El gen

23. Luce la insignia con orgullo

No fue para nada una sorpresa que después de lo sucedido en Houston, Louis y Luke no me dejarían sola y esto sería una tortura por al menos dos meses hasta que ambos se tranquilizaran o en el peor de los casos tuviera que contratar mi propio equipo de seguridad para deshacerme de ellos.

Mejor contraraba el equipo ya.

Me recuesto sobre mi hombro en la ventana observando sin emoción el paisaje durante el trayecto a la central. Mi vista se desvía a un pequeño destello de luz bajo mis pies, me inclino a recogerlo y el rubio no puede evitar alarmarse al darse cuenta del pequeño pendiente en mis manos.

—Deberías de devolvérselo— se lo entregó riendo y el lo toma rápidamente.

Se aclara la garganta y se acomoda en su asiento.

—No es nada importante— comenta mientras observa la carretera fingiendo no estar incómodo por haber sido descubierto ¿quién será ella? No pienso molestarlo con preguntas, estoy segura de que el me lo dirá en su momento.

—Teniente Jones 126 y Teniente Miller 123— anuncia en el interruptor y muestra ambas placas.

La luz verde se enciende y las enormes puertas se abren ante nosotros permitiéndonos entrar a la central.
Se adentra conduciendo muy despacio y comienza a saludar a todos los que se encuentra con demasiada calma para mi gusto. No me pasan por desapercibidas las soldados que desvían sin disimulo su vista hacía el, también parece notarlo y sonríe con picardía.

—Puedes apurarte gigoló— pronunció arruinando su momento e inmediatamente se voltea para mirarme de mala gana.

Encojo mis hombros.

—No quiero llegar tarde en mi primer día como teniente— añado rodando los ojos y este suspira derrotado entrando finalmente al estacionamiento.

Increíblemente había tardado dos horas en llegar a la central, sin duda era un nuevo récord.

Todo continúaba como de costumbre, sin ningún cambio o al menos eso habría creído hasta que salí de mi dormitorio y noté la mirada de todos puesta en mi, me observaban como bicho raro, me daba cuenta como estaban susurrando cosas.

¿Podían olvidar de una vez por todas que mi teniente intentó asesinarme?

Necesitaba una buena dosis de cafeína para poder soportar lo que parecía iba a ser todo mi turno "susurros y miradas" me encaminé al comedor en busca de mi cálida salvación y afortunadamente en el sitio no habían muchos soldados.

—Buenos días teniente Miller— pronunció Ayla a mi espalda y se acercó con una enorme sonrisa en su rostro abrazándome —¿Lista para tu primer día?— añadió con emoción.

—Algo así— respondí sin ánimo y ella me analizó cruzándose de brazos.

Negó rápidamente y soltó aire con pesadez.

—Nada de eso, debes disfrutar del momento, tú momento Adeline— mencionó acomodando la nueva insignia en mi uniforme —Sonríe y luce esa maldita insignia con orgullo— añadió mostrándome como sonreír con sus dedos.

—Miren nada más la nueva Teniente de la 123— comentó Park dándome una vuelta y el resto de mis amigos se unió aplaudiendo.

—Felicidades amiga— pronunció Kenna abrazándome y entregandome un ramo de tulipanes amarillos.

La vida me había premiado con unos amigos muy especiales.

—El turno casi empieza, debes irte— soltó Luke enseñando su reloj y me despedí de todos apresurada.

Respiré profundo y caminé por el largo pasillo hacía el campo de entrenamiento dónde había citado a la tropa 123.

—Buenos días teniente— pronuncia Enzo a mi espalda y se acerca extendiendo sus brazos, me abraza con fuerza —Escuché lo que pasó con tu teniente ¿estás bien?— pregunta observándome y asiento falsamente.

El suelta un suspiro y me vuelve a atraer a su pecho ladeando su cabeza.

—¿Por qué nadie me avisó?— interroga y me encojo de hombros.

—Da igual, eso ya pasó y estoy bien— respondí sonriendole —Estaba por irme a reportar contigo— cambie de tema.

Asintió no muy convencido.

—Bueno— suspiró caminando —Dejaremos esa conversación para después, vayamos al campo— mencionó mirándome de reojo algo serio.

Tenía que hacer algo para deshacer la notable tensión que se había desarrollado, Enzo no era una persona fácil de engañar y su silencio solo significaba una cosa, rápidamente comencé a mencionarle las maneras en como podríamos trabajar en este tiempo para ayudarlo a adaptarse a su tropa y que de igual manera su tropa lo hiciera con su nuevo capitán, por fortuna la tensión se deshizo y su mente se distrajo comenzando a bromear.

—A sus órdenes mi teniente— bromeo haciendo un gesto de saludo y guiñando su ojo.

Lo codee riendo.

—Buenos días capitán Kai— pronunció de repente mirando al frente y alcé mi vista.

La oleada de emociones me invadió haciéndome tragar saliva y dejándome inmóvil, él se encuentra frente a nosotros vistiendo con su habitual uniforme que se adapta tan bien a su cuerpo, llevaba consigo una taza de café en sus manos, su cabello está visiblemente húmedo y su perfume acaricia mi nariz, sin duda recientemente se había dado una ducha.

Lo observó por unos segundos —Buenos días capitán D' Angelo— respondió con su habitual indiferencia y paso a nuestro lado.

Ni siquiera se había dignado a observarme, pero era claro que sabía que estaba ahí, simplemente demostró que mi presencia no le importaba e hizo como si yo no existiera.
Fue una fuerte cachetada, me mantuve inexpresiva e intenté ignorar de igual manera su existencia, no valía la pena darle importancia.

—No te lo preguntaré, voy a esperar hasta que tú me lo cuentes— susurró Enzo mirándome de reojo y paso a mi lado saludando animado a la tropa que se encontraba a unos metros en la pista esperándonos.

El resto de la mañana transcurrió de buena manera, el italiano logró dar una buena impresión en la tropa y parecía que rápidamente se iban a acoplar el uno al otro, quizás me tomaría menos tiempo del que había estimado ayudarlo.

Seria un peso menos.



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En el texto hay: esta es una historia con muchos secretos

Editado: 09.09.2024

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