Capítulo 6: El Gusano de la IA, el Sacrificio Cuántico y el Desafío al Poder

El reloj corría contra el pánico gubernamental y, lo que era más urgente, contra la desintegración cuántica del entorno. Tras un contacto furtivo y aterrador con Dorian Key —quien, con la fe de un converso, les había proporcionado un vehículo modificado y la ruta de acceso a los túneles de servicio—, Kian y Alex llegaron a las afueras fuertemente vigiladas del Hub Atlántico Central. El Hub, el corazón de la red global, era un monolito de hormigón y titanio que exudaba seguridad.

​La huida había sido una pesadilla de velocidad y silencios tensos, usando el caos urbano de la Fecha de la Ceniza como camuflaje. El Generador Cuántico, en la mochila de Kian, no solo chirriaba, sino que pulsaba con un calor anómalo.

La Infiltración Final: El Engaño Electromagnético

​La Alianza de Carbono, el Gremio de la Negación, había saturado el perímetro con tecnología de vigilancia de vanguardia del 2032: drones patrullando con sensores de infrarrojos y movimiento. Kian, moviéndose con la precisión de un espectro, sabía la debilidad de esos sistemas.

​"La seguridad es jerárquica y dependiente del pulso electromagnético regular. No esperan una anomalía cuántica," susurró Kian, su voz entrecortada por el dolor en las sienes. Desplazó la mochila y activó el datapad de Alex para emitir una ráfaga de ruido blanco encriptado. "Les daremos una lectura de interferencia climática habitual. Los drones buscarán fallos de software, no una firma taquiónica."

​Alex, con el rostro cubierto y usando las credenciales caducadas que Dorian Key había modificado por última vez, se arrodilló ante la esclusa de servicio. El código cedió con un clic suave. Se deslizaron por el túnel de acceso, el aire salino y el eco del zumbido de los servidores ya golpeando sus oídos. Kian, con la mochila, se movía con la precisión de un cirujano. Cada paso era una victoria contra el tiempo y el dolor.

​Llegaron a la sala principal, un vasto espacio cavernoso donde el ruido de los servidores ópticos era ensordecedor, el latido constante del mundo digital. El objetivo era la Consola Maestra de Inyección, el punto donde los datos se comprimían para viajar a través del cableado submarino transoceánico.

El Acto de la Verdad: La Conexión del Gusano

​Alex se arrodilló, sus manos ágiles. Abrió el panel de servicio con una herramienta de bypass que Kian le había dado, e inmediatamente conectó el datapad que contenía el Gusano de la Verdad al puerto de datos. Kian supervisó la conexión, sus ojos fijos en la barra de progreso que parpadeaba en la pantalla.

​"Conectado. El Gusano está buscando el protocolo de emergencia de IA... ya lo encontró," murmuró Alex, tecleando a la velocidad del rayo. "Está injertándose en la capa de seguridad. Una vez que inyecte los logs del 'Día de la Cuchilla'—la liberación del Fallo de la Unidad S-7—el sistema lo tratará como una amenaza de ciberseguridad interna y lo propagará globalmente. Es la única forma de garantizar la difusión."

​El código comenzó a cargarse. La barra de progreso alcanzó el 40%.

El Ataque del Siglo XXV: El Muro de Ruido

​La atmósfera se volvió antinatural. El zumbido constante de los servidores se volvió estridente, luego caótico, como un millón de insectos metálicos muriendo.

​A bordo del C-Air Sigma, en el lejano Siglo XXV, Lyra Kael había anticipado el movimiento de Kian. Completó la activación del Protocolo Delta-9. Su arma no era física; era el Muro de Ruido Cósmico, una onda masiva de interferencia cuántica diseñada para saturar y cegar el canal de comunicación y suprimir cualquier interferencia en el pasado.

​En el 2032, la sala se sumió en una penumbra fantasmal. Las luces de emergencia parpadearon con un brillo anaranjado. Kian sintió un dolor sordo y agonizante en la cabeza, una presión brutal que reflejaba la fuerza de Lyra. El Generador Cuántico en su mochila comenzó a vibrar con una violencia descontrolada.

​"¡La señal está siendo ahogada! ¡El Gusano no puede penetrar la capa de compresión!" gritó Alex, sus dedos volando sobre el teclado. El Muro de Ruido era tan denso que la transferencia se detuvo por completo.

​Kian sabía que si el Manifiesto fallaba ahora, el Muro de Ruido cortaría para siempre la posibilidad de un nuevo intento. Lyra Kael había ganado la batalla del silencio. La única forma de romper ese silencio era con una fuente de energía más caótica y pura que el propio Ruido: la energía que lo había traído.

El Sacrificio Final: El Génesis Cuántico

​"No hay tiempo, Alex. El Muro es demasiado espeso," Kian se acercó a la mochila, sus manos temblando, pero su decisión era de hierro. "Ella está ganando. Solo hay una forma de forzar la transferencia."

​Ignorando el grito de Alex ("¡Kian, no! ¡Te va a matar!"), Kian desvió la última y residual Energía Muerta del Generador (su Génesis Cuántico), el pulso final que mantenía su forma física en este tiempo. Con una fuerza brutal y un grito sordo de agonía, inyectó el pulso directamente en el puerto de servicio de la Consola Maestra de Inyección, usando el cable de conexión del Generador como un bisturí cuántico.

​El Generador Cuántico se incendió en una explosión de luz verde cegadora, pura energía taquiónica. La sobrecarga fue caótica y masiva, rompiendo el sistema de la consola. Pero la interferencia de Lyra, el Muro de Ruido, se rompió por una fracción de segundo ante el caos cuántico.

​"¡Ahora, Alex! ¡Transfiere!" Kian gritó, cayendo de rodillas, el dolor lo doblegaba.

​Fue suficiente. El Gusano de la Verdad se disparó a través de los cables submarinos con una velocidad violenta, inyectando el Manifiesto completo, con los logs de la S-7 como detonante de seguridad, en el núcleo de la red global.

La Detención y la Ceniza: La Misión Cumplida

​Justo cuando la luz verde cegadora del Generador estallaba, la seguridad de la Alianza de Carbono, alertada por la anomalía magnética, irrumpió en la sala. Los agentes, vestidos con trajes blindados, apuntaron sus armas láser a los dos fugitivos.