Era mi última noche en la mansión del capitán, al día siguiente me iría y aunque la convivencia con él fuera agradable esperaba con ansias irme.
¿Quién iba a pensar que tenía algo de humor?
Tenía una nueva pista que me podría llevar muy cerca de la verdad sobre quién estaba detrás del ataque de Olivia y realmente necesitaba salir a investigar eso.
—¿A dónde iremos?— interrogue al pelinegro.
Por la tarde me había informado que saldríamos y no me dio ninguna pista sobre a dónde iríamos.
Se volteo y abrió los ojos de par en par perplejo centrando su vista en mi.
—Se ve preciosa señorita Adeline— pronunció Margaret entregandome el bolso que había olvidado en la habitación.
Le sonreí un poco avergonzada —Gracias— susurré tomando el bolso.
Dhara salió de la mansión acercándose —Le queda muy bien el verde y se ve espectacular con ese vestido— añadió uniéndose a la conversación —¿Verdad señor?— se dirigió al capitán que continuaba mirándome sin disimulo.
El vestido era largo, de color verde con pequeñas mangas y escote descubierto, se pegaba muy bien a mi figura.
El sacudió su cabeza ignorando a Dhara y sonrío —Es una sorpresa— respondío abriendo la puerta de la camioneta.
Me despedí de las mujeres y me subí a la camioneta observando como se despedía con cariño de Margaret.
El capitán se subió y durante el resto del camino se mantuvo en silencio dejándome descorcentada por cuál sería nuestro destino ¿qué tipo de sorpresa sería?
Se aclaró la garganta y acomodándose su saco —Llegamos— anunció abriéndome la puerta y me ofreció su mano.
Reí negando cuando noté el lugar.
—No sabía que Dhara era tan indiscreta— solté observando mi restaurante italiano favorito.
Alzó sus hombros —Deberías de tener más cuidado— se burló entregando las llaves de la camioneta al valet parking.
Entramos al lugar, era un restaurante rústico un poco alejado del centro de la ciudad y adoraba escaparme aquí por las noches.
Continuaba teniendo ese aroma tan peculiar que inundaba mis fosas nasales al dar un paso más adentrándonos en el.
El mesero nos guió hacía la mesa y nos sentamos en ella en silencio observando la carta.
—¿Alguna recomendación?— preguntó el pelinegro tomándome por sorpresa.
Lo pensé por unos segundos —Serían dos fetuccini a la carbonara, por favor— ordené amablemente al joven italiano.
Cort se quedó en espera de lo que íbamos a ordenar para tomar —Sorprendeme— respondí ante la mirada del capitán
—Un Merlot— respondío el capitán y el chico se fue inmediatamente.
No me tomó por sorpresa su elección y entrecerre los ojos al notar que sonreía ampliamente victorioso.
Cort nos sirvió algo de vino y se marchó rápidamente no sin antes tropezar hasta el punto de casi caer sobre una mesa, de hecho conocía a la mayoría del personal del lugar ya que venía con regular frecuencia y también era amiga del dueño del restaurante.
—¿Piensas ir mañana a testificar?— soltó acabando con el pequeño silencio que se había formado.
De hecho no habíamos hablado acerca del ataque de Olivia y que asuntos internos estuviera llamando con insistencia estos días solicitando que fuera a testificar, era abrumador.
—Adeline, sabes puedes hacerlo cuando terminen tus días libres— pronunció probando la pasta y fingió que no lo sorprendió su sabor.
Rapidamente fue delatado por la forma en la que cerró los ojos cuando el sabor acarició sus papilas gustativas.
Negué divertida.
—Ya dilo— bromee.
—Bien, bien— respondió rodeando los ojos —Tienes un buen gusto soldado— añadió suspirando.
—Lo sé— añadí tomando la copa de vino, agitando suavemente su contenido y aprecie su olor antes de probarlo.
Me observaba expectante —También tienes un buen gusto capitán— añadí y ambos reímos.
Comenzamos a conversar acerca de nuestros restaurantes favoritos o destinos turísticos, algunas anécdotas después se nos había pasado rápido la noche que en realidad había sido simplemente encantadora.
—No tenía idea de que no se podía hacer eso— añadí saliendo del lugar.
El capitán comenzó a burlarse de mi —¿Cómo no ibas a saberlo?— añadió riéndose fuertemente.
Le contaba acerca de cómo había sido multada en Venecia por darle de comer a las palomas.
—En mi defensa las palomas parecían muy hambrientas— contesté alzando los hombros.
Esperamos fuera del restaurante a que el valet parking regresara con la camioneta.
—Pensé que estaba mintiendo Cort—pronunció alguien a nuestras espaldas y reconocí al italiano —Pensé que no te volvería a ver nunca más— entrecerró sus ojos negando —Comenzaba a preocuparme, preciosa— añadió abrazándome.
—¿Y dejar de probar tus delicias?— pronuncié negando —Eso nunca— añadí y comenzamos a reír.
El capitán se aclaró la garganta mirándome con seriedad —Oh, perdón— reí nerviosa —Elijah, él es Kai un compañero de trabajo— pronuncié señalando al capitán.
—Siempre es un placer conocer amigos de Adeline— le ofreció la mano y el capitán la acepto —Espero que hayan disfrutado la velada— respondío cortés el italiano.
El capitán le sonrío —Creo que nos verás muy seguido por aquí— añadió el capitán recibiendo sus llaves.
Nos despedimos de el italiano y salimos del lugar tomando rumbo hacía la mansión o eso creía.
—Te equivocaste de calle— pronuncié al notar que giró a la derecha tomando un desvío hacía el centro de la cuidad.
—La noche aún no termina— murmuró y lo miré confundida.
Finalmente se detuvo frente a una galería muy famosa y fuera de él lugar había un cumulto de personas en espera de entrar.
—¿Una exposición?— pregunté con asombro y el sonrió con complicidad observando a otra parte.
Mire a la dirección que el había mirado antes y reconocí al capitán Cole que caminaba por la alfombra siendo fotografiado por todos.
¿Qué era todo esto?
Trague saliva nerviosa al observar que el pelirrojo caminaba hacía nuestra dirección y los paparazzi lo seguían.
El capitán Cole caminaba con tanta seguridad y era fotografiado sin descanso.
Finalmente llegó a nosotros —Me alegra que aceptaras la invitación Adeline— murmuró saludando y me dedique a sonreír amablemente.
Señaló a la entrada de la galería —Por favor, entremos— pronunció y habló con los de seguridad que rápidamente nos hicieron un camino para poder pasar entre la multitud.
Muchas personas entraban vistiendo tan elegante y con un porte de fineza, justo ese era el ambiente al que yo no pertenecía.
—¿Vamos?— el capitán me ofreció tomar su mano al observar mi nerviosismo y asentí tragando saliva.
—Luces incluso mejor que ellos— murmuró mirándome de reojo mientras entrábamos.
La galería se encontraba repleta de personas que analizaban las obras que eran en realidad espectaculares.
Cole y Kai se disculparon para irse a hablar en privado y supuse que se trataba del mismo tema que me tenía abrumada..
Tomé una copa de champán y observé a mi alrededor —¿A esto le llama arte?— escuché murmurar a una mujer que reía con el círculo de personas a su alrededor.
La hipocresía de este tipo de círculos sociales era uno de los motivos por los cuáles sabía que no pertenecía aquí y si analizabas más a fondo la mayoría de personas venían a este tipo de eventos a criticar al artista y cuando se lo encontraban lo felicitaban falsamente diciéndole palabras como "esto es lo mejor que he visto" o "es realmente increíble" así era este mundo y me incómoda rodearme de personas así.
Caminé por la galería observando los distintos cuadros y me detuve a detallar uno en específico, era el rostro de una mujer que a primera vista creía que expresaba miedo y era el que más llamaba mi atención.
—¿Qué crees que expresa su rostro?— preguntó una persona a mi espalda.
Lo analicé una vez más mirando la expresión de su rostro —Miedo— murmure y me di la vuelta para observar de quién se trataba.
—Tú.....— pronunció con asombro la mujer y la reconocí de inmediato, era esa misma mujer que me había ayudado aquella noche.
Era el mismo cabello rojo largo, ojos pequeños azules y mirada apagada.
El capitán Cole se le acercó por detrás —Te estábamos buscando Mamá— mencionó y la mujer le sonrío con nerviosismo.
¿Mamá? Ella era su mamá.
El capitán se me acercó quitándome la copa de mi mano —Veo que ya se conocieron— pronunció sonriendo.
—Mamá, ella es Adeline una compañera de trabajo— anunció Cole.
En el rostro se la mujer todavía predominaba la sorpresa y pareció notar que ambos hombres se habían dado cuenta de ello.
Sacudió su cabeza y sonrío —Pero que chica tan hermosa— pronunció con un tono amable.
Forze una sonrisa.
—Gracias, un gusto señora— mencioné con calma.
—De hecho, está exposición y la galería son de ella— indicó el capitán y lo miré con asombro.
No sabía que la madre del capitán Cole, fuera una artista tan reconocida y menos la dueña de esta galería tan famosa.
—Roseanetthe Connor— pronuncié al notar su firma en el cuadro.
—Ese es su nombre— respondío Cole abrazando a su madre y sonriendo con orgullo.
Nos mantuvimos en silencio, mientras la mujer recibía de vez en cuando felicitaciones acerca de la exposición.
—¿Podrías traerme algo de tomar?— acaricio el rostro de su hijo.
El asintió besando a su madre antes de irse y nos quedamos en un silencio abrumador.
Me encontraba estática en el lugar y trataba de mantenerme de pie, no podía creer que una vez más la vida me hiciera enfrentar el pasado.
¿Cómo era posible?
"—Respira, respira— repetía y continuaba sin responder.
Ella estaba agachada frente a mi mirándome con preocupación con sus pequeños ojos azules e intentaba hacerme reaccionar, pero me encontraba presa"
—¿Adeline te sientes bien?— susurró el capitán observándome con preocupación y negué.
Trataba de mantenerme la calma.
La mujer se acercó analizandome —¿Un recuerdo?— preguntó y asentí —Debes llevarla a tomar aire— le informó al capitán Kai con seriedad.
Frunció el ceño confundido.
La mujer tomó mi rostro —Adeline, no fue tu culpa— pronunció con calidez y negué.
El capitán tomó mi mano y me sacó del lugar rápidamente subiendome en la camioneta y conduciendo sin rumbo por las calles, intentaba respirar con normalidad para no preocuparlo.
"—No cierres tus ojos, por favor— susurré al pequeño, todavía teníamos tiempo y podían salvarlo, debían salvarlo.
Rompí las cadenas que ataban sus pies y lo cargue con delicadeza tratando de no lastimarlo más.
—Soldado Adeline......voy a morir..— soltó en balbuceos y negué tragando saliva.
Patee el mueble que ocultaba la entrada a la habitación y salí corriendo rápidamente con el pequeño en mis brazos.
Tiene que vivir....tiene que vivir...
—¡Ayuda! ¡Por favor!— corría por el edificio con el pequeño niño en busca de ayuda.
¿Cómo podían hacer algo así? ¡Era un niño!
Lograba salir y miraba a lo lejos a mis compañeros y las ambulancias —Estarás bien— susurré con un nudo en la garganta, pero esta vez él no respondió.
Observé como el rostro del pequeño iba perdiendo vida......y sus ojos se quedaban sin brillo...
—¡Encontré a un niño!— gritaba avanzando bajo la lluvia —¡Necesito ayuda de inmediato!— soltaba acercándome a ellos.
Divisaron mi presencia corriendo hacía nosotros atropellandome y cargaron al niño hacía la ambulancia rápidamente donde comenzaron a ayudarle.
Estará bien, va a estar bien.... repetía sintiendo mi pecho oprimirse.
Retrocedí tocándome el pelo y me tapé la boca mirando como intentaban resucitar desesperados al niño.
—¡Nooooo!— negué repetidamente —No pueden dejar que muera....— susurré temblorosa.
El pequeño tenía heridas en todo su cuerpo, quemaduras, cortadas, punzadas, moretones......era solo un niño.
—¡¿Por qué se detienen?!— grite y ellos negaron con tristeza.
—¡No! ¡no! ¡no!— solté con la voz quebrada.
Sentí debilidad en mis piernas.....y caí arrodillada al suelo llorando.
—El ni siquiera tenía un nombre— lloré amargamente y solté un grito cargado de dolor"
Respire hondo dándome cuenta que estábamos en las afueras de la ciudad y el capitán me miraba en silencio con preocupación.
—Fue mi primera misión— murmure con un nudo en la garganta —Se suponía que no quedaba nadie más dentro, sin embargo quise revisar una vez más antes de salir— trague saliva.
Cerré los ojos y tomé aire.
—Encontré a un pequeño niño en una habitación escondida....el estaba encadenado y.......completamente desnutrido con múltiples heridas en todo su cuerpo— solté con la voz entrecortada —El niño estaba casi inconsciente.....sin fuerzas..— tomé aire y negué —Salí corriendo con el pequeño en mis brazos en busca de ayuda y.....— no pude terminar de hablar..
El capitán soltó su cinturón y se abalanzó sobre mi para abrazarme fuertemente —Adeline, hiciste lo que podías— susurró acariciando mi pelo.
Estaba luchando contras mis lágrimas, sentía nuevamente esa enorme tristeza y culpa al recordar aquel día tan terrible...no había podido salvar a es pequeño.
Me aparte de él.
—La madre de Cole intentó calmarme ese día— comencé a llorar y negué cuando sentí que perdía el aire.
El capitán me observaba con atención y en silencio, comenzó a limpiar mis lágrimas con sus nudillos cuidadosamente.
—Ella fue nuestro contacto— pronuncié en balbuceos.
Tomó mi rostro con sus manos y no pude mirarlo —Quizás no pudiste hacer mucho por ese pequeño y sé que fue cruel la vida que tuvo— pronunció sonriendo con tristeza —Pero has ayudado a muchos desde entonces y gracias a ti— se detuvo —Sus vidas han cambiado, Adeline— me arrastró hacía su pecho.
—Para esos otros niños has sido una heroína y lo fuiste para él, aunque solo durará poco— susurró.
Me mantuve durante un rato en silencio pensando en sus palabras y quizás el capitán tenía razón....
Limpié mis lágrimas —Gracias Kai— pronuncié observándolo y noté que sus ojos estaban húmedos.
El capitán asintió y sonrío con calidez conduciendo hasta la mansión dónde ambos nos despedimos para cada uno dirigirse a su habitación sumergidos en nuestros pensamientos.