Con cada paso que doy, dejo atrás un vestigio sobre mi yo pasado. A cada paso en que me alejo de la tumba de mis padres, un sentimiento se acrecienta dentro de mí. Con cada paso, siento una nostalgia proveniente desde algún lugar, es como si algo me hubiera estado esperando desde hace una eternidad.
Estando a nada de reagruparme con Sylvana y Augus quienes esperan en la salida del cementerio, un pulso recorre mi interior, esto provoca que me detenga en seco.
Sylvana y Augus se observan extrañados ante mi acción. Ambos se acercan rápidamente.
– ¿Mocoso, estás bien?
– ¿Guille, ocurre algo?
Con la pregunta de los dos, levanto la mirada y los observo. Esbozando una radiante y cálida sonrisa, hablo con una voz afable.
– No es nada.
De esa manera Sylvana decide no seguir indagando. Estira su mano y abre un portal.
Estamos de regreso en Electus, mas específicamente, estamos frente a la oficina del Director.
– Mocoso, si quieres yo…
Sylvana habla visiblemente preocupada por mi condición. La interrumpo antes de que termine su oración y vuelvo a hablar con una voz amable.
– Sylvana, no necesitas tratarme como un niño. Créeme, ya lloré lo que tuve que llorar. Ahora debo centrarme en seguir avanzando, eso y nada más.
Luego de mantenerse unos instantes en silencio, sonríe altaneramente como siempre lo ha hecho.
– Bien dicho mocoso. — Con su puño toca mi pecho. — Esa es la actitud que debes mantener… solo no…
– ¿Solo no?
– No es nada. — Adquiere una posición digna de su título y me habla con una voz firme. — Mocoso, ve y enfrenta a ese anciano, como digno Recomendado del Gremio Lobo Negro, no te debes cohibir ante él.
Replico su acción y sonrío altaneramente como ella.
– Ese viejo no es nada en comparación conmigo.
– Entonces ve. Mocoso.
Me planto frente a la puerta, poso mi mano en el pomo.
– Sylvana, Augus. — Los observó de reojo. — Gracias.
Augus estaba por hablar algo, pero se detiene.
Ingreso a la habitación del Director y lo primero que noto es como su mirada se clava en mi ser. Camino tranquilamente y tomo asiento frente a él.
– Alumno Griffin, su salida repentina del Torneo provocó una serie de hechos que a duras penas logramos controlar. Las consecuencias de sus actos no pueden quedar impunes. ¿Comprende?
Sonrío ante sus palabras.
– Debo admitirlo, es valiente, querer usar esta situación como una excusa para tratar de controlarme, es algo que hasta yo mismo intentaría… pero. — En mi rostro se plasma una expresión que a simple vista luce apacible, cosa que contrasta con mis ojos. — No olvide con quien se encuentra hablando. Director.
El silencio se apodera de este salón, el único sonido audible es el palpitar de nuestros corazones, es un ritmo calmado y constante. El Director al ver mi actuar, no puede evitar sentir un gozo absoluto.
– Eso es, esa es la forma en la cual un digno estudiante de Electus Magicae debe actuar. No importa quien intente limitarlo, jamás cederá ante una simple amenaza.
– Gracias por sus palabras. En fin, dígame de una vez que planea hacer conmigo.
– Directo al grano.
– De esa manera puedo analizar lo que realmente desea.
– ¿Está seguro de decirme eso?
– Sí, ahora es consciente de que intentar engañarme solo provocará que usted salga perjudicado.
– Seré breve y conciso. Electus no pondrá ninguna sanción en su contra. Debido a que estaba eximido de la evaluación de la semana pasada, su actual cargo como Presidente Magno sigue en su poder. Ahora, la reputación de Electus no fue afectada dado que los combates eran nuestro objetivo primordial. Es por esta razón que el trato que me propuso sobre la custodia del Sujeto Número…
Basta una mirada para que se enmudezca.
– Alice, su nombre es Alice. Debe recordarlo Director, no queremos situaciones incomodas en medio de negociaciones.
– Pido perdón. Como estaba proclamando. Desde este momento Alice cuenta con la absoluta protección de Electus Magicae, esto lo dictaminaré bajo mi puesto como Director, nadie se atreverá a cuestionar mi decisión. Menos aún el preguntar la razón detrás de todo esto.
– Gracias por cumplir su palabra…
Dejo de hablar para demostrar mis intenciones, él lo nota de inmediato.
– Alumno Griffin. ¿Hay algo más que desee agregar a nuestro acuerdo?
– De hecho, es una petición externa al acuerdo sobre Alice. Es algo que estoy seguro cuestionará por unos instantes.
– ¿Y de qué trata esta nueva petición?
– Es muy simple, quiero que…
Esperando en el pasillo, tanto Sylvana como Augus se impacientan por el tiempo que ha transcurrido desde que Guille ingresó.
– Maestra, debe tranquilizarse.
– Estoy tranquila.
– Su mana dice lo contrario. Observe, las paredes no dejan de vibrar por su constante liberación de mana.
Mierda debo calmarme.
– Lobo Negro, limita mi mana, no puedo evitarlo.