36 lunas después
- Vamos cariño –dijo Charles
- Si, amor – mientras me daba un leve beso
Sin más tiempo que perder besamos la frente de nuestros dos hijos, era algo que nunca hubiera creído si yo misma no los hubiera dado a luz, le agradecimos a Hiro el gesto de cuidar a nuestros hijos mientras cumplíamos nuestra misión.
Salimos y alistamos nuestros caballos, los cuales eran blancos tal y como los habían tenido mis padres antes que nosotros; sin tiempo que perder nos dirigimos a nuestro antiguo reino Aqtar, con el cual teníamos una conexión muy fuerte, pues seguían bajo nuestra protección y contaban con nuestro apoyo, a pesar de nuestra ausencia en el reino. Cabalgamos con rapidez como si de una muerte segura se tratara pero lo hacíamos en realidad por el amor mutuo por la velocidad, el viento, la naturaleza y la necesidad de sentirnos libre de responsabilidades aunque fuera solo por un momento, nos deleitábamos siendo reyes y guerreros pero había veces que era mucho trabajo incluyendo nuestros hijos, a pesar de la inmensa ayuda que era Martha, quien se encargaba de los niños durante el día.
Al llegar nos bajamos de los caballos gritando nuestros rangos para poder ingresar al reino como siempre lo habíamos hecho desde la última vez.
- Soy el general Sam de tercera generación
- Soy el primer guerrero del reino de Aqtar
Entonces la inmensa puerta empezó a abrirse frente a nosotros, dejando ver a una cantidad considerable de soldados a la vista, a lo cual nosotros respondimos tomando las riendas del caballo con una sola mano mientras con la otra empuñábamos nuestras espadas con el logo del reino de Fior.
De pronto estos mismos soldados se acercan a nosotros muertos de risa al vernos posicionados cuando ellos simplemente tenían palos en vez de espadas, como una especie de broma cruel con nosotros.
- General Sam, primer guerrero los habíamos extrañado –dijeron mientras se inclinaban
- Déjense de bobadas, cabezones -dije
- Si… incluso extrañamos su forma cariñosa de hablarnos.
- Venga que hacen todos despiertos, en unas cuantas horas no entran a trabajar, a dormir
- Solo estamos aquí para compartir con ustedes hace tiempo que no los veíamos
- Y no nos volverán a ver, vamos –dije al mismo tiempo que tomaba la mano de Charles, pero la cual no alcance en realidad pues ya mis hombres se lo habían llevado.
- Vamos a beber algo general, ustedes invitan –gritaron hacia atrás solo para mis oídos
- ¿Cómo que por cuenta nuestra, están locos o ya tantos golpes en la cabeza les afecto?
- Ninguna de las dos, general
Entramos en la tasca, y estos idiotas pidieron y pidieron pilsas como para beber una semana, pero para mi sorpresa, ellos terminaron tomándoselas todas, mientras Charles y yo solo nos bebimos una cada uno, al tiempo que aquellos borrachos compañeros pronunciaban palabras como los extrañamos, los queremos, puras babosadas de borrachos; cuando después de unas horas todos estaban inconscientes, Charles y yo nos encargamos de llevarlos a la habitación de cada uno, al parecer ellos habían cambiado un poco, al menos ahora eran más agradables o en realidad la que cambio fui yo.
Una vez finalizada la entrega de soldados a sus respectivas habitaciones, y habiendo dejado hasta el último de soldados en su habitación, nos dirigimos a la mía, bueno a mi antigua habitación, a la cual nos dirigimos tomados de las manos mientras nos embargaba el silencio y el recuerdo de un pasado no muy lejano, pero esta vez no era un pasado doloroso eran las memorias de las decisiones tomadas y la persona en la cual se reflejaron tales decisiones.
Al llegar y traspasar la puerta de mi habitación y cerrar con pestillo, una vez traspasadas las puertas internas, empezamos a besarnos, llevábamos sin tocarnos demasiado tiempo para ambos, en Fior siempre manteníamos un contacto sutil pero suficiente para saciarnos uno del otro, y era algo normal e incluso romántico para nosotros y para los demás no pasaba desapercibido, pero aquí él seguía siendo mi padre por lo que no podíamos mostrar un cariño diferente al de un padre y su hija, pero era la primera vez en mucho tiempo que estamos solo dos, en donde no debíamos separarnos para dormir, ni debíamos despertarnos a consolar a los niños después de sus pesadillas.
- ¿Los niños estarán bien al cuidado de Hiro?
- Mejor dicho ¿Hiro estará bien con los niños?
- Jaja bien dicho, mi amor
Después de la corta conversación la pasión se volvió a encender en fracciones de segundos, en donde no podíamos detenernos y tampoco había razones para hacerlo, por lo cual rápidamente empezamos a deshacernos de la ropa lo más pronto posible, pero de pronto un rayo de luna se filtró sobre la espalda de Charles en la parte superior de la espalda en el lado izquierdo, justo en el punto de su tatuaje, era igual que el mío pero en el lado derecho de la espalda, así embargada de una completa alegría le bese el tatuaje mientras pronunciaba un “te amo” hacia la piel, algo de cual el objetivo de mi deseo no pasó desapercibido, por lo tanto él se giró y se posiciono hacia mi espalda mientras me besada el tatuaje y pronunciaba un “Yo te amo más”.Me quede ahí congelada, llevábamos compartiendo nuestras vidas, cuerpos y más, pero había evitado pronunciar esa palabra por sus antecedentes, pero ya era hora de demostrar mi amor por él, y lo hice, vaya que si lo hice.