Aníbal estaba sentado en la oficina presidencial, tocó el timbre que indicaba que la secretaria debía entrar. La secretaria entró, se sentó, con su pequeña falda cruzando las piernas, frente a Aníbal y le dijo:
- ¿Que desea señor?
- Siempre he tenido problemas con el cristianismo, deseo reemplazarlo por otra cosa.
-¿Preferiría un culto a la personalidad? ¿Señor?
- No, no, las personas son temporales, pero las instituciones son eternas. Mi idea es la adoración del Estado, el culto a Papá Estado.
- Entiendo Señor.