El gran dilema

Capítulo 20: Quemados

El plan era tan sencillo que se sentía de demasiada buena racha.

Observó el cielo encapotado por un cúmulo gris que se expandía, dejando caer de sus esponjosas nubes una ligera llovizna que le añadía un toque más de drama al pequeño trabajo que se traía entre manos.

Sacó el celular, tomándose su tiempo, repasando mentalmente el nombre de cada árbol que había a su alrededor y errándole al 98% de ellos.

Jekyl no solía tardar en contestarle y esta vez no fue diferente, apenas al primer timbrazo su voz molesta y patosa la interceptó con emoción.

Su «amigo» tenía un blog sensacionalista en el cual soltaba cualquier noticia del espectáculo incluso antes que los programas de chimentos o la prensa rosa. Era un Pérez Hilton menos popular y más desesperado, y le había servido de mucho a Mona.

Un polvo y todo escándalo en el que se veía rodeada se transformaba a su favor, remarcando su imagen de inmaculada inocencia, volviéndola la pobre y desamparada víctima, haciendo que la gente la amara cada día un poco más, si eso ya era posible.

Lo mejor de todo el asunto era que Jekyl tenía un nivel de credibilidad que nadie alcanzaba. Lo que él dijera era verdad. Era palabra santa. Lo que él dijera aparecería en todos los canales, revistas, diarios y blogs a los pocos instantes.

Y ella necesitaba eso justamente.

Muñequita —ronroneó la asquerosa voz de eyaculador precoz que poseía Jekyl—. ¿Me extrañas?

Mona puso los ojos en blanco y se contuvo de insultarlo en respuesta.

—Jek —respondió en su lugar, lo más risueña que pudo, yendo al grano—. Te tengo material y necesito que lo sueltes ahora.

¿Ahora? ¡Wow! Escupe, mi reina.

La chica sonrió observando poco un cerezo pelado rayaba el capó de la camioneta de algún idiota con una de sus puntiagudas ramas. Eso no lo cubriría el seguro.

—La novia de Danton Lane está embarazada —soltó sin más.

¿La fotógrafa? —cuestionó, haciendo un ligero silencio que fue cortado por el tecleo en una computadora, posiblemente buscando a Emily para refrescar su memoria—. Que mal gusto tiene.

—¡Lo sé! —exclamó, sintiendo que por primera vez ese tipo decía algo coherente sin necesidad de ser manipulado para ello—. Un desperdicio para los buenos genes Lane.

¿Comprobado? —cuestionó Jek del otro lado, aun se oía el golpeteo de los dedos contra las teclas, seguramente comprobando que era el primero en enterarse.

—Una amiga de ambos lo ha dicho. Comprobadísimo.

Jekyl largó un fiuuu del otro lado de la línea.

El único hijo de Lane tiene veintiuno, y yo que creí que su estanque ya no tenía peces.

—Claro...

Tu cerebro no tendrá neuronas, penecorto.

Es gran material —alegó luego de desvariar un poco en antiguas noticias sobre Danny en su web—, comenzaré a redactar, sólo espero que sea 100% real.

—Años pasándote noticias, ¿alguna fue falsa? —masculló intentando no perder los estribos.

No, caramelito, ninguna.

—¡Bien, me alegro que nos entendamos!

Jekyl se quedó murmurando solo por un momento y Mona quiso colgarle, pero sabía que si lo hacía corría un ligero riesgo y prefería andarse con cuidado antes de poner en peligro el plan. Solo debía soportarlo un poco más.

¿Estás en otra treta no? —cuestionó, deschabándola.

—¿Y eso te importa?

No, pero ya me imagino que es; el hombre no lo sabe —murmuró en tono condescendiente, pero hasta cierto punto, precavido—. ¿Y si el hombre se pone feliz por la paternidad, así sea el último en enterarse?

Mona sonrió, poniendo los ojos en blanco

—Entonces pasamos al plan B, que es desembarazarla.

Jo...es un chiste ¿no? —cuestionó el otro, a mitad de una risa, una risa nerviosa.

—Claro que es un chiste —exclamó—. ¿Qué clase de persona crees que soy?

Mona pudo oír como Jekyl tragaba nerviosamente, eso la hizo sonreír. El miedo era mucho mejor que el respeto.

Una muy...capaz...decidida, las mujeres decididas me aterran.

.. .. ..

Bajó de la camioneta en la que la traían y saludó atenta a las fans que esperaban fuera del complejo en donde se brindaría la conferencia. Sus fans le eran importantes, la habían ayudado a subir hasta donde estaba y siempre sentiría agradecimiento por aquellas criaturitas inconformes con su vida.

Pisó un par de hojas húmedas en el camino y levantó su brazo para despedirse e ingresar por la puerta trasera.

La noticia de Danton se había esparcido como una plaga bíblica y sentía ñañaras de emoción sólo al imaginárselo enfadado, colérico. Prendido fuego.

Caminó con decisión por la parte trasera del lugar, acompañada de un par de guardias que le cubrían las espaldas ante cualquier percance.

Llegó al reducido espacio que había entre el escenario de conferencias y el descansillo previo, que era más o menos el cuadrado oscuro donde las personas esperaban antes de subir.

Allí ya se encontraban Gary y Danton, charlando tan amenamente como siempre.

—Ella se siente así, creo que debería ir a su casa hoy —escuchó a Danton comentar—. No solemos pelear mucho, no sé cómo manejar la situación, pero lo lograremos.

Mona apretó los dientes.

—Es una buena chica —asintió Gary, quien nunca había obrado del lado de Mona, nunca le había dado la razón y nunca había confiado en ella ¿cómo se atrevía? Defendiendo a una estúpida que sólo había visto dos veces—. Y se nota que te quiere bien.

Bla, bla, bla.

—Si —respondió él con una sonrisa enorme.

Una sonrisa ilusa que aún no había sido alcanzada por la noticia que corría como agua, arrasando cada esquina de la esfera a la que él solía ignorar.

Mona se adelantó.



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En el texto hay: contrato, amor, actor

Editado: 15.07.2020

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