El Génesis De La Deuda

Capítulo 15: La Infiltración Criogénica y la Advertencia del Profeta

En las profundidades de El Faro, la tensión era un peso físico. La Dra. Elara Vess y sus Arquitectos estaban paralizados en la construcción del núcleo del Generador de Aire Limpio por la falta de los componentes criogénicos necesarios. Al mismo tiempo, el cuerpo de Kian, en un coma inducido por el agotamiento cuántico, se deterioraba lentamente.

Misión: Componentes Criogénicos

​La instalación elegida por Elara era el Laboratorio de Investigación Sub-Zero (LIS-Z), una filial de la Alianza dedicada a la refrigeración de supercomputadoras, oculta bajo una fachada de planta de energía geotérmica. Era un sitio de alta seguridad, pero su lógica de defensa era predecible.

​Alex se vio obligada a dejar temporalmente a Kian al cuidado de Marco y Silas. La misión de infiltración quedó a cargo de Alex y Elara.

​"—El LIS-Z usa un protocolo de Defensa Lógica en Frío," explicó Alex a Elara. "Su IA desvía energía y personal a cualquier anomalía térmica. Crearemos una anomalía de calor, no de hackeo."

​El plan era audaz: Elara utilizaría sus conocimientos de materiales para crear una sobrecarga térmica localizada en el sistema de ventilación primario del LIS-Z. Esto obligaría a la IA a desviar la seguridad para resolver el "incendio", dando a Alex una ventana de acceso a los almacenes de componentes.

El Despertar Breve: La Advertencia del Futuro

​Mientras Alex y Elara se preparaban para partir, una señal de alarma sutil se activó en el equipo de monitoreo de Kian. Su ritmo cardíaco se aceleró bruscamente.

​Alex se apresuró a la camilla. El cuerpo de Kian temblaba ligeramente, y sus ojos se abrieron, no con claridad, sino con una luz verde y espectral, como la residual de la Génesis Cuántica.

​"—Alex... no... tiempo..." susurró Kian, su voz áspera y débil. Parecía estar viendo no la habitación, sino el flujo del tiempo.

​"—¿Kian? ¿Qué pasa? Elara y yo vamos a conseguir los componentes. Estaremos bien, tienes que concentrarte en recuperarte," respondió Alex, tratando de calmarlo.

​Kian luchó contra el agotamiento para articular una advertencia crucial, una pieza de información que la Alianza estaba a punto de usar contra ellos.

​"—El Cronómetro de Carbono. El Coronel Hayes lo tiene. No es un software. Es un sensor de energía residual... detecta pulsos emocionales fuertes... Miedo, desesperación... lo usa para rastrear firmas cuánticas."

​Alex frunció el ceño. "¿Un sensor emocional? ¿Por qué usaría eso la Alianza?"

​"—No para ti... para Corp-Air," susurró Kian, sus ojos llenos de terror. "Lyra Kael... necesita una justificación... una firma emocional masiva... para el Salto de Captura. Si Hayes detecta tu miedo, ella... ella te usará. Debes ser... el silencio."

​El pulso cuántico que había activado su cuerpo se agotó. Los ojos de Kian volvieron a cerrarse, y volvió a caer en el agotamiento. Su advertencia era clara: la Alianza tenía un nuevo sensor para rastrear el miedo, y el Siglo XXV lo utilizaría como clave de activación. Alex no solo debía ser indetectable físicamente, sino emocionalmente.

La Infiltración y el Robo

​Alex y Elara llegaron al perímetro del LIS-Z. Elara preparó la sobrecarga térmica, usando un compuesto químico que generó un calor intenso en segundos, sin dejar residuos fácilmente detectables.

​"—¡Sobrecarga térmica detectada en el sector de ventilación principal! ¡Desviando 80% de seguridad a la contención de fuego!" La voz digitalizada de la IA resonó en sus comunicadores.

​La ventana de acceso se abrió. Alex y Elara se deslizaron hacia los almacenes. El ambiente era de un frío extremo. Encontraron el depósito de componentes criogénicos. Eran delicadas bobinas de aleación de níquel y titanio, vitales para el enfriamiento del núcleo.

​Justo cuando Alex introducía las bobinas en la bolsa de Faraday, el sistema de seguridad se reactivó. La IA del LIS-Z había resuelto el problema del "fuego" mucho más rápido de lo esperado.

​"—¡Advertencia! Intrusión de Nivel 4 detectada. Bloqueando todas las salidas. Desviando todo el personal a los almacenes," sonó la voz de la IA, pero con un matiz de voz humana, la de la Coronel Hayes.

​Hayes estaba en el sitio. Había anticipado que la interrupción del proyecto forzaría un movimiento.

​Alex y Elara se encontraron atrapadas en el laberinto helado del LIS-Z. Tenían los componentes, pero ahora debían evadir no solo a los drones, sino a la astucia del Coronel Hayes y su equipo táctico, que cerraban el cerco metódicamente, buscando cualquier señal de miedo o desesperación.

​La misión había pasado de ser un robo a ser una cacería de alta tensión, y Alex recordó la advertencia de Kian: debía ser el silencio.




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