El GÉnesis Zombi

2. ANTES DEL PRINCIPIO

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ANTES DEL PRINCIPIO

 

¿Qué es un zombi? Un ser que se encontraba muerto, un cadáver al que de repente se le ocurre levantarse y caminar. En esencia eso nos ha vendido la televisión, y nos hemos casado con la idea. ¿Hay diferentes clases de zombis? ¡Cómo saberlo! Todos son cadáveres caminando, y la mayoría, si no todos, buscan alimentarse de carne para sobrevivir. ¿Por qué carne? ¿Por qué no ceden a los impulsos con los que los humanos luchamos toda la vida y comen barras de chocolate o helado de vainilla? Porque al parecer, según mi observación, los cuerpos necesitan reacomodar su estructura celular (reponer muchas células muertas), y eso requiere de muchas grasas y proteínas. ¿Les molesta el sabor acaso? Seguramente no, pues si así fuera la cocinarían primero. ¿Creen que bromeo? Tal vez lo consideraría gracioso si fuera una película, donde los zombis son como marionetas sin vida e incapaces de pensar, pero estos seres no son así. Sus cerebros son tan funcionales como cuando estaban vivos, al grado que son capaces de abrir puertas, subir escaleras, y si sus cuerdas vocales no estuvieran marchitas, casi juraría que son capaces de hablar. Incluso entre gruñidos podría sugerir que tienen un sistema propio para comunicarse… ¡Pero de qué hablo! Divago igual que Alicia en el País de las Maravillas como si me encontrara sentado tomando una taza de té. No hay tiempo para ello, tan sólo debo concentrarme en la tarea que me ha encomendado mi situación.

 

Mi llegada al pasado fue abrumante. Miré al cielo, que había pasado de nocturno estrellado a rojizo de atardecer en un instante. ¿Realmente me encontraba en el pasado de esa misma noche? Aún no oscurecía, y el reloj me marcaba las 6:18 de la tarde. ¿Había conseguido con éxito mi segundo regreso al pasado?

Estaba extasiado. Mi primer retorno al pasado no había sido menos emocionante, pero sí menos necesario. Me estremecí de miedo al recordar los 15 minutos que estuve en medio del despertar de los muertos. Miré a mi alrededor, esperando que nada sobrenatural me acechara. Tenía que admitirlo. Tenía miedo de moverme y ser la primera víctima. ¿De verdad habían aparecido a las 8:03? ¿Qué sucedería si me encontraba con el origen, e irónicamente me convertía en el primero de ellos?

Eso era lo que pensaba, aún después de rechazar la negación inmediata que hacemos los seres humanos ante una tragedia: ¿Sucedió esto realmente? ¿Cómo puedo estar seguro de que no lo soñé?

¡Es una locura! ¿Qué pasará si nadie me cree?

No había tiempo para pesimismo. Tenía una misión urgente.

Me encontraba en el rancho “La Buena Nueva”, donde en un terreno libre en la mañana había hecho mi primer viaje, sólo para descubrir mi logro de dos horas.

La máquina del tiempo era un auto de una aleación ligera que, como ya expliqué, podía transportarme dos horas antes del momento en que se activó. Miré mi reloj nuevamente. ¡6:19! ¡Realmente lo había conseguido!

No pensé en la aplicación inmediata de mi invento para prevenir tragedias. Al conseguir mi primer retroceso en el tiempo, pensaba en cosas que ahora parecían muy insignificantes. Llegué a pensar por un momento en los premios que debería ganar, más que en la aplicación del viaje en el tiempo. Pensé que un auto de carreras que pudiera ganar una carrera moviéndose y llegando dos horas antes de que esta empezara, sería una proeza olímpica, sin mencionar que podía además, volverme rico conociendo el resultado de las mismas.

Eso parecía tan lejano a pesar de haber sucedido en el mismo día…

Por un momento la satisfacción de volver a retroceder en el tiempo me sacó de mi original y aterradora misión. Tenía 104 minutos para cumplir mi objetivo, antes de que fuera demasiado tarde.

Con estrépito, escuché una puerta de madera que crujía al abrirse, y mi memoria de pronto asimiló el sonido, recordando que no era la primera vez en el día que lo escuchaba. Corrí a esconderme tras un matorral. La persona que salió del establecimiento y se dirigió a mi maquina era nadie más y nada menos que yo mismo.

¿Por qué cuando uno viaja en el tiempo, procura esconderse de sí mismo? Quizás nunca sepa la respuesta, pero no quisiera tener que explicarme a mí mismo qué hago en un periodo tan cercano. Una teoría es que, probablemente, al encontrarnos, romperíamos el espacio-tiempo, causando daños inimaginables al cosmos. Otra opción era que, bien como dos Edwards Finster no pueden existir en el mismo universo, el más reciente absorbería al viajero del tiempo, haciendo mi intento por advertir a la humanidad un patético fracaso.

Sea cual fuere la causa cósmica que me motivó, me aseguré de estar completamente cubierto por el matorral. Mi otro yo pasó sin dar importancia a la planta y tapó la bendita máquina con una manta. Yo recordaba todo. Me había ido con Enrique a prepararme para cenar con su familia en un restaurant del centro, dejando la máquina del tiempo olvidada en el campo y olvidándome de la ciencia, la probabilidad, las leyes de los seres vivos y todo lo que ya mencioné. Este personaje salió sin percatarse de que lo observaba, y cuando vi la oportunidad, salí yo también del campo para dirigirme a la ciudad, en busca de los medios para informar a la humanidad del terrible caos que ocurriría en menos de dos horas.

Busqué en mi bolsillo, y aprovechando que mi yo de hace dos horas tomó un momento para pasar al baño, tomé mi llave en el bolsillo, salí discretamente, y al subir arranqué como si me persiguiera el diablo.




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