“Me llamo Vanessa y cuando tenía ocho años vivía con mi abuelo en una cabaña situada cerca del mar con una playa arcillosa. De allí sacábamos arcilla para crear artesanías como platos, jarrones, tazas que luego vendíamos en las ferias de la aldea. A veces mi imaginación volaba y creaba animales y seres mitológicos. Un mediodía estaba trabajando la arcilla cuando comencé a formar un muñeco sin rostro de unos veinte centímetros de largo. Le susurré su nombre y me fui a hacer otra tarea. Cuando volví, él se estaba moviendo como si estuviera recién despertando de un largo sueño. Desde el primer día me fasciné con él. Había creado un golem. Íbamos juntos a todos lados y al pasar el tiempo, el golem aumentaba su tamaño. Llegó a medir dos metros. Podría decir que crecimos juntos.
Mi abuelo falleció hace tres años de una fuerte neumonía. Solo quedamos mi fiel amigo de arcilla y yo. El era mudo, ciego y sordo pero me comprende de una manera que nadie lo ha hecho en mi vida. Es como si actuara por instinto. Si tropiezo, él sostiene enseguida mi brazo para que no caiga al suelo. Cuando estoy triste acaricia mis cabellos. Si me enfermo, él me cuida. Una vez nos cruzamos con unos rufianes que se burlaban de él y les dio una tremenda paliza. Me sentía tan agradecida por sus cuidados que decidí hacer algo por él. Busqué arcilla de la playa y diseñé unos hermosos ojos, boca y orejas. Luego los coloqué en su cabeza. Susurré su nombre y ésta vez oyó mi voz por primera vez. El golem abrió su boca y lo primero que preguntó fue por mi nombre. Me dijo que le había traído mucha alegría a su vida y que cuando era solo arcilla en la playa, oía el sonido del mar que lo presionaba todo el tiempo. Desde que lo cree se siente libre. Esa es la historia que quería contarles, aunque hay muchas más. ”
por Valeria O.
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Escrito el15/06/2019
F A C E B O O K: “Escribiendo entre las nubes”
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