El gran dilema

Capítulo 15: De terror

El tramo del bonito barrio en el cual habían disfrutado de Halloween hasta el lugar donde se ofrecía la fiesta era separado por un estrecho de media hora.

Antoine abrió la bolsa de dulces sin permiso ni cortesía y comenzó a comérselos uno atrás de otro.

Danton se la arrebató antes de que se hiciera con la posesión de las barras de Snickers, aunque a tiempo el mismo logró robar una y volver a poseer la bolsa. Emily abrió la otra y compartió con su novio, deslizando trocitos por la boca del mismo y por la de ella sucesivamente.

El último bocado le tocó a él y, como cereza del postre, sin apartar los ojos de los de ella en una larga infinidad de cinco segundos —que por la intensidad parecieron cinco minutos— chupó el dedo anular de Emily manchado de chocolate con su lengua suave y sus dientes perfectos, haciendo la presión suficiente como para hacer que se sonroje a tope.

Era normal que hiciera tales cosas, pero no dejaban de hacer que a Emily le hirviera la sangre y le temblara cada hueso, como si fuese la primera vez.

—Oh, vamos, no seas tímida, apriétale el paquete, haz como si yo no estuviera —comentó Antoine muy fuera de lugar. Logrando que las mejillas de Emily no tuvieran distinción con su vestido.

—¡¡¡Antoine!!!

—¿Qué, malpensada? —cuestionó arrastrando las palabras—. Te estoy hablando de este paquete —prosiguió alcanzándole la bolsa que contenía los dulces—, apriétalo de abajo porque se rompió y se le escapan los caramelos. Haz de cuenta que no estoy, porque no quiero seguirla sosteniendo.

Danton exhaló una risa.

—Claro.

—Mantenla parada sin estrangularla de arriba, ¿comprendes? —prosiguió Antoine con su perorata de doble sentido—. O se le pueden escapar los caramelitos por el orificio y luego se vuelve difícil limpiarlos del cuero de los asientos.

—¿Quieres caminar de vuelta a casa? —intervino Danton, como si se estuviese dirigiendo a un niño y no a su hermano mayor. El aludido volvió a arrojarse sobre el asiento trasero sin rechistar.

—Haré silencio.

....

Al llegar al topísimo local alquilado por Mona, Emily deseó ser ella la que se volvía a casa caminando —claro que llevándose a las rastras a Danny— un acalorado valet con ridícula vestimenta de botones se acercó a ellos y se llevó la camioneta, marcando la línea que demostraba que Emily ya no se podía hacer para atrás. El botones de los autos ya estaba jugando al tetris con la todoterreno en un mar de autos que no se descongestionarían hasta las cinco o seis de la madrugada.

Suspiró observando el enorme complejo decorado a la ocasión y tomó con fuerza la mano de Danton al ver a la gente entrar y salir de allí con disfraces escuetos y bebidas alcohólicas por demás.

—Olvidé decirte —murmuró percibiendo la amenaza que representaba Mona incluso fuera del lugar—, que hoy deberíamos volvernos un rato antes, ¿sabes? Tengo una sorpresita para ti.

El hombre abrió tanto los ojos como la sonrisa al oír esas palabras.

—¿Una sorpresita? —cuestionó como si no supiera a lo que ella se refería. Y Emily sabía que, de forma redundante, Danton sabía a lo que ella se estaba refiriendo.

—Una como la que te di el Halloween anterior —le explicó de igual manera.

—¿Porque no me lo dijiste antes? —cuestionó poniendo los ojos en blanco—. Nos hubiésemos quedado en el departamento, solos.

Emily se abofeteó a si misma por su propia lentitud, debería haberlo intentado antes de salir, nuevamente tomaba a Danny por predecible cuando de hecho ya le había demostrado millones de veces que no lo era para nada.

La chica se detuvo en su lugar mirando por donde el valet se había llevado la camioneta y a Danton de forma sucesiva.

—Podríamos volver...

—No, nena, ya estamos aquí —respondió él con una sonrisa radiante, arrastrándola hacia la entrada del recinto, donde un musculoso hombre de seguridad sostenía una tablet que lucía demasiado frágil y diminuta entre los enormes dedos que la sostenían.

—¿Nombres? —cuestionó el tipo que atentaba con ser una versión XXL de Vin Diesel.

Emily se adelantó a Danton con una idea instantánea formada en su cabeza; quería ver si realmente Mona la tenía como invitada, de no figurar allí, ella no podría ingresar y por consiguiente Danton, bastante disgustado, no ingresaría bajo ninguna circunstancia. De aquella manera quizá conseguiría desenmascarar a la mujer y dejar toda esa maldad expuesta frente a él.

—Emily Fern —exclamó redondeando su nombre para que le oyera de lo más claro.

El enorme gorila pálido asintió y comenzó a presionar sobre la tablet, chasqueando la lengua cuando sus enormes dedos le fallaban a una letra. La aludida espero paciente, esperanzada y casi segura de que no aparecería en la lista, sin embargo, el hombretón la desilusionó.

—Aquí, Emily Anne Fern, puedes pasar.

Ser despreciable, hasta mi segundo nombre puso.

—Danton Lane —recitó el mismo pasando el brazo sobre el hombro de Emily.

—¡Ah, el señor Lane, casi que el primero de la lista! —sonrió el hombretón que de seguro y se llamaba Joe, siempre se llamaban Joe.

Joe miró tras los dos y señaló a Tony con su dedo de chorizo.

—¿Y tú?

—Antoine Lane.

Joe buscó en su pequeño aparato, pero negó con la cabeza.

—No apareces.

Danton carraspeó, seguro pensando lo complicado que sería conseguir la todoterreno para que su hermano pudiera volver, o hacer lo que se le plazca si no lo dejaban entrar;

—Es mi hermano, viene conm...

—¿Porque no lo dijo antes? —cuestionó el hombre sonriéndole a Danton. Emily comenzaba a pensar que Mona le había pagado sólo para que le sonriera a Danton—. Pasen, pasen, feliz Halloween.

Adentro era como Emily se lo había imaginado; costosos y presuntuosos disfraces en siluetas perfectas, elegante diseño para la ocasión; bebidas color rojo, verde, negro, morado y azul. Muchas o todas alcohólicas, pocos bocadillos pero temáticos; una muchacha disfrazada de prostituta medieval daba cuenta de un panecillo con realista forma de araña.



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En el texto hay: contrato, amor, actor

Editado: 15.07.2020

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