Como en los últimos meses no había logrado dormir mucho, pues venían imágenes terribles de mis actos anteriores como general, entre los cuales se incluían las imágenes sanguinarias matando a mis propios hombres, cuando lograba cerrar los ojos, ya era hora de ir a entrenar, sin más por enésima vez cerré los ojos tratando de conciliar el sueño.
Había en medio del campo un hombre herido en medio de cadáveres con el mismo uniforme del sobreviviente, pero a pesar de mi necesidad de ayudarlo, no podía hacerlo, era un recuerdo, no puedo hacer nada para cambiar mi pasado, aunque quisiera; el hombre peleaba con una seria herida en la pierna, de la cual se podía ver el hueso expuesto, la sangre descendiendo por la pierna, y de pronto me fije en el sudor de la frente del hombre debido al dolor de moverse incluso con la herida y más de estar combatiendo, de pronto con las dos espadas en sus manos trataba de defender su derecho a la vida frente a los tres hombres, los cuales trataban de arrebatársela para llevarla consigo al infinito y aterradora oscuridad para siempre, de pronto cuando vi como la fuerza del hombre empezaba a desfallecer, aparecieron dos hermosos caballos blancos dirigidos por dos expertos, se notaba por la velocidad y la elegancia en el paso del caballo, cuando descendieron y vencieron a los atacantes del último combatientes no pude advertir el deceso de todos, pues estos soldados se movían con una rapidez similar al aleteo de un colibrí, sus movimientos eran finos y certeros, parecía que las espadas, dagas y cuchillos fueran solo una órganos más funcional de su cuerpo, de pronto empecé a contar los movimientos necesarios para posicionar la objeto con el cual terminarían sus vidas, y en realidad en dos o tres movimientos, ya todos estaban muertos, debido a la luz emanada por esos soldados, disminuyo lo suficiente para poder divisar al menos sus rostros, y me sorprendí al ver que uno de los dos soldados era… en realidad una mujer, ella estaba al lado del último hombre mientras estabiliza su pierna con dos espada y colocaba suavemente su capa entre la piel y el filo de la espada.
Él hombre salvado despertó frente a mis ojos, en una enorme habitación con unos enormes dibujos de carboncillo por todas las paredes de la habitación, era acaso la decoración, los dibujos pasaban de niños jugando a mujeres y hombres desnudos por arte, o al menos eso quiero creer; de pronto a la habitación entra la misma mujer y el hombre casi corriendo, al ver al hombre, se lanzaron a abrazarlo como si lo conocieran de antes, de pronto la mujer empezó a llorar encima de él, mientras este pensaba “los reyes, no debería comportarse de esta manera”
- ¿Qué hago aquí?- al tiempo que trataba de ponerse en pie.
- Tranquilo, lo hemos rescatado, no hay de qué preocuparse, nosotros somos los reyes del reino de Fior –dijo seriamente el hombre
- ¿Por qué me salvaron?
- Porque un día tu harás lo mismo por nosotros. El hombre con cara de desconcierto asintió con la cabeza mientras agradecía en su interior el ser salvado por aquellas personas fueran reyes o no.
Posterior a esto el hombre comió y durmió cuanto deseo durante el día, en la noche la misma pareja llevaron al hombre a un punto muerto, no quedaba cerca de ningún reino, y además creo que era el mismo lugar donde lo habían encontrado.
Las imágenes se saltan a la más reciente, de pronto los reconocí por fin… era mi madre entregándome a un hombre desconocido hasta ahora, con una pierna herida, pero la cuestión era que no era desconocida, era la persona escogida, destinada para cuidarme, incluso es la única conexión con mis padres, antes que incluso mis primos, sin más me desperté.
Aun en ropa para dormir empecé a correr hasta la habitación de mí… esposo, pero debía hablar con él inmediatamente, lo necesitaba, por la forma como lo había tratado en los últimos meses y él no había hecho más que asentir y dejarme herirlo, de pronto maldecí porque no decirme solamente, por que seguirme mintiendo.
Al entrar no dude ni un segundo, me metí en su cama ordenando –abrázame por favor –dije claramente a pesar de mis sollozos
- Así que por fin lo descubriste
- ¿Por qué no me dijiste?
- Porque como tu madre, necesitabas verlo para creerlo además necesitas empezar a controlar tus emociones, tal y como lo haces conmigo.
- Por…que… me dejaste humillarte…tanto
- Porque sentía que me lo merecía por no haber podido salvar a tu madre y a tu padre, por eso no dije nada cuando me presentaste como tu esposo, al menos eso podía hacer por mis salvadores, cuidarte como una esposa sin serlo realmente…- él empezó a llorar, mi padre una de las personas más fuertes, estaba llorando como un niño en mis brazos.