El gran dilema

Capítulo 34: Road Trippin'

Mientras Danton hablaba con su manager por teléfono —discutía de hecho, ya que no le hacía gracia que su estrella se estuviese retirando por dos largos meses, abandonando varios papeles— Emily hacia una lista sobre la mesa de las cosas que debía hacer antes de irse, las cosas que debía llevarse y las cosas que debía dejar para que su regreso en febrero no fuese tan traumático.

Estaban en los primeros días de diciembre, y aunque dos meses de vacaciones le resultaban demasiado soñadas, sabía que era una adulta y como tal, la realidad estaría esperándola cuando el auto entrara en California nuevamente

—No tiene nada que ver con el hecho de que haya recuperado a mi novia, Chris, necesito irme —discutió Dan mientras caminaba de un lado a otro por la sala.

Parecía enojado, sin embargo ella entendía la posición de Chris Greyer; su trabajo pendía de un hilo y justo al día siguiente de que su estrella volviera a su relación anterior.

Emily le dibujó una sonrisa tranquilizadora a Danny y él se calmó, tomando asiento en el sofá para discutir menos aforadamente.

Tomó el iPhone y lo desconectó del cargador de Danton. Para empezar ella con las llamadas a sus clientes.

No eran tantas las citas que tenía para esa semana, de hecho, pero se lamentaba de todo el trabajo que se perdería, las tarjetas navideñas de las familias representaban sin dudas las mejores épocas para los estudios fotográficos.

Algunos clientes se enfadaron, otros le pedían que les recomendara otro fotógrafo, otros, la minoría, decían que no había apuro, que esperarían los meses.

La lista descendió en una hora, Danny terminaba de discutir con Chris y se ponían a hablar de baseball. Ella ojeaba los últimos nombres, hasta que dio con los Picadilli.

Ellos y su bebé llorón la asediaban sin descanso. Eran buenos, porque simplemente podían irse con una fotógrafa de bebés, una especialista, sin embargo seguían eligiéndola a ella, eso la frustraba y la adulaba de igual manera.

Observó el número de su teléfono y sucesivamente a Danny, quien ya había cortado y se dirigía hacia ella.

—¿Sucede algo? —le preguntó al verla tan pensativa, sentándose a su lado en la barra desayunadora.

Ella lo dudó un poco, mordiéndose las uñas.

—¿Podemos posponer el viaje para mañana? —cuestionó dubitativa, Danny se encogió de hombros.

—Claro, ¿pero por qué?

—Quiero hacer un último trabajo en el estudio por la mañana.

Danton se lo pensó un poco. Él había preparado todo mientras Emily dormía. No había sido mucho, sino las cosas básicas que le cupieron en dos valijas. Siendo que a la que se dirigían era su casa también y que allí ya habría cosas suyas, no había mucho más que hacer que prepararse mentalmente o contar las horas de viaje.

Serían diecisiete en total, diecisiete horas en las que él manejaría solo y fatigado, y ella quería que lo hiciera bajo sus términos.

—Podemos dormir esta última noche en tu departamento y de ahí ya preparar tus cosas —explicó tomando la mano de Emily para ponerla palma arriba y dibujar con su dedo todo el circuito que recorrerían, trazando un caminito de sensaciones hermosas en aquel sector de piel súper sensible—. A la mañana siguiente cargamos todo en la camioneta, nos despedimos de Antoine —continuó, mientras su dedo delineaba el recorrido por la piel desnuda del antebrazo—, y hacemos una parada en tu estudio —murmuró saltando su dedo desde el brazo hasta los labios de la chica, entreabiertos y deseosos de que les robaran un beso—, y de ahí —continuó, bajando suavemente por el mentón, dibujando un lento y preciso recorrido por el cuello y por entre medio de los poco pronunciados huesos del pecho hasta acabar entre medio de sus muy pronunciados pechos—, vamos hasta Issaquah.

—¿Justo ahí está Issaquah? —cuestionó, tratando de no dejarse llevar por la oleada de emociones que le sacaban toda pizca de raciocinio; debía terminar de trabajar, no tontear con él, tendría mucho tiempo para tontear con él.

Danny negó, con una gran y hermosa sonrisa pintada en su rostro, su dedo prosiguió el recorrido.

—No, está más abajo.

Y entonces el trabajo tuvo que esperar.

.. .. ..

Llegaron al departamento de Emily cerca de las seis de la tarde, entraron con lentitud, esperando encontrarlo vacío para poder poner The Queen Is Dead de The Smiths a todo volumen y entregarse a un orden un poco más puntilloso. Emily se había ahorrado trabajo haciendo la previa lista de necesidades, sin embargo le tomaría sus muchas horas.

El departamento no estaba solo, Antoine y Jamie se encontraban sentados sobre el sofá, hablando efusivamente.

—Hey —saludó el chico levantando la mano, lucía agotado, tal cual Tony.

—Las cosas que debieron haber hecho ustedes dos mientras yo planeaba con este niño —se lamentó Tony, confundiéndolos.

—Por favor, no cuenten —exclamó Jamie, tapándose los oídos con una mueca de asco que resultaba divertida.

—Me siento tan virgen —continuó Tony.

—No lograste nada anoche ¿no? —cuestionó Danny con una mueca burlona—. Y ahora estás buscando que tu sobrino te ayude con esto.

—Los planes terminan saliéndole bien, aparte de que es su profesora, nos conviene a ambos —rápidamente explicó Tony a lo que Dan puso los ojos en blanco.

Emily observó la escena con gracia, tres Lane solían ser más que multitud.

—Ayúdalos mientras yo empiezo a empacar —le pidió a mitad de una risa. Este intentó negarse en un principio, aun así terminó quedándose. Quizá con el mismo pensamiento que la había atacado a ella con respecto al trabajo esa tarde; tendría mucho tiempo para Emily en Issaquah, pero el tiempo con su hijo y hermano era ese, y debía disfrutarlos.

Empacar le tomó un par de horas, entre la selección, la división y la revisión, la valija para las cosas de trabajo, la de la ropa y la de los neceseres, para luego darse cuenta que no se iba en medio de la nada y que conseguiría neceseres en cualquier supermercado, incluso un poco más barato que en LA.



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En el texto hay: contrato, amor, actor

Editado: 15.07.2020

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