Cuando su mirada atrapante por fin decidió dejarme ir, continúe desayunando, mientras él curaba mis heridas.
- Vas a dejar que tu querido novio se muera de hambre
- ¿Por qué lo dices?
- Porque no he desayunado, te estaba esperando y de pronto me saltas como una loca a besarme y no he comido nada.
- Bueno, ¿qué quieres que haga?
- Dame de comer, en la boca
Después de meditarlo unos segundos accedí - Abre grande querido -dije, mientras introducía en su boca una cantidad exagerada de tarta, al mismo tiempo que el cerraba los ojos y abría la boca, por lo tanto pensé “este tonto, de verdad confía en mí”, pues mientras yo pensaba eso, él está tosiendo como loco por la cantidad exagerada de comida en su boca, por lo cual yo empecé a reírme a la velocidad que él tosía, tratando de reponerse de la falta de aire momentánea.
- Jaja, muy graciosa -dijo en tono molesto.
- Ahora, si te doy de comer, pero si ya no confías en mí, puedes dejar los ojos abiertos
- Está bien, por última vez voy a confiar en ti -dijo en un tono serio por primer vez, mientras cerraba los ojos nuevamente.
Esta vez sin meditación tome un par de uvas moradas, unidas por una pequeña rama, y se la puse en la boca, al abrir los ojos la sorpresa que encontró fue que yo tenía en la boca la otra uva, entonces el muy descarado me guiño el ojo, al mismo tiempo que empezaba a comerse la uva e iba introduciendo la rama con el único objetivo de llegar hasta mi boca, pero lo que no esperaba era que yo acercará mi boca para evitar la tensión en la rama, dejando ir la uva, este comió las dos mientras yo tomaba un trozo de sandía, una fruta exótica, y vaya que lo era en esta situación, se la puse en la boca, con la mía, el trozo de fruta se fusiono con sus dulces y rosados labios, entonces empezó lo único en lo cual nos entregamos uno al otro y no nos peleábamos por mostrar nuestra fuerza, simplemente a tratar de complacer al otro, cuando volví a mis sentidos, me separe diciendo
- Vamos a desayunar, mejor
- De acuerdo, aunque ese fue el desayuno más erótico de mi vida
- De la mía también
- No te creo, mentirosa
- ¿Por qué?
- Es en serio tu pregunta
- Sí, eres muy hermosa, divertida y además...juguetona
- Pues digamos que a mis pretendientes no les gustaba que fuera la hija del primer guerrero, además odiaba que me tocaran y se me acercarán mucho, y pues como sabes por experiencia si alguno trataba de sobrepasarse terminaba un poco malherido.
- Has sido así siempre -inquirió Andrew
- Si mi padre me enseñó desde una corta edad a defenderme y atacar, ese siempre fue mi seguro, además él me recalcó en numerosas ocasiones la importancia de ser independiente totalmente
- ¿Te molesta cuando te tocó?
- Jaja, en realidad en un principio sí, pero ya no, debido a tu respeto hacia mí, como general y como mujer.
- Tanto golpe te ha dejado loca, cierto
- Si estuviera loca, quiere decir que te gusta una loca.
- Te equivocas
- ¿No te gusto?
- No, me encantas, tu cuerpo, su risa, tus ojos, todo lo que provenga de ti, siento ganas de amarte, adorarte y no dejarte ir.
- A mí me encantas todo tú, me encanta abrir los ojos en la mañana y tener tu cuerpo alrededor del mío, adoro tu voz, tu sonrisa, esos ojos azules, que dan ganas de comerte.
- Pero me salió romanticonga la general
- Venga que por eso no me lio con capullos como tú
No miramos y empezamos a reírnos mientras continuamos haciendo lo nuestro, él limpiando las heridas al mismo tiempo que yo comía y de vez en cuando le daba de comer, una vez finalizamos nuestras, le agradecí con un pequeño beso en los labios mientras caminaba hacia mi objetivo, el primer libro leído, se lo pase explicando la cantidad de información extraída del reino de origen, cuando lo tomó hizo cara de ¡está loca nuevamente!
- Se te olvida que yo no sé tantos idiomas como tú
- Genio, estos están en nuestra lengua.
- En la tuya pero no en la mía -dijo pasándome el libro, cuando empecé a mirarlo yo lo entendí a la perfección y lo veía en mi lengua, no es posible que cambien el sentido de las letras dependiendo de quien lo tenga, verdad.
- Tómalo otra vez -el libro, solamente con el contacto de Andrew, se convirtió en un conjunto de formas y figuras sin un sentido específico.
- Te dije que no entiendo nada
- Si Amor, lo siento
Tomando el libro en mis manos, sentí como cada día tenía menos sentido mi realidad, primero esos malditos sueños, los infiltrados, el libro en idioma solo entendible a mis ojos, pero gracias al cielo, Andrew y mi padre seguían a mi lado, siendo los mismos, apoyándome como nadie, él único que podía aclarar mis dudas, estaba sentado en las catacumbas, debía hablar con él, sin Andrew podría obtener más información, debía hacerlo sola, pero ahora solo debía terminar de alistarme para el servicio.