El giro de mi vida

Capítulo 3

Astoria

Me despierto con el llamado de mi mamá, que está en la cocina. Nos llama a Jeremy, Logan y a mi para bajar a desayunar. Intenta sonar entusiasta, pero no le sale del todo. Se nota que está nerviosa.

Cuando entro, todavía en pijama, siento la típica mirada de desaprobación de mi papá, aunque la ignoro. Me sirvo algo y me siento en silencio.

—Niños, recuerden que mañana empiezan las clases —dice mi mamá, como si no nos lo hubiera dicho ya mil veces—. Jeremy, tu universidad está cerca, así que no necesitas ir en auto. Y a ustedes dos, los voy a llevar yo, al menos por unos días, hasta que decidan si prefieren ir caminando, o no.

La verdad no estoy segura de recordar cómo se habla con alguien nuevo sin sonar cortante. Las últimas personas con las que hablé fueron mis únicos dos amigos... y, con suerte, algún miembro de esta familia.

—¿Tengo que usar uniforme para la universidad? ¿O puedo ir en pijama? Seguro que cuenta como ropa de civil —cuestiona Jeremy, como si estuviera genuinamente preocupado.

—¡Si Remy puede ir en pijama, yo también quiero ir con mi pijama de dinosaurios! —salta Logan, siguiendo el juego con una risa contagiosa.

—No tengo dudas de que ya lo hiciste antes —le respondo Jeremy sin levantar la vista del plato.

—Obvio. Fue parte de mi estilo durante toda la secundaria. Capaz todavía lo puedo mantener en la universidad —comenta Jeremy riéndose, a lo que mi papá levanta la vista del diario.

—Jeremy, no vas a ir en pijama a la universidad. Acuérdate de que tu reputación empieza ahí. Más te vale no arruinarla —dice en ese tono que suena más a orden que a consejo.

—Mami, en este colegio hay recreo como en el de Canadá? —pregunta Logan, intentando cambiar el tema.

—Sí, cariño, también tienen recreos, entre horas tienen 10 minutos para cambiar de clase e ir al baño y al medio día hay almuerzo.

Y así, la tensión vuelve a instalarse en la cocina como un mueble más. Mi papá sigue leyendo el diario como si no estuviera. La verdad pienso que puede cambiar de casa, pero no el libreto que escribió hace años.

🛹

Estoy en mi cuarto acomodando unas cosas cuando Jeremy aparece con una sonrisa sospechosa.

—¡Tori, hermanita de mi vida! ¿Nos acompañas a Logan y a mí a dar una vuelta por el barrio?

—¿Si digo que sí, van a dejarme en paz un rato?

—¡Te lo prometo! Solo una vueltita. Cámbiate, ¡nos vamos ya!

Se va antes de que pueda decir que no. Suspiro, me levanto y elijo lo más cómodo que tengo: unos shorts de mezclilla rotos, una camiseta negra sin mangas y mi campera verde oversize. Mi estilo es bastante predecible. Si no son shorts, son jeans. Si no es negro, es blanco. Y todos mis buzos son verdes o grises. A mis papás no les gusta, pero a mí sí. Y es lo único que no pienso cambiar.

Afuera, el sol está insoportable.

—¡Hace demasiado calor! —me quejo apenas salimos.

—Bienvenida a California —dice Logan, con su tono dramático—. Prefiero derretirme que volver a ser un muñeco de nieve.

Caminamos varias cuadras. Vemos una tiendita, un supermercado, una heladería, y más adelante, un skatepark. Hay un grupo que está haciendo trucos en una de las rampas. Se ven seguros, como si el concreto fuera su casa.

Me acuerdo de cuando patinaba... con patines, no con una tabla, pero igual. A veces extraño esa sensación de libertad.

—¡¿Vieron ese giro?! ¡Remy, quiero aprender a patinar! —dice Logan emocionado.

—¡Te vas a romper algo! —responde Jeremy sin pensarlo.

—¡Inténtalo! No hay nada mejor que un poco de adrenalina en el cuerpo —agrego, solo para molestar.

Jeremy me lanza una mirada que lo dice todo.

—Tori, deja de meterle ideas raras a Logan —dice, fingiendo que está molesto.

—Perdón Remy, prometo dejarle de meter ideas a Logan.

—Ya, basta. Vamos por un helado antes de que nos convirtamos en sopa —sugiere Jeremy.

Compra tres. El de chocolate blanco es para él, el de uva para Logan, y el de melón para mí. No lo dije en voz alta, pero lo noto. Jeremy siempre recuerda lo que nos gusta.

Después de eso, volvemos a casa. Mamá mandó un mensaje pidiendo que compremos algunas cosas para la cena, por lo que Jeremy y Logan van al súper, y yo me escapo para ir directo a casa. Necesito una ducha urgente, este sol es tan insoportable que no quiero pasar más tiempo afuera.

Antes de entrar, paso junto al buzón. Hay una carta más para la antigua familia. La saco y la meto en el bolsillo de la campera. No la leo. Solo la guardo.

No sé por qué lo hago, una parte de mí quiere saber quién vivía aquí antes. La otra solo quiere que todo esto acabe.

Siento que esas cartas pueden decir más de lo que parece. Y no confío en que los demás sepan qué hacer con algo así.

🛹

Después de ducharme y comer, me tiro en la cama. Abro el chat con Maika. Intento escribirle algo, pero nada suena bien. Borro el mensaje. Me quedo mirando nuestras fotos.

La última vez que los vi, Noah hablaba de sus planes para estudiar algo relacionado con diseño. Maika soñaba con mudarse a vivir con su abuela y estudiar Derecho. Yo solo escuchaba, fingiendo que todo iba a seguir igual.

Pero no es así. Me fui. O me sacaron. No lo tengo tan claro. Apago la pantalla y me cubro con la sábana. No quiero pensar.

Cinco minutos después, sigo despierta. El ventilador del techo hace un ruido raro. Pienso en qué ropa ponerme mañana, en si me van a mirar raro, en si voy a tener que presentarme frente a la clase. No tengo ni idea de cómo hacerlo sin parecer una extraña total.

No entiendo cómo hay gente que cree que empezar de cero es una oportunidad. A mí me parece que solo hay un vacío esperando a que lo llene alguien que no soy.




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