El gen

27. Doce días

Capitán Kai.

Comienzo a perder el sentido de razón y estoy cada vez más cerca de caer en la locura, mi paciencia ya no existe, mi ansiedad está al límite.

¿Dónde demonios está Adeline?

Todas las tropas que no se encontraban en misiones en el extranjero habían volado a Ámsterdam tan rápido como la orden fue dada por el coronel.
Se había montado todo un centro de mando en tiempo récord y se trabajaba sin descanso alguno.
Más de media central y el FBI se encontraban trabajando en la operación de rescate. La rivalidad que por años había existido, parecía haber desaparecido por completo dejando atrás todos los roces del pasado, estando únicamente empeñados en dar con las tres chicas desaparecidas.

Un infierno, eso era no saber nada de ella, no tener rastro alguno de su paradero o saber si se encontraba con bien.

No dejaba de sentirme desperado y mucho menos culpable por esa noche no haberme quedado con ella.
Caímos en su maldito juego retorcido, todo esto fue su plan desde el principio, sabía que le seguíamos la pista y que teníamos nuevas infiltradas en el club.

¿Cómo no me di cuenta antes?

Me atormentaba el recuerdo del hermoso brillo que tenía en sus ojos esa noche cuando le confesé que estaba completamente enamorado de ella y que mi corazón le pertenecía.
No dejaba de pensar en lo cobarde que había sido al no poder pronunciar esas dos palabras que rondaron tanto mi cabeza esa noche, me dejaba sin sueño, apetito y con el inmenso terror de no volver a verla nunca más.

Por favor Miller tienes que estar bien.

No puedo hacerme a la idea de no verla nunca más, no volver a apreciar su sonrisa tan perfecta y sobretodo no admirar ese ámbar tan único en el mundo.

—Capitán Kai— interrumpe un soldado en la habitación con el ritmo acelerado.

El soldado trata de recuperar el aliento y traga saliva al encontrarse con mi mirada.

Sacude su cabeza y se postra firme —Han encontrado un cuerpo en los canales de Wallen y el coronel requiere que se presente en el lugar cuánto antes.

Las demás palabras que salen de su boca se escuchan tan lejanas, doy unos pasos hacía el frente y observo a la nada sintiendo un enorme vacío dentro de mi.

No puede ser ella.

—Capitán— escucho nuevamente su voz y lo ignoro su sintiendo el trago amargo de la noticia.

Giro la perilla de la puerta y salgo de la oficina, pero el ambiente que me recibe es aterrador, inmediatamente todas las miradas recaen en mi.
La mayoría tiene una expresión de desconcierto en sus rostros y el resto que forma parte del círculo social de Miller, incluidos los de mi tropa tienen una expresión de terror en sus rostros.

—¿Es ella?....— balbucea una persona llamando mi atención.

Me giro notando a la soldado Harper que se acerca temblorosa con los ojos llenos de lágrimas. Cole le hace compañía y le sirve de soporte sujetándola por los hombres.

Niego con la cabeza.

—No.......no lo sé— respondo torpe y observo a mi amigo en busca de ayuda.

El suspira y asiente.

—Tranquilízate Ayla— susurra abrazándola con fuerza —Si fuera ella ya lo sabríamos— añade tratando de sonar seguro.

Me quedó inmóvil en el lugar y sin saber como reaccionar al ver como la morena rompe a llorar dejándose caer en el suelo de rodillas.

No puede ser Miller ¿verdad?

—Por favor, llévame contigo— susurra mirándome suplicante y asiento ofreciéndole mi mano.

La toma y se incorpora nuevamente con sus piernas algo débiles, sin decir una sola palabra Cole la toma por la cintura evitando que vuelva a derrumbarse y salimos del comando tomando una de las camionetas del FBI.

El silencio reina mientras conduzco por las calles de Ámsterdam hasta la ubicación señalada por el soldado.
Las calles de se convierten en un bucle en el que parece he quedado atrapado y los minutos comienzan a parecer eternos incrementando el miedo.

—¿Y sí es ella?— balbucea Harper rompiendo con el silencio y la observo por el retrovisor.

La soldado luce muy afectada sus ojos se encuentran hinchados y su nariz está roja.
Ha entrado como en un estado de shock en el que solo niega con su cabeza repetidas veces hasta que vuelve a romper en llanto acurrucandose en el pecho de mi amigo.

No, no puede ser ella.

El solo imaginar un mundo sin Adeline Miller me hace sentir escalofríos, porque no hay nadie como ella, no existe ser que le iguale.

—Llegamos— pronunció tratando de sonar tranquilo mientras aprieto el volante.

Me quito el cinturón de seguridad y me giro observándolos. Harper quien está acurrucada en el pecho de mi amigo alza levemente la mirada hacía mi y trata de pronunciar algo, pero el nudo en su garganta se lo impide siendo Cole quién habla por ella.

—Ve tú.

Asiento y tomo la manilla de la puerta asomando temeroso la cabeza.

La escena es un desastre, hay muchos oficiales alrededor y una considerable multitud de personas, incluidos los medios de comunicación atraídos por la noticia.
Los murmuros de todos provocan que me sienta aún más ansioso así que me hago paso por el lugar atropellando a todo aquel que interfiera en mi camino.

—¡¿Quién es la nueva víctima?!— grita uno de los periodistas y mi vista viaja hasta donde todos miran.

Mi cuerpo se detiene de manera automática observando a lo lejos como los buzos sacan del agua el cuerpo, sin duda fue él su firma está presente; la vestimenta de cisne negro.

—¡¿Cuando piensan detenerlo?!— indagan forzando a los oficiales a hacer una barrera impidiendo que tomen fotografías.

Sacudo mi cabeza y mis pies responden a mis órdenes caminando en dirección a la escena mostrando mi placa, cruzando la barrera de los oficiales y la cinta amarilla.
Mi vista no se despega del cuerpo que ha sido cubierto con una sábana blanca impidiendo que pudiera ver su identidad desde lejos.



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En el texto hay: esta es una historia con muchos secretos

Editado: 23.01.2025

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