Nunca he tenido una ambición o un sueño que cumplir, solo me dejo llevar por el paso de los días repitiendo la misma rutina una y otra vez, ese era mi día a día, bueno, hasta que un imprevisto sucedió.
Aún no me he presentado, me llamo Guillermo no obstante prefiero que me digan Guille, es más corto. Mi altura es de 1.74 metros, el color de mi cabello es castaño oscuro, en cuanto a mi rostro, lo podría definir como, común, tengo 19 años y ya ha pasado 1 año desde que oficialmente me convertí en adulto, eso que todos anhelamos alguna vez, aunque ahora estoy en un punto muerto.
Por 18 años solo seguía las instrucciones de otros, ya saben cumplir en la escuela y eso, pero cuando terminé por primera vez tuve que decidir por mí mismo que hacer. Existían 2 caminos, el primero era sencillamente buscar un trabajo, en algo, teniendo en cuenta mi extenso Curriculum que era exclusivamente la educación básica, era sinónimo de mucho trabajo y poca recompensa así que lo descarté, por ende quedó la segunda opción, aunque esta tenía muchas ramificaciones, postular a una universidad y elegir una carrera en esta, pero había un pequeño problema.
Soy el menor de 3 hermanos, el mayor, la palabra para describirlo sería sin lugar a duda, egocéntrico, quien se cree el mejor del mundo y no se le puede criticar nada de lo que dice o hace, ya saben alguien despreciable, a quien nunca voy a superar, el gran Ignacio. De cabello negro, mirada penetrante, rasgos de nobleza, 1.83 metros de altura, aunado a esto él es uno de los más aclamados médicos cirujano de la actualidad, no existe persona que no lo reconozca. Estudió en la Universidad Electus ubicada en Londres, donde solo prodigios asisten a ella y bueno, el salió con notas perfectas, fue aclamado por todos los profesores, ahora con 30 años tiene una vida perfecta que siempre que puede me lo saca en cara con frases como.
—No puedo creer que sea hermano de alguien tan inútil como tú —otra de sus frases favoritas es —. Maldito el día en que naciste, solo traes desgracia a nuestra familia.
Que amoroso hermano tengo, ahora les presento a mí hermana Vilma, un rostro que como puede ser demostrado por las fotografías se asemeja mucho al de mamá, tiene una mirada amable y protectora, mide 1.62 metros, cabello castaño como el mío, esta es una de las únicas diferencias que ella tiene respecto a mamá, ella es a quien admiro y a la vez temo pero no es el mismo temor que tengo hacia Ignacio, sino que temo decepcionarla. Es una afamada periodista, presidenta del diario digital más leído del mundo dado que, a los 20 años gracias a su investigación periodística dio a conocer un gran fraude que habían cometido 43 políticos de diferentes nacionalidades, más de 5.2 billones de dólares, en esa época todavía era estudiante, dio a conocer al mundo esta gran noticia, para aclarar, sí, estudiaba en Electus y también egresó con honores.
Ahora naturalmente seguía el hermano pequeño de estas 2 grandes proezas, aunque, por alguna extraña razón aún no ingresa a la universidad Electus, la razón oficial es.
—Aún no decide qué carrera escoger dado que, está analizando las propuestas de la universidad para así escoger la carrera apropiada.
Eso es lo que mis hermanos han dicho a todo el mundo cada vez que preguntan por el misterioso hermano pequeño de los Prodigios, así es como son conocidos también. Ahora, volvemos al punto muerto que les dije antes, la verdad es que.
—Todavía no sé qué escoger, dame un poco más de tiempo.
Observando el suelo con un temblor incontrolable que recorría mi cuerpo, levanté mi temblorosa mirada para verlo a él, a quien más temo en el mundo, mi padre.
—Es inconcebible, un año, un año desde que escogiste estudiar y aún no te decides por una maldita carrera, escúchame bien —con una voz penetrante pero sin gritar, de hecho, con una calma que eriza los pelos, observa a quien es su hijo —. Volveré en 3 días, hoy es viernes así que tienes hasta el lunes para escoger o de lo contrario, yo mismo arrojaré todas tus cosas a la calle, por supuesto, tú incluido, no voy a mantener a una carga bajo mi mismo techo.
Solamente pude responder.
—Si padre…. el lunes ya habré elegido…. perdón por todo.
El temblor de mi cuerpo no cesaba y era peor cuando lo miraba a los ojos, en ellos no se reflejaba a su hijo, de hecho no observaba a alguien que amara, su expresión era de un total desprecio a esa forma de vida que estaba frente a él.
Al momento en que él salió de mi habitación, lo normal era que el temblor acabara, pero esta vez no, analizándolo era la primera vez en años que lo observaba a los ojos, antes solamente fijaba mi mirada en el suelo mientras hablaba con él. Cuatro horas han transcurrido y aún el temblor no cesa, sigo de pie mirando la puerta por la cual él salió. Todas las luces de la casa están apagadas excepto la de mi habitación, ya me puedo mover sin embargo el temblor no se detiene, de reojo observo el reloj de la pared, son las 2:37 de la madrugada, necesito calmarme.
A unas 10 cuadras caminando hacia el oeste desde mi casa hay una plaza la cual solía visitar junto a mi madre, mis hermanos y él, en ella se encuentra un enorme árbol el cual solíamos escalar, aunque los recuerdos son borrosos. Cuando tenía 6 años, en ese recuerdo vivíamos muy felices, ese recuerdo fugaz apareció en mi mente y de alguna manera el temblor decreció.