El Gran Reinicio Parte I : Despertar

Capítulo 126 : Demonio De Sangre Sacra Parte 3

 

Ubicado entre recónditos valles de abundante vegetación, niebla espesa que dificulta la visión a quien se atreva a acercarse, barrancos profundos y tétricos. En algún punto dentro de este extraño lugar se encuentra erigido un enorme castillo, al igual que toda la zona que lo rodea, emana un aura extraña y gélida. Dicho castillo no posee nombre.

El exterior de este castillo sin nombre luce confusamente atrapante y al mismo tiempo terrorífico. Si logras ingresar a este lugar podrás apreciar con tus propios ojos como el oro y la plata abunda de sobre manera, sus enormes habitaciones y salones expelen una sensación de lujo y elegancia digno de la realeza, en este caso, de la Iglesia.

Desde el comedor principal, un aroma celestial emana desde sus sofisticados platos. En el centro de la enorme mesa se halla un cerdo que deja escapar un humillo cautivador. Cerca de 60 personas comen con exaltación los apetecibles platos de una variada selección.

En contraste con los pisos superiores, el lujo es cambiado por mohosos pasillos de piedra que son iluminados por una que otra antorcha, el olor nauseabundo es inconfundible, la muerte danza gustosa en las profundidades de este castillo sin nombre. Llegados a cierto punto puedes escuchar un sonido que opaca al silencio lúgubre de este lugar, sin embargo, ese sonido solo acrecienta el terror que penetra dentro de ti

– ¡AAAAAAAAAAAAAHHH, PAREN, POR FAVOR, DETÉNGANSE!

Pese a mis gritos de súplica y tormento, ellos sonríen al ver como me revuelco por el dolor. He perdido la cuenta del tiempo que ha transcurrido desde que estoy en esta celda. La noción del día con la noche solo son recuerdos pasados.

Mis pies no tocan el suelo. Sostenida desde mis muñecas, mediante enormes grilletes conectados a gruesas cadenas doradas, me mantienen esposada desde el primer instante en que descendimos a las profundidades de este lugar. No son simples grilletes y cadenas, queman mi piel sin ningún segundo de clemencia hacia mí. Debido a mi inmortalidad no necesitan alimentarme o dar de beber, sin embargo, esto lo hacen solo como otra más de sus torturas y experimentos.

– Jajajaja, mira como se retuerce este engendro de Satanás.

– Vamos demonio, baila para nosotros.

Siempre soy custodiada y torturada por este par de hombres de aspecto vomitivo. Son hermanos que lucen heridas gangrenosas y palpitantes, lo único que visten es un pantalón roñoso y en extremo sucio, cubren sus rostros con un saco de heno que expele un olor a excremento, una rasgadura a la altura de los ojos les permite ver, mejor dicho, disfrutar lo que ellos hacen.

Sus aspectos físicos son idénticos, misma altura, misma barriga abultada, como si fueran el reflejo de un espejo, sin embargo hay algunas cosas que los diferencia entre ellos. Lo primero es el tono de sus voces, el mayor posee una voz carrasposa y aguda, el menor posee una voz similar a la de un borracho, otro aspecto que los diferencia es la forma y composición de sus heridas purulentas. El mayor es quien demuestra una mayor gama de pus presente en todo su cuerpo, el menor luce una única y enorme ampolla negruzca que está ubicada en el centro de su pecho.

El mayor camina encorvada y pausadamente en busca de otro balde con ese liquido verdoso y brillante.

– Otro balde más.

– Uno… dos… ¡tres!

Arrojan el contenido sobre mi cuerpo.

– ¡AAAAAAAGHH, AAAAAAAAAGHH!

Cada gota de ese liquido se siente como miles de agujas las cuales penetran profundamente en mi piel, es doloroso y agónico.

Estoy vistiendo una tela que cubre mis partes íntimas. Recuerdo cuando la primera vez en que ellos estuvieron a solas conmigo, intentaron violarme. Sus apestosas lenguas comenzaron a recorrer desde mis pies hasta terminar en mis muslos. El mayor se bajó los pantalones y su erecto miembro denotaba sus intenciones, sin embargo uno de los obispos apareció en ese momento y lo detuvo.

– Es inconcebible que sientas atracción por un ser del averno como este… veo que el Demonio a dominado tu cuerpo.

– No, no es cierto su santidad, yo…

– Hijo mío, no me obligues a educarte nuevamente…

– No será necesario su santidad.

– Bien hecho, ahora. Cumplan con su deber.

De esa manera comenzó mi tortura interminable.

Cada cierto tiempo hacían acto de presencia cuatro sujetos que ocupaban la misma máscara de hierro de Constantino Domínguez, aunque ellos a diferencia de él, complementaban su atuendo con una túnica con capucha de un blanco perfecto pulcro y radiante. Los bordados en oro con distintos patrones de alguna manera siempre llamaron intrigantemente mi atención, a la altura de sus pechos se recalca una cruz dorada que parece brillar por sí misma.

Si bien la tortura diaria por parte de este par vómico era algo tortuoso, al momento en que los cuatro sujetos de las máscaras de hierro ingresaban a esta celda, significaba que habría cambios.

Desde la última vez que ellos aparecieron mi tortura cambió por empaparme en este liquido verdoso y brillante. Antes de esto se dedicaban a cercenar mis piernas y esperar a que estas se regeneraran para volver a cercenarlas, el tiempo en que mis piernas volvían a crecer comenzó a ser cada vez menor, fue entonces que un día ellos aparecieron y analizaron mi estado. Luego de ese día comenzaron con la tortura actual. Antes de cercenar mis piernas realizaron torturas como, quemar mi piel con hierro incandescente. Apuñalarme con lanzas, espadas y dagas que expelían una abrumadora concentración de mana. Golpearme sin cesar con enormes masas y martillos de guerra. Envolver mi cuerpo con cadenas idénticas a las que me sostienen, esto provocaba que desde mi cuerpo emanara un humo blanquecino con tintes rojizos. Implantarme runas que sobrecargaban, luego de un tiempo, mis tripas y sangre decoraban las paredes de esta celda con un nauseabundo rojo vomitivo al literalmente explotar por la saturación de mana. Fracturaban mis huesos, hacían que bestias salvajes me atacaran y se alimentaran de mi carne entre mis gritos de dolor y agonía.



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En el texto hay: tragedia, gore sangre accion, romance

Editado: 04.08.2019

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