Mi respiración se normalizó y las lágrimas dejaron de salir, dándome cuenta hacía dónde había caminado, el pasto aún seguía manteniendo ese verde oscuro y los árboles seguían viéndose igual de impresionantes.
Mis piernas me habían traicionado.
El canto de los pájaros seguía teniendo ese eco característico en todo el lugar, la brisa ya no era tan refrescante o quizás ya no era lo mismo estar aquí.
Me levanté del suelo y caminé alrededor observando cada rincón de aquel lugar, había pasado tanto tiempo en el que recordaba cada pequeña parte de él.
Las iniciales de Hela y mías seguían talladas en aquél hermoso árbol de Mayo, los columpios que su padre había hecho para nosotras continuaban en el lugar, aunque algo deteriorados.
Cuando era pequeña solía ser muy aislada de todos, poco extrovertida y demasiado tímida, no tenía amigos, pero todo había cambiado en el verano que Hela y su hermano se habían mudado al puedo.
Rápidamente Hela se volvió mi mejor amiga y después de un tiempo Holden también lo hizo, éramos inseparables los tres y nos cuidabamos mutuamente. Su padre decía que éramos el trío más peligroso del mundo ya que solíamos meternos constantemente en líos, ambos eran molestados por su peliar color de cabello y aunque a Holden no le molestaba, Hela solía sentirse muy mal, llevándonos a cobrar venganza de maneras muy creativas.
Conforme habíamos crecido y entrábamos en la adolescencia había comenzado a ver a Holden más atractivo y con otros ojos. Una tarde mientras hacíamos un trabajo de la secundaria, me robó un corto beso y después de eso nuestra relación avanzó rápidamente.
Nunca dejamos a un lado a Hela y seguíamos siendo inseparables, éramos los mejores amigos y todo marchaba con normalidad, éramos felices, pero todo cambió de repente.
—Sabía estarías aquí— una voz llamó mi atención y alcé mi vista.
Hela se acercaba con una pequeña sonrisa tímida y se sentaba a mi lado observando el lugar.
—Lo siento— susurro —De verdad no tenía la menor idea de que volvería antes— añadió negando con su cabeza.
—Está bien, no importa— respondí y le sonreí.
Nos mantuvimos por silencio un largo rato escuchando el cantar de las pequeñas aves y sonido de las hojas al moverse.
—Entiendo el porqué terminaste la relación— soltó después de un rato —Pero Holden no ha sido el mismo desde entonces y lo extraño ¿Sabes? Ni siquiera ha vuelto aquí— señaló a nuestro alrededor —Cuando supo que te habías ido, se alejó de todo y de todos, no quería hablar con nadie— suspiró con pesadez—El ni siquiera parecía estar vivo y aunque su apariencia ahora es mejor— trago saliva y miró al cielo.
Me giró para observarme con sus ojos llenos de lágrimas.
—Sé que el hombre que veo ante mis ojos no es mi hermano— añadió y observé las lágrimas deslizarse por su mejillas.
Era la primera vez que Hela me hablaba abiertamente de su hermano, después mucho tiempo escuchaba algo de él y no era para nada alentador.
—Quizás sí el supiera la verdad, Adeline— me observó con sus pequeños ojos grises que estaban rojos y me sostuvo de los hombros.
Podía ver su desesperación.
—Hela, sabes que no puedo....— balbucee y ella volvió a llorar.
—Por favor....— añadió y negué con mi cabeza.
Decirle la verdad solo sería ponerlo en riesgo y ya había arruinado demasiado su vida, merecía seguir sin saber nada de mi, justo como lo había hecho hasta ahora.
—No quiero ponerlo en peligro a él también Hela— susurré.
Ella se mantuvo en silencio observando a la nada y sin mirarme durante un rato, podía observar como hacía el esfuerzo de dejar de llorar, pero seguía sin poder controlar las lágrimas y su respiración era agitada.
Era mi maldita culpa.
La atraje hacía mi pecho y acaricié su cabello mientras intentaba consolarla torpemente, ella lloró con más fuerza soltando todo el dolor que había cargado por tanto tiempo y solo pude abrazarla con fuerza.
—Comienza a ponerme al día de todo lo que ha pasado— pronunció después de un rato y limpio sus mejillas.
Asentí y tomé aliento.
—Estuve unos días hospitalizada— solté —La que era mi teniente intentó matarme y no es lo peor— suspiré con pesadez —Hay alguien más detrás de todo esto y todavía no sé quién es— añadí con un nudo en la garganta.
Hela apoyó su cabeza en mi hombro y me miró con tristeza.
—¿Recuerdas a la mujer de mis sueños?— la observé.
—La que te advierte que alguien está muy cerca de ti— añadió pareciendo recordarlo y asentí.
—Continúo soñando con ella y los sueños han cambiado, ya no es el mismo sueño recurrente de antes— pase saliva —Me ha dicho que estoy en peligro y he podido ver su apariencia— mencioné sería.
Una pequeña gota de agua cayó en mi brazo y observé que el cielo había comenzado a oscurecerse, parecía que una tormenta se aproximaba rápidamente.
—¿Y como era ella?— preguntó curiosa.
—Su cabello era muy largo y negro, vestía de blanco, sus ojos eran azul grisáceo— comenté y ella pareció pensativa.
—¿Y su aspecto no te recuerda a alguna persona?— preguntó y negué.
No había conocido a nadie jamás con ese aspecto, ni siquiera parecido.
—Todo es muy confuso y estresante— pronunció desde de un rato en silencio.
Sí que lo es.
—Debes hacer caso a sus advertencias y estar más alerta que nunca— añadió —Quisiera poder ayudarte.....— la interrumpí.
—Con escucharme lo haces— solté sonriendole.
Finalmente el cielo terminó de oscurecer de manera espeluznante anunciando la llegada de la tormenta y pequeñas gotas comenzaron a caer de él rápidamente, relámpagos iluminaron de vez en cuando.
—¿Nos vamos?— preguntó levantándose del suelo.
Negué observando como las ramas árboles se movían ferozmente por el viento que soplaba.
—Me quedaré un rato— respondí y ella me observó.
—Nunca voy a entender por qué te gusta tanto la lluvia— comentó antes de salir rápidamente del lugar.