El gran dilema

Capítulo 23: Nada se compara a él

El destino había acabado gritando Miami. Miami en pleno otoño era muy barato, los hoteles, también baratos, estaban casi vacíos.

A las micro vacaciones se les habían unido Jamie y Artie, siendo que sólo ocuparían viernes, sábado y domingo —sus días libres de la uni— no habían dudado en levantar la mano, si el costo era básico.

—Vamos a salir todas las noches —interpuso Harlem cuando ambos se instalaban en su cuarto, conjunto al de Jamie y Artie—. Y vamos a conseguir seis novios en estos tres días.

—Harlem —rio Emily colocando su bolso sobre la cama para buscar la cámara fotográfica que había elegido traer. Su plan era más bien sacar fotos hasta desfallecer, y en pleno inconsciente, encontrarse a sí misma y superarse—. Tengo que atravesar un duelo, no irme a la cama con desconocidos para tapar a...taparlo —murmuró, intentando no nombrar a Danton. No llamarlo con la mente.

Emily había dejado todo en orden, Antoine le había dicho que no pisaría mucho el departamento en esos días, así que no debía preocuparse por disturbios. Pappo ya estaba seguro, estaría bajo los cuidados de Danton, lo cual la tranquilizaba y la ponía mal al mismo tiempo.

Intentó no pensar en eso mientras volvía a colocar su pequeño bolso de tres días en el suelo junto a la cama del hotel.

—Pues yo entonaré «finalmente y como nunca» de Frozen —murmuró pasándose bálsamo por lo labios, guardándolo en un estuche de cosméticos que había en su bolsito y colgándoselo al hombro—. Me iré a unas tiendas de ropa para quejarme de los malos diseñadores, y como sé que tu plan no es quejarte, Jamie será mi compañía.

—¿Jamie? ¿Jamie en tiendas de ropa?

—Quiere conquistar a unas latinas, más si previamente puede verlas en los probadores.

—Comprendo —sonrió, aunque lo que en realidad comprendía era que Jamie intentaría estar lo más alejado de Emily y la «conversación» que sabía que debían, pero que no podían tener. Probablemente él se sentía más que aliviado ante la noticia de que ella y Danton ya no estaban juntos.

Alivio, un poco de alegría, algo de tensión y mucha confusión. Una lucha interna porque a pesar de que las cosas cambiarían, no volverían a ser las mismas de antes. Ni de antes del contrato, ni de después.

Confusión porque ya lo había aceptado, mientras no se besaran frente a él, estaba todo más que aceptado.

Emily recordó la única vez que se habían besado frente a él a consciencia. Mimi y Laurent habían estado presentes, habían reído como dos locos ante la ofuscada mueca de Jamie, los gestos de asco. Pero principalmente recordaba el beso, no esos agresivos e infinitos que se daban cuando estaban solos, pero tampoco esos castos y rápidos que se ofrecían cuando había público. Sino más bien uno suave y profundo, uno de esos que pone a la gente de alrededor incomoda —salvo a Mimi y Laurent, claro estaba— esos que expresaban con toda naturalidad cuanto se querían.

Era un recuerdo claro, pero todo parecía difuso e irreal. Laurent había muerto, Mimi atravesaba una depresión semejante y horrible. Ella había dejado a Danton y Danton era el amor de su vida.

En cuestión de días, todo había caído en picada.

—Aquí está Artie —murmuró Harlem despertándola de su ensoñación—. Él te acompañará a que saques esas aburridas fotos.

Emily asintió, se colgó la cámara al cuello y salió al pasillo, donde Artie la esperaba apoyado contra la pared.

Al verla sonrió, se separó de la misma y le ofreció el brazo. Ella dudó por un momento en tomarlo. No quería ser fotografiada o que él tomara las cosas para otro lado, pero dejó de sentirse aprensiva.

Tomó el brazo del chico y ambos salieron a un paseo ameno y curativo.

.. .. .. .. 

Los cuatro cenaron en el hotel y fueron directo a sus respectivos cuartos a prepararse. Harlem y Jamie habían insistido en asistir a una discoteca donde se abrían las pistas hasta la mañana del día siguiente. Dada la afluencia latina, Miami era un lugar muy movido y alegre, donde las discotecas se llenaban a rebosar día a día, más un viernes por la noche.

Emily se vistió algo desganada con la estrafalaria ropa —como toda prenda de Miami— que Harlem le había conseguido —completamente barata, como en toda Miami— y dejó que el modisto la maquillara sobriamente.

—Antes de partir —exclamó Harlem en el pasillo—. Hagamos intercambio de teléfonos.

—¿Intercambio de teléfonos? —cuestionó Jamie aferrando un poco más el suyo entre manos con desconfianza—. ¿Por qué?

—Porque corremos riesgos de llamar a nuestros ex —explicó el modisto alzando una ceja—. Yo no quiero a Julius aquí y estoy más que seguro de que tú no querrás a tu padre aquí.

—Buen punto —acordó Jamie ofreciendo su teléfono.

Harlem lo pensó por un momento y finalmente tomó el celular de Jamie para entregarle el suyo.

—¿Rosa y con brillos? —cuestionó anonadado Jam al ver el teléfono de Harlem—. ¿Me quieres ver la cara no? ¡Dáselo a Emily!

—No, no entiendes, tú y yo tenemos el número de Danton, por eso debemos intercambiar entre nosotros. Tú no tienes a Julius, Emmilianne sí. Artie y ella son relativamente desconocidos, así que lo intercambiarán entre ellos. ¿Capiche?

Emily rio, y aunque no le hacía mucha gracia la idea, intercambió su teléfono con Artie.

Prefería eso a cometer una locura y llamar a Danton en algún estado deplorable a cantarle todo lo que tenía dentro. O peor, despertarse al día siguiente en la cama junto a él, para darle un reinicio al círculo vicioso de roturas y remiendos.

Aunque la última idea parecía demasiado tentadora —después de todo era un vicio— sabía que caer en errores sólo la hundiría más.

Guardó el teléfono de Artie en el bolsillo trasero de sus nuevos, ajustados y escandalosos vaqueros rosa mientras Jamie y Harlem sacaban fotos de equipo para subir a Instagram. Fotos que de seguro Danton vería. Apretada por ese pensamiento, tomó a Artie por la cintura y dejó que el sorprendido chico hiciera lo mismo con ella.



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En el texto hay: contrato, amor, actor

Editado: 15.07.2020

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