La incredulidad era el primer muro, grueso e inexpugnable, que Kian y Alex debían derribar. La Doctora Alex Vance, pese a la evidencia del Generador Cuántico destrozado y la aterradora precisión de las proyecciones en el Manifiesto, sabía cuán profundo se extendía el cinismo en su época. La Alianza de Carbono, una red laxa pero poderosa de gobiernos y corporaciones energéticas del 2032, era experta en desinformación, en reescribir la narrativa climática y en sofocar cualquier verdad incómoda para proteger sus obscenas ganancias. El aire y los datos eran recursos que se administraban con la misma mano férrea.
Alex se frotó las sienes con frustración, el dolor de cabeza pulsando al ritmo monótono y bajo del ventilador de baja potencia de su laboratorio subterráneo. Miró a Kian, quien se apoyaba en el marco de la puerta, pareciendo menos un viajero del tiempo y más un espectro: piel cerúlea, ojos hundidos y el aura de alguien que había gastado su última energía vital en un acto de fe.
"Kian, soy una científica, y todo esto es, por definición, insostenible," dijo Alex, su voz tensa, casi quebrándose. "Si salgo y declaro que mi 'colega del futuro' ha traído la profecía del apocalipsis de Corp-Air, la respuesta será inmediata y terminal. Me encarcelarán por terrorismo o me internarán por locura. Y el Manifiesto será confiscado, clasificado y olvidado. Necesitamos una prueba que el mundo no pueda refutar, algo que se imponga a la mentira corporativa."
Kian asintió con una expresión que parecía resignada, pero que guardaba una lógica de supervivencia milenaria que Alex apenas podía empezar a comprender. "Lo sé. La fe es el arma del futuro para mantenernos dóciles; la desconfianza sistémica es el cimiento de mi mundo. Los deudores como yo aprendimos a desconfiar de la verdad evidente, porque la verdad evidente era siempre la narrativa de Corp-Air." Su voz era un susurro gutural, pero cada palabra portaba el peso de dos siglos de tiranía. "Por eso el Manifiesto no es una confesión. Contiene puntos de validación, Alex. Balizas de la verdad codificadas en eventos de alto impacto que demuestran que ellos mienten, no que nosotros estamos locos. No tienes que convencer a la gente de que vengo del futuro; solo tienes que convencerlos de que les están mintiendo ahora mismo."
La Prueba Pública: La Fecha de la Ceniza
Kian se acercó a la mesa de trabajo. El Manifiesto, bajo la luz fluorescente del sótano, parecía menos un cuaderno y más un mapa de guerra. Kian señaló con su dedo huesudo una serie de cálculos intrincados en tinta pálida.
"Mira esto: la Fecha de la Ceniza," explicó con una pausa dramática. "Es una predicción precisa de la catástrofe inminente. El texto predice que el Índice de Calidad del Aire (ICA) de Metrópolis Épsilon —una de las capitales más contaminadas y económicamente vitales de tu época— alcanzará un nivel críticamente tóxico, 498. No es solo un número; es el umbral de pánico biológico, el punto en que las máscaras son obligatorias y el colapso respiratorio se vuelve masivo."
Alex tecleó furiosamente en el terminal de su laboratorio, sus dedos volando sobre las teclas para acceder a los datos públicos y los modelos de proyección. El contraste la golpeó como un puñetazo. "Están reportando un 'Sol Parcialmente Nublado, ICA 120'. ¡Es una mentira descarada para evitar el pánico y proteger el momentum del mercado energético y los contratos de carbono!" Exhaló, su indignación superando momentáneamente su escepticismo, anclándola a la misión. "Han estado suprimiendo los datos de emisiones de las plantas de Fuerza Nula durante semanas. Si los cálculos de Kian son correctos, el aire colapsará debido a una inversión térmica prevista para el jueves a las 14:00 horas."
"Exacto," Kian se inclinó, su aliento oliendo a metal y ozono residual. "El gobierno está manipulando la atmósfera de las noticias, Alex, tal como Corp-Air controlaba el aire que respirábamos. Si logramos que la verdad física —la nube real— coincida con nuestra predicción, demostraremos su fraude. Es la única forma de que la gente levante la cabeza de sus feeds y mire al cielo y, lo más importante, a quién tienen que culpar."
Alex, ya convencida de la necesidad de la acción, se movió con determinación. "Bien. No puedo exponer mi nombre; mi acceso es mi única herramienta. Pero tengo contactos. Usaré mi acceso anónimo a la red universitaria, que tiene una encriptación obsoleta pero funcional. Contactaré con Dorian Key, un periodista climático independiente conocido por su escepticismo radical. Le daremos el dato como un 'modelo de simulación revolucionario' que detectó una confluencia atmosférica sin precedentes. La validación del tiempo es nuestro detonador."
La tensión de la espera consumió las siguientes 48 horas. Alex monitoreaba en secreto los feeds de noticias de Dorian Key y los modelos de contaminación con una ansiedad que le resecaba la garganta. Cada minuto se sentía como una hora; cada telediario, cada actualización meteorológica optimista, era un tic-tac en su cuenta regresiva.
El Despliegue del Virus: Inyectando la Verdad en el Nexus
Mientras el destino de la verdad pendía del pronóstico del tiempo, Alex y Kian se centraron en la misión principal: preparar el Virus de la Verdad. Esto requería una comprensión casi filosófica de cómo la información se convierte en poder.
"La publicación de la verdad es inútil," sentenció Kian, observando cómo Alex traducía su código. "Si es solo un documento de tesis o una nota de prensa, lo borran en horas. Lo desacreditan, lo difunden como deepfake. El control del futuro no es sobre armas, Alex, es sobre la arquitectura de la red."
"Estás hablando de un algoritmo autoreplicante que se incruste en el protocolo base de Internet," replicó Alex, su rostro iluminado por el brillo azul de la pantalla, trazando las rutas de cifrado. "Eso es código malicioso de nivel cero. La infraestructura de 2032 es robusta, basada en protocolos de seguridad del año 2000, pero no está diseñada para resistir esta complejidad taquiónica."
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Editado: 18.11.2025