentamente la puerta y noté como unas cabezas se asomaban con cautela era Margaret junto con Dhara ¿que buscaban? Después cerraron muy despacio la puerta y escuché sus pasos alejarse.
¿Qué fue eso?
Espere unos minutos para tranquilizarme un poco y analizar el sueño, me aparte lentamente del capitán y hice un esfuerzo para no despertarlo saliendo sigilosamente de la habitación, mientras me apoyaba en las paredes para no caerme.
Comenzaba a dejar de sentirme mareada y estaba segura de que pronto estaría de vuelta, lo necesitaba.
Cerré la puerta lentamente y caminé con suma discreción por los pasillos intentando no hacer ningún ruido —Señorita Adeline— pronunció a mi espalda Dhara haciéndome dar un brinco.
—¡Por Dios Dhara!— pronuncié tocándome el pecho —Pensé que eras el capitán— añadí intentando recuperar el aliento.
—Lo siento— respondío con temor y me reí por el miedo que había sentido ante la posibilidad de haber despertado al capitán.
—Tranquila— murmure alejándonos un poco —Es solo que no quise despertarlo, el dormía tan plácidamente que no me atreví a interrumpir su sueño— añadí en tono muy bajo.
Asintió cuando comprendió la situación —¿Y hacía dónde se dirigía señorita Adeline?— interrogo con una chispa de curiosidad.
La analicé con cautela —¿Conoces de algún lugar privado en el que pueda hacer una llamada?— interrogue.
Enarcó una ceja.
Pareció estarlo pensando y cuando al fin tuvo la respuesta su rostro se iluminó —En el jardín— respondió y la miré descorcentada —Siempre está desierto y es un lugar muy agradable— añadió con confianza.
—¿Podrías llevarme?— pregunté y ella pareció no estar muy convencida —Por favor— añadí suplicante.
Suspiró.
—Esta bien— respondió y me ayudó a bajar las escaleras dejándome en el jardín.
Espere unos minutos hasta asegurarme de que nadie estuviera lo suficiente cerca como para escuchar algo y cuando finalmente lo confirme, realicé la llamada.
Llamando= Hugo.
—¿Adeline?— respondió —¿Sucede algo?— interrogó.
—Creo que finalmente me ha encontrado — pronuncié y se formó un silencio corto.
—¿Qué haremos?— se escuchaba tenso —¿Debería de redoblar la seguridad?— volvió a interrogar
—Actuaremos con normalidad Hugo, no desesperados— pronuncié con seriedad y suspiró con pesadez —Podría ser solo una falsa alarma— me detuve notando que el capitán me buscaba por el Jardín —Debo irme— murmure.
—Adeline— pronunció —Sabes que corres un grave peligro si realmente él te encontró, no pretendas tranquilidad— añadió antes de colgar.
Sabía perfectamente el riesgo que corría si realmente me había encontrado, pero todavía existía la posibilidad de que solo estuviera equivocada y bueno, solo era cuestión de días para saberlo.
Tome un poco de aire y puse mi mejor semblante saliendo de mi escondite.
—¿Dónde estabas?— interroga frunciendo el ceño.
—Quise salir a tomar aire— respondí desinteresada y traté de pasarle al lado sin tambalearme.
—¿Segura?— añadió impidiendome el paso —Entonces ¿por qué estás tan tensa Adeline?— soltó recorriendo mi cuerpo con su mirada.
Aveces se me olvida que sabemos de lenguaje corporal o intuimos cuando algo no marcha bien.
—¿Qué dices?— solté riendo —Solo quería tomar aire y observar de cerca el hermoso jardín— añadí cerrando los ojos —El aroma de las rosas me encanta— mencioné abriendo los ojos.
No pareció convencido del todo, pero ladeo su cabeza sonriendo —Este es uno de mis lugares favoritos— comentó tomando mi brazo y caminamos por el jardín.
El lugar era hermoso y estaba muy bien cuidado, habían variedad de rosas hermosas que soltaban ese olor espléndido.
—A mi abuela le encantaba estar en el jardín, ella amaba cuidar estás rosas, lo hacía con tanta delicadeza y amor— pronunció melancólico.
Alcé mi vista analizando al pelinegro ¿realmente me estaba compartiendo algo tan personal?
Soltó un suspiro cargado de dolor —Ahora la recuerdo cada que miro estás rosas— mencionó entregandome una hermosa rosa roja.
Acaricié su brazo y recosté mi cabeza en su hombro.



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En el texto hay: esta es una historia con muchos secretos

Editado: 15.10.2024

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